El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, ha renunciado finalmente a acudir a la Reunión de Alto Nivel (RAN) con el Gobierno de Marruecos prevista para el próximo 17 de diciembre. Según fuentes del Ejecutivo, la semana pasada, Iglesias agradeció al presidente, Pedro Sánchez, su intención de que formara parte de la comitiva, al mismo tiempo que le comunicó sus dudas. Su posición respecto al Sáhara Occidental le incomodaba en su doble papel institucional y partidista.
Lo cierto es que en Moncloa había temor a que Iglesias confundiera sus dos roles: el de vicepresidente del Gobierno de España, un país que debe cuidar especialmente sus relaciones con el vecino del sur, y el de líder de un partido de izquierda radical, que no puede callar ante la situación en el Sáhara.
Este periódico confirmó ayer en las dos alas del Gobierno la información que ofrecía este lunes en exclusiva: "Sánchez llevará a Iglesias a la cumbre con Marruecos aunque teme que plantee la cuestión del Sáhara".
Y este mismo mediodía, parte del equipo más cercano al presidente aún desconocía que Iglesias, finalmente, no irá a Rabat. La misma agencia Efe confirmaba la información de EL ESPAÑOL tras consultar con "fuentes del Gobierno". Pero Moncloa ha rectificado, en contacto con el equipo más cercano del vicepresidente segundo. La versión oficial será que se reduce la comitiva a causa de las restricciones que provoca la pandemia.
El presidente había decidido personalmente, y sin consular con el propio Iglesias, hacerse acompañar por su socio de coalición en la delegación de alto nivel para la RAN con Marruecos, la primera en cinco años y que Moncloa está preparando con "especial esmero".
Al líder de Unidas Podemos sólo le podía provocar problemas viajar a Rabat: o con Moncloa o con las bases de su formación. Así, y aprovechando coincidencias de agenda, Sánchez le comunicó a finales de la semana pasada que sería Yolanda Díaz, Ministra de Trabajo, la representante del ala morada del Gobierno en la comitiva.
Calvo en Madrid
Esa coincidencia de fechas convenía a Moncloa: el mismo 17 de diciembre, la Biblioteca Nacional inaugura una exposición conmemorativa po los 80 años del fallecimiento de Manuel Azaña, presidente de la II República. Allí estará Carmen Calvo, vicepresidenta primera, como ministra de jornada, acompañando al Rey Felipe VI, que presidirá la inauguración. La exposición está coorganizada por la Secretaría de Estado de Memoria, dependiente de la Vicepresidencia primera.
Esta conjunción de agendas que imposibilitaba a Calvo acudir a la RAN habría convertido a Iglesias en el ministro de mayor rango en Rabat, y él habría asumido la coordinación de las reuniones de trabajo que no pudiera presidir Sánchez. Sólo un mes después de haber causado el último enfado del Gobierno marroquí por sus manifestaciones sobre el Sáhara Occidental, la situación se convertía en incómoda para todos.
El propio Iglesias, consciente de ello, había transmitido a su equipo la incomodidad que le producía el viaje. "En eventos institucionales de esta trascendencia, lo lógico es dar imagen de unidad", explican fuentes de su entorno a este periódico. "Pero para Iglesias, ser leal al presidente en ese viaje le ponía en una posición muy difícil con las bases de Unidas Podemos".
Temores fundados
En todo caso, los temores de Moncloa -y de los ministros socialistas más de partido- no eran infundados. Para empezar, a Sánchez llegaron las quejas de Exteriores por la actitud de Iglesias en el reciente viaje a Bolivia.
Hace ahora un mes, el vicepresidente se embarcó en un vuelo con el Rey Felipe VI y la ministra Arancha González Laya para la toma de posesión de Luis Arce como presidente del país andino. Allí, Iglesias no sólo aprovechó para firmar un manifiesto "contra la ultraderecha antidemocrática" que legitimaba a Evo Morales y deslegitimaba el año de Gobierno interino en Bolivia tras su huida de unas elecciones fraudulentas, sino que organizó su propia agenda al margen de la oficial.
Además, el propio presidente transmitió en privado a su socio la inoportunidad de sus manifestaciones personales a favor del referéndum de autodeterminación del Sáhara, en plena crisis migratoria, y las de su partido. Unidas Podemos emitió un comunicado en la semana en la que Fernando Grande-Marlaska visitaba de urgencia Rabat, recordando que desde la salida de España de su antigua provincia en el noroeste de África, Naciones Unidas aboga por un referéndum de autodeterminación del territorio. Y que España lo apoya y que Marruecos lo rechaza.
Nadie en el Gobierno está en desacuerdo con esa posición, recuerdan todas las fuentes consultadas. Pero nadie en el ala socialista del Gobierno consideró oportuno sacarla a colación precisamente cuando Rabat recibía a Marlaska, encargado de presionar al Ejecutivo marroquí para que rebaje tensiones con el Polisario, reconsidere el bloqueo de las fronteras de Ceuta y Melilla y colabore más en evitar las migraciones irregulares a Canarias.
Enfado en Rabat
De hecho, aunque en Moncloa insisten en que el rey nunca confirma si hay recepción hasta 14 horas antes, la decisión de Rabat es firme por el momento: "La agenda del rey está completa" y "por seguridad sanitaria de la Covid-19", Mohamed VI no recibirá a Pedro Sánchez a la clausura de la RAN, según apuntan diversas fuentes marroquíes a EL ESPAÑOL.
Si al final no hay cambios por parte de la casa real alauí, Sánchez será el primer jefe de gobierno español en las dos últimas décadas que no se entreviste con el soberano alauí tras la RAN. Sus antecesores del Partido Popular y del PSOE sí fueron recibidos en el palacio real de Rabat y Marrakech.
El rey Mohamed VI responderá así al último desplante, por parte de Iglesias, y a los anteriores gestos del Ejecutivo de coalición que no agradaron en Rabat: no elegir a Marruecos en el primer viaje oficial de Pedro Sánchez como presidente, la visita de Estado a Argelia el pasado mes de octubre, el posicionamiento en relación con el Sáhara Occidental que busca una representación diplomática en el terreno y la alianza con Francia en los conflictos del Sahel y Libia.