No es oro todo lo que reluce, y muchísimo menos en plena recesión de dos dígitos en el PIB. La semana pasada, y con gran aparato eléctrico, Pedro Sánchez y sus vicepresidentes presentaron el Plan de Recuperación y Resiliencia de la economía española. Es decir, el esbozo del programa de reformas que debe mandar a Bruselas el Gobierno para que la Comisión le dé su visto bueno. Que se supone que lo dará, al menos en eso confía Moncloa.
Pero la realidad es que todas las reformas "innovadoras, verdes e inclusivas" que vendió el presidente sólo se pueden pagar con el dinero que prometió haber conseguido el pasado mes de julio, tras "cinco días extenuantes de negociación" en el Consejo. Este jueves y viernes, Sánchez vuelve a estar reunido con los jefes de Estado y de Gobierno europeos, y ha podido comprobar que los 140.000 millones no están más cerca, sino más lejos.
Ni siquiera la primera gran partida, que el Ejecutivo español calcula en 27.000 millones de euros para 2021 ha sido incluida en el Presupuesto como ingresos asegurados, y se incluirá en las emisiones de deuda pública que el Tesoro irá sacando al mercado.
Pedro Sánchez acudió a Bruselas, hace ahora ya tres semanas largas, para reunirse con el presidente del Consejo, Charles Michel -quien no pudo atenderle, sometido a confinamiento por su contacto con un positivo por coronavirus-; el del Parlamento, David Sassoli; y sobre todo, con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen y el comisario de Economía, Paolo Gentiloni.
Hacer 'lobby'
Como ya informó este periódico, la visita de Sánchez a tan alto nivel tenía como objetivo hacer lobby en el debate -que ya es discusión abierta- entre las instituciones de la UE para que no se añadan nuevos condicionantes a la libración de los fondos.
El paquete Next Generation EU de 750.000 millones pende ahora mismo de un hilo por la intención de algunos Estados miembros -los llamados 'frugales'- de incluir criterios económicos muy estrictos; mientras, la Eurocámara defiende que permanezca en pie el mecanismo de cumplimiento del Estado de derecho, que otros países quieren retirar (o descafeinar).
El caso es que la disputa no se acerca a la solución. Un miembro del grupo liberal Renew -en el que forma Ciudadanos- explica a este periódico que "la cosa está muy mal y muy lejos". Otra fuente de los populares plantea alguna esperanza más: "Ahora mismo no tenemos ni idea de dónde está la pista de aterrizaje, pero al final, llegaremos a un acuerdo, en Europa siempre se bajan los desacuerdos al terreno".
Retraso de los fondos
En todo caso, es tradición de Bruselas esperar hasta el deadline, cuando el reloj marca la hora de que todo salte por los aires. en este caso, el calendario marca la fecha en el 31 de diciembre, cuando tiene que estar aprobado el Presupuesto Plurianual 2021-2027 de la UE.
Sin las cuentas públicas de la Unión no hay posibilidad de activar los fondos propios, es decir, el nuevo mecanismo de deuda común del que se ha dotado Bruselas. Y plantarnos en Nochevieja supone un campanazo muy tardío para activar toda la burocracia de las ayudas. Según fuentes de Moncloa, "suponiendo que hoy se cierre el reglamento de los fondos, si todo va bien no llegarían las primeras ayudas hasta finales de marzo o abril".
Pero yéndonos a diciembre, el dinero no comenzará a fluir hasta verano, con suerte. Y así, si se cumple el Plan de Recuperación y Resiliencia de Sánchez, que prometía "adelantar los plazos de la Comisión Europea", la vicepresidenta tercera, Nadia Calviño, deberá dar las órdenes al Tesoro Público de incluir los 27.000 millones en las emisiones de deuda.
Las tensiones en Moncloa, en todo caso, son altísimas ante el avance de la segunda ola, la imposición de nuevas restricciones a la movilidad y a la actividad económica, ya que "la enorme incertidumbre" con la que reconocen todas las fuentes económicas del Gobierno que se han elaborado los Presupuestos pilla a las arcas públicas secas de liquidez. El cálculo del Ejecutivo es que la deuda pública repunte al 118% del PIB este año.
No obstante, y según el Tesoro, se ha reducido en 15.000 millones de euros el volumen de financiación previsto para 2020, lo que supone que las emisiones netas del ejercicio serán de 115.000 millones y la financiación bruta de 282.137 millones. Todo confiando en el flujo de fondos europeos.
"Es la nada"
Lo cierto es que tanto el discurso de Sánchez en la presentación del miércoles 7 de octubre como las notas enviadas a la prensa insistían en ese "adelanto" de los fondos europeos "para impulsar la recuperación de la economía cuanto antes". Y pasadas las 20.00 horas del miércoles, al acabar una jornada completa de marketing político, la Secretaría de Estado de Comunicación distribuía a la prensa ese documento [léalo aquí].
Sus 58 páginas presentaban exactamente la misma estética que el acto de presentación del Plan de Transformación y Resiliencia. Y no sólo eso, es que era una versión extendida del discurso del presidente ante las pantallas gigantes y frente a todo su Gobierno y representantes de la vida económica. Sin embargo, el documento que se enviará a Bruselas, que coincidía en párrafos enteros con lo leído por el presidente, eliminaba ese punto. Nada se decía de adelantar los fondos.
Porque otra de las razones por la que Sánchez había viajado a Bruselas dos semanas antes había sido "para pedir un adelanto", tal como confirman fuentes inmersas en la negociación de los fondos en las instituciones europeas. "Pero no hay posibilidad, todo está pendiente del acuerdo o no acuerdo que alcancemos aquí".
Estas fuentes, en conversación con EL ESPAÑOL, señalan que "lo que Sánchez vendió es la nada, porque no es un programa aprobado. Carece de los fondos, pues éstos aún no existen". De hecho, a partir de este 16 de octubre, el Ejecutivo tendrá que esperar a que "la Comisión revise su plan, para darle el visto bueno... o rechazarlo".