El 20 de octubre de 2011 ETA anunció el cese definitivo de su violencia. Hoy, en el noveno aniversario, las víctimas del terrorismo aseguran que no hay "nada que celebrar".
Y es que casi una década después, el panorama político actual no es el soñado para quienes sufrieron durante décadas la barbarie del terrorismo nacionalista. La política penitenciaria del Gobierno, la desmemoria del pueblo español y la creciente influencia de la izquierda abertzale dibujan un panorama poco halagüeño.
Este lunes, sin ir más lejos, se sucedían dos noticias dolorosas. En primer lugar, una encuesta de GAD3 evidenciaba que el 60% de los españoles no sabe quién fue Miguel Ángel Blanco. Para más inri, el 68% de los menores de 35 años reconoce que no ha estudiado en el colegio o la universidad nada relacionado con la banda terrorista que dejó más de 800 víctimas mortales en España.
En segundo lugar, el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska acercaba a otros cinco presos etarras al País Vasco. Entre ellos, José María Arregi Erostarbe -alias Fiti-, exdirigente de la banda terrorista con delitos de sangre en su haber y que no padecía problemas de salud que justificasen su traslado.
A esto se suma que EH Bildu -formación heredera de Herri Batasuna, brazo político de ETA- se ha convertido en un socio legítimo para el Gobierno de España, que negocia con los abertzales los Presupuestos Generales del Estado.
"Hoy no hay nada que celebrar. Y mucho menos el fin de ETA", ha expresado Víctor Valentín, vicepresidente de la asociación de víctimas del terrorismo Dignidad y Justicia.
"Son malos tiempos para las víctimas del terrorismo", denuncia Daniel Portero, presidente de la asociación Dignidad y Justicia en conversación con EL ESPAÑOL. "Los nacionalistas buscan la desmemoria y escribir su relato para equiparar a Josu Ternera con Miguel Ángel Blanco", asegura.
Política penitenciaria
Uno de los principales factores que impide celebrar con entusiasmo el noveno aniversario del fin de la violencia etarra es la política penitenciaria del actual Gobierno de España, que ya ha acercado a 77 presos de ETA al País Vasco.
El traslado más reciente, producido este lunes, fue el del exdirigente de la banda terrorista José María Arregi Erostarbe -alias Fiti-, que será acercado a la prisión de San Sebastián. De este modo, el ministro del Interior Fernando Grande-Marlaska cruzaba una nueva línea roja: acercar a un etarra con delitos de sangre sin motivos de salud de por medio.
En conversación con este medio, Daniel Portero recuerda que Marlaska "ha beneficiado a un centenar de presos no sólo con acercamientos, sino con cambio de grado". El presidente de Dignidad y Justicia explica: "Pasar del primer a segundo grado supone 40 días de vacaciones".
"El tratamiento que el Ministerio del Interior da a los presos de ETA es patético, es indignante para las víctimas", denuncia Portero, hijo de Luis Portero, exfiscal jefe de Andalucía asesinado por ETA hace 20 años.
También la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) se ha manifestado en contra a través de un comunicado que recuerda que Fiti fue el inductor del atentado contra la Casa Cuartel de Zaragoza y ha lamentado que con más de 15 asesinatos a sus espaldas se vea ahora beneficiado por la "nueva política penitenciaria", que le permitirá acercarse a su domicilio.
El consejero de Interior, Justicia y Víctimas del Terrorismo de la Comunidad de Madrid, Enrique López, también ha denunciado la enésima maniobra de Marlaska en este sentido y ha señalado la existencia de una "relación más o menos causal" entre la necesidad que tiene el Gobierno de Pedro Sánchez de contar con Bildu y la política de acercamiento y progresión de grados de presos de ETA, a los que "la sociedad española no debe nada, muy al contrario".
Esta inercia preocupa enormemente a las víctimas del terrorismo, que ya aseguraron a este medio que su temor es que "las cárceles podrían vaciarse de etarras de aquí al final de la legislatura".
Mientras estos acercamientos se suceden, los homenajes públicos a etarras excarcelados -Ongi etorris- siguen celebrándose. Una práctica avalada, cuando no directamente promovida, por Sortu -partido integrado en la coalición EH Bildu-. El dirigente del partido de extrema izquierda abertzale, el expreso Arkaitz Rodríguez, los justificó alegando que los etarras "no son violadores ni pederastas".
Bildu y los PGE
Las distintas formaciones que conforman la coalición EH Bildu, como Sortu, apostaron por caminar sin el lastre de la violencia, pero continúan sin realizar una transición plenamente democrática y, sobre todo, sin renegar de un pasado del que aún son rehenes.
No en vano, el reducto más radical de Bildu defiende la tesis de que el fin de la violencia de ETA convenía sólo desde un punto de vista estratégico. El líder de Sortu, Arkaitz Rodríguez, sostiene que la banda dejó de matar porque "llegó a la conclusión de que el Estado español no iba a reconocer el derecho de autodeterminación de nuestro pueblo". Así lo explicó el año pasado en una entrevista concedida a la televisión venezolana.
Para su legalización en 2011, Bildu presentó en sus estatutos el "rechazo" a la violencia. Una expresión meticulosamente seleccionada. La izquierda abertzale rehúsa utilizar la palabra "condena" por tener "connotaciones religiosas", entre otros pretextos.
Nueve años después del silencio de las armas, Bildu es segunda fuerza política vasca y ya es considerado como un actor político más dentro de la izquierda nacional. No en vano, sus diputados Oskar Matute y Mertxe Aizpurua se reunieron con el vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, para negociar los Presupuestos Generales del Estado.
"Bildu es un pilar básico para aprobar los Presupuestos y para dar la gobernabilidad eterna a la izquierda. Por eso el Gobierno sigue consolidando y normalizando la relación con un partido que fue declarado terrorista en el año 2011", denuncia Daniel Portero, presidente de Dignidad y Justicia, en conversación con EL ESPAÑOL.
Desmemoria
Para más inri, un revelador estudio de GAD3 ha evidenciado ahora cuán necesario sigue siendo la memoria de las víctimas del terrorismo: el 60% de los jóvenes no sabe quién fue Miguel Ángel Blanco, mientras que sólo el 38% de los jóvenes identifica a Irene Villa como víctima de ETA.
Pese a que sólo ha pasado una década desde el último atentado mortal de la banda terrorista, los españoles han olvidado por completo los años duros del terrorismo. Algo que evidentemente preocupa a las asociaciones de víctimas en tanto en cuanto plantea un panorama propicio para que la izquierda abertzale imponga su relato: que en el País Vasco hubo un "conflicto" entre la banda terrorista y "las fuerzas represivas del Estado".
ETA ya no existe, pero su legado sigue vivo. Algunos de sus presos ya dejan las cárceles y se embarcan en política. Sin hacer la transición necesaria: el perdón. Otros, directamente, continúan huidos de la Justicia.
Por todo ello, han pasado nueve años desde que la banda terrorista dejó de matar, pero sus víctimas dicen no tener "nada que celebrar".
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