Disturbios, manifestaciones violentas, acoso a opositores y periodistas, festividades politizadas, símbolos políticos en fachadas de ayuntamientos... Son tantos los episodios de acoso secesionista vividos en Cataluña en los últimos años que resulta imposible recordarlos todos.
Por este motivo, el holandés Tomas Macsotay, profesor de la Universidad Pompeu Fabra, se ha decidido a recogerlos en el recién creado Archivo Audiovisual de la Opresión Nacionalista en Cataluña, una ingente obra de documentación y recopilación de materiales que ilustran el hostigamiento separatista de los últimos años.
Esta suerte de museo online consta ya de 34 carpetas con 250 documentos entre los que se encuentran vídeos, fotografías, grabaciones de sonido, encuestas, informes, testimonios... En suma, una hemeroteca virtual sobre el acoso del nacionalismo catalán.
El foco documental es de libre acceso a través de la página web de Foro de Profesores -asociación cívica compuesta mayoritariamente por académicos que surgió en octubre de 2017 como reacción al procés- y está en constante actualización. "Continúa en construcción y se seguirá alimentando, pero creo que el momento de publicarlo era antes de las elecciones catalanas", explica Macsotay a EL ESPAÑOL.
El profesor confiesa que el proyecto "tiene poca originalidad", por cuanto se ha limitado a "recoger muchos recortes de prensa y audiovisuales que se pueden encontrar en canales como Twitter o YouTube": "Es una mera recopilación de material ya existente pero que no estaba almacenado en un archivo que sea consultable a través de un sistema".
-¿Qué le ha movido a crear el Archivo?
-He pensado principalmente en ofrecer de manera organizada información sobre el procés a quien sea nuevo en la materia. Por ejemplo, un reportero que trata de escribir para prensa inglesa, francesa o alemana y que tiene que familiarizarse en poco tiempo con lo ocurrido.
-¿Cree que en el ámbito internacional -periodistas, académicos...- se tiene una idea aproximada del grado de violencia que ha alcanzado el movimiento separatista en los últimos años?
-Yo diría que no. Soy holandés y cuando hablo con mis colegas de Inglaterra, Francia u Holanda, ellos tienden a asumir que estoy exagerando y que el procés es algo remoto que me está afectando sobremanera.
"No se pueden imaginar lo omnipresente que es la ocupación de la vida pública en Cataluña y la agresividad contra quienes expresan ideas constitucionalistas o en favor de la unidad de España", abunda el profesor holandés en su parla con EL ESPAÑOL.
-¿En qué sentido les ayudará el material a entender mejor el nacionalismo catalán?
-Ese material ayuda a describir cómo es el clima político que se vive en Cataluña; cómo son esas condiciones a los que nos vemos expuestos todos aquellos que no nos dejamos arrastrar por el independentismo. Ese clima desagradable es difícil de explicar a cualquiera que no haya vivido aquí. Se está expuesto en el ámbito laboral y en la calle a situaciones dañinas, que conducen a una cierta inhibición a la hora de expresar cualquier crítica al independentismo.
El Archivo
Cuatro semanas ha tardado el profesor en su labor de recolección. Así, recoge desde los disturbios callejeros de los CDR en Barcelona hasta los escraches a miembros de Ciudadanos, pasando por el acoso a los jóvenes de la entidad constitucionalista S'ha Acabat!. También incluye las recientes agresiones a Vox en Vic.
De todos los episodios que ha tenido que revisitar, Macsotay destaca dos "por el interés que tienen desde el punto de vista del proceso y la lógica de los acontecimientos, que nos han llegado en orden correcto, pero no en intensidad correcta".
El primero, cuando los independentistas plantaron cruces amarillas por toda Cataluña. Corría el verano de 2018 cuando éstas invadían las playas y otros espacios públicos. Los constitucionalistas se acercