1. Salvador Illa llegó al Ministerio de Sanidad como cuota catalana del PSC en el Gobierno y se topó, como número uno de una cartera sin apenas competencias ni presupuesto, con una pandemia de proporciones bíblicas y consecuencias devastadoras para la salud y la economía nacional.
2. Salvador Illa llega ahora a las autonómicas catalanas como cuota de Pedro Sánchez en el PSC y se topa, como cabeza de lista de un partido en periodo de convalecencia desde 2010, con unos sondeos que vaticinan una mayoría independentista en los comicios del próximo 14 de febrero.
3. Dicho de otra manera. Illa cargó en marzo con la responsabilidad de salvar la salud de los españoles y carga ahora con la responsabilidad de salvar su salud política, evitando una victoria del separatismo que todos los sondeos dan como prácticamente segura.
4. Está claro que Sánchez piensa que Salvador Illa es el Jesucristo catalán de los milagros. Quizá, incluso, el Tom Cruise de Misión Imposible.
5. Lo próximo será frotarle un décimo del sorteo del Niño en la espalda. Premio seguro, cortesía del ministro al que los doce trabajos de Hércules deben de parecerle hoy poco más que un vermut.
6. Y eso que el hombre estudió Filosofía. Llega a meterse a Navy Seal y no sufre tanto.
7. Sarcasmos aparte, el órdago de Pedro Sánchez es de órdago.
8. Porque los contras del nombramiento de Illa son obvios y fueron aprovechados ayer por todos sus adversarios políticos: "La preocupación de Illa no era la salud de los españoles, era ser candidato a la Generalidad" dijo el secretario general del PP, Teodoro García Egea. La acusación es de carril, pero también legítima.
9. "Ahora se entienden sus críticas a Isabel Díaz Ayuso" dijeron muchos otros. La tesis es, por supuesto, la de que atizarle a Madrid da votos en Cataluña.
10. Es probable que eso sea cierto, aunque más en el caso del votante potencial de Podemos que en el de ERC o JxCAT, cuyo desprecio por todo lo español hace que la disputa en torno a Madrid caiga muy lejos de su foco de interés.
11. Con la decisión de Sánchez, el PSC pierde foco nacionalista, pero gana foco constitucionalista. Illa es mucho menos dudoso que Miquel Iceta en su lealtad a la Constitución.
12. Illa es, además, un hombre moderado que no provoca urticaria en el independentismo, pero tampoco en ese constitucionalismo al que sí repele con fuerza el nacionalismo burgués de paella dominguera en Gavá y gintonic en Casa Fuster de Miquel Iceta.
13. No hace falta ser un lince de la demoscopia para entender que el más perjudicado por este movimiento es Ciudadanos.
14. En Ciudadanos llueve sobre mojado. Porque la noticia del nombramiento de Illa llegó apenas una hora después de la del fichaje de Lorena Roldán por el PP de Alejandro Fernández.
15. El problema con Ciudadanos es que el nombramiento de Illa –y el fichaje de Roldán por el PP– confirma al PSC como claro ganador de la batalla por el voto constitucionalista moderado catalán.
16. La conclusión es irónica, teniendo en cuenta que Ciudadanos siempre se ha definido como un partido pragmático y para pragmáticos. Desaparecido el nacionalista Iceta de la ecuación, los incentivos para votar a Ciudadanos y no al PSC desaparecen en buena parte.
17. No es Sánchez un hombre conservador en sus apuestas. Descabalgar al ministro de Sanidad a las puertas de una posible tercera ola y recién iniciada una campaña de vacunación de desarrollo incierto para sustituir al líder de un PSC que apuntaba moderadamente alto en las encuestas es un todo o nada de manual.
18. A favor del nombramiento de Illa, una obviedad. El ministro de Sanidad es el segundo miembro más valorado del Gobierno tras Nadia Calviño. Es, además, uno de los que más horas de televisión ha acumulado a lo largo del último año.
