La Fiscalía pide seis años y medio de cárcel para Javier López Madrid, al que se ha investigado por delitos de cohecho, falsedad documental y tráfico de influencias en el marco de una presunta comisión ilegal relacionada con la adjudicación del tren de Móstoles a Navalcarnero.
Yerno de Juan Villar Mir y exconsejero de OHL, su nombre alcanzó las portadas de los periódicos y las aperturas de los telediarios cuando recibió este mensaje de la reina Letizia: "Te escribí cuando salió el artículo de lo de las tarjetas en la mierda de LOC y ya sabes lo que pienso, Javier. Sabemos quién eres, sabes quiénes somos. Nos conocemos, nos queremos, nos respetamos. Lo demás, merde. Un beso compi yogui (miss you!!)".
López Madrid y su esposa, Silvia Villar-Mir, son íntimos amigos de Felipe VI y la reina. Las dos mujeres solían hacer yoga en casa del empresario, y de ahí el apodo que le viene caracterizando desde hace casi un lustro: "compi yogui".
El historial de escándalos de López Madrid es largo. Fue condenado por el caso de las tarjetas black de Bankia a seis meses de prisión, que conmutó por una multa de 7.120 euros. Había pagado gastos personales por un valor de 33.000 euros mediante la tarjeta que le proporcionó Cajamadrid tras nombrarle consejero.
Además de ser detenido en el marco de la Operación Lezo, fue denunciado por la doctora Elisa Pinto. Una instrucción que, tras más de seis años, todavía no se ha cerrado. La dermatóloga dijo haber sido acosada y amenazada por el empresario. Incluso lo vinculó con un "apuñalamiento".
Pese a recibir el mensaje de apoyo de la reina Letizia, fue el caso de las tarjetas black el inicio del alejamiento entre los monarcas y su viejo amigo.
Todas estas polémicas derivaron en dos drásticas decisiones: por un lado, López Madrid puso tierra de por medio y se trasladó a vivir a Londres para presidir Ferroglobe.
Por otro, la distancia física del empresario con el rey se convirtió también en distancia emocional y su íntima amistad hizo aguas, sobre todo cuando la Guardia Civil le detuvo por una nueva hornada de comisiones, esta vez a Ignacio González y en el marco de la Operación Lezo. La que ha llevado a la fiscalía a pedir seis años y medio de cárcel.
Tal y como contó este periódico, Felipe VI y Javier López Madrid se conocieron en los años noventa durante un safari en Kenia. Pronto se hicieron amigos. Solo hay que acudir a la hemeroteca para ver cómo desde aquella época la estrecha relación entre el entonces Príncipe de Asturias y el empresario aparece en las crónicas sociales de muchas revistas. El hijo de Germán López y Pérez de Castrillón, empresario que trajo Volvo a España en los sesenta, fue testigo y cómplice de las relaciones sentimentales de Felipe VI.
Por ejemplo, Javier era uno de los compañeros de Felipe en aquel sonado viaje a India y Nepal en 1999, cuando entre los viajeros también estaba la modelo noruega Eva Sannum. Así consta en un famoso reportaje fotográfico que se filtraba a la revista ¡Hola! Reportaje que incluía un posado acaramelado de Felipe y Eva frente al Taj Mahal, en Agra.
Trayectoria empresarial
El yerno de Juan Miguel Villar Mir es uno de los hombres fuertes del Grupo Villar Mir, el holding del cada vez más reducido grupo empresarial de la familia. López Madrid preside Ferroglobe, su filial metalúrgica cotizada en la bolsa de los Estados Unidos y cuya sede acaba de trasladar de Londres a Madrid.
Se trata de la joya de la corona del grupo y se ha valorado en diversas ocasiones su venta para dar oxígeno a la matriz, asfixiada por las deudas contraídas por Villar Mir. Sin embargo, el brillo es cada vez más mate fruto de los efectos de la Covid-19 y el Brexit, por lo que parece que López Madrid tendrá que esperar para poner el cartel de se vende otra vez.
Ferroglobe se ha convertido en la torre de marfil de López Madrid. Desde allí ha resistido los embates de la justicia, incluso cuando todo el mundo presionaba a su suegro para que se deshiciera de él. Allí se refugió en 2017 cuando tuvo que dimitir como consejero de OHL después de que los independientes del consejo se ‘sublevaran’ y exigieran su salida tras verse implicado en el caso Lezo.
Era la gota que colmaba el vaso de un ejecutivo que también se había visto salpicado en el caso de las Tarjetas Black de Caja Madrid. Su presencia incomodaba a un consejo, y a unos accionistas, que intentaban salvar a una constructora cada vez más asfixiada y que se veía envuelta un día sí y otro también en escándalos de corrupción.
Comenzaba así el ocaso del que estaba llamado a ser, junto al hijo de Juan Miguel Villar Mir, el sucesor al frente del imperio familiar. Un grupo empresarial forjado a base de relaciones políticas y créditos bancarios que ahora ahoga a la familia. Eso sí, nadie podrá decir que López Madrid no lo avisó, porque lo hizo y nadie le hizo caso.
Quizá por ello es uno de los miembros de la familia más señalado mediáticamente. Por eso, y por sus vinculaciones con otras tramas corruptas como Púnica.
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