19. Una segunda obviedad. Las encuestas, y entre ellas la última de SocioMétrica para EL ESPAÑOL, le dan al PSC 22-23 escaños por los 17 de 2017. Es una subida reseñable, pero insuficiente si se atiende a la caída de Ciudadanos, que se desploma desde los 36 de 2017 hasta los 19-20 de hoy.
20. Dicho de otra manera. El PSC no logra aprovechar como podría la caída de los de Inés Arrimadas. Es muy probable que el nombramiento de Illa, con un perfil moderado y menos nacionalista que el de Iceta, esté en parte motivado por el deseo de exprimir aún más la naranja de Ciudadanos.
21. PSC y PSOE están vendiendo la idea de que el nombramiento de Illa es consecuencia de la renuncia de Iceta. Nada más lejos de la realidad. En el PSC manda Pedro Sánchez. Cualquier duda que pudiera albergarse al respecto quedó definitivamente despejada ayer miércoles.
22. Encuestas internas del PSOE dan a Salvador Illa más posibilidades de alcanzar el segundo puesto en las elecciones que a Miquel Iceta. Esos sondeos internos le dan cerca de 28 escaños al PSC.
23. Quizá esos 28 escaños sean demasiado optimistas. Pero lo que está claro es que si hay alguien capaz de alcanzarlos, e incluso de superarlos, ese es Illa, no Iceta.
24. Que Sánchez haya arriesgado con una apuesta de tal calibre –un mal resultado sería letal para el PSC– es señal también de que esas encuestas no son puro wishful thinking. Pero los asesores de Sánchez ya se han equivocado antes.
25. Una segunda clave. Según los últimos sondeos, la suma de ERC, PSC y Podemos no es suficiente para un tripartito de izquierdas. Crecer a costa de ERC y Podemos, algo que podría conseguir Iceta, no serviría de nada. Pero crecer a costa de Ciudadanos, algo que podría conseguir Illa, sí.
26. Un segundo damnificado por el nombramiento de Illa es ERC, que debe sumar ahora una segunda preocupación a la del empuje de Laura Borràs en las encuestas. La de que su estrategia de pactos con el PSOE se acabe girando en su contra.
27. Sánchez decidirá ahora si le conviene acelerar los indultos a los líderes del golpe de 2017 –algo que beneficiaría muy claramente a ERC frente a JxCAT, pero que alienaría a sus votantes constitucionalistas– o retrasarlos para boicotear a ERC y tenerla en sus manos si las elecciones le dan un buen resultado al PSC.
28. ¿Presidencia para Salvador Illa, con la aquiescencia de ERC, a cambio de indultos? No tengan la menor duda de que a Sánchez no le temblará la mano si tiene esa posibilidad a su alcance.
29. Que nadie tenga tampoco la menor duda, en sentido contrario, de que Sánchez aceptará los votos de PP y Ciudadanos si la suma hace presidente a Illa.
30. Pero esa posibilidad parece a día de hoy casi imposible salvo sorpresa en las elecciones. Especialmente a tenor de la escasa participación que prevén las encuestas: menos de un 70% en contraste con el 81% de 2017.
31. El peligro es obvio. Que Illa sólo mueva voto dentro del bloque constitucionalista, sangrando a Ciudadanos, pero dejando la suma final muy lejos de la del bloque independentista. En ese caso, Sánchez habrá hecho un pan como unas tortas.
32. ¿El resultado soñado por Sánchez? Un PSC en segundo lugar, con un mal resultado de ERC, y debacle de Podemos. Algo que podría obligar a una deprimida ERC a pasar por el aro de una presidencia de Illa a cambio del indulto de sus golpistas, a Ciudadanos y el PP a hacer presidente al candidato socialista a falta de alternativa tolerable, y a Podemos a suplicar su entrada en un gobierno de coalición para evitar su desaparición definitiva del escenario catalán.
33. Lo que está claro es que la entrada de Salvador Illa en la carrera electoral ha sacudido el escenario político catalán como no lo había hecho ningún otro movimiento hasta ahora. Está por ver, sin embargo, si esa sacudida es la señal de un futuro terremoto o un simple tembleque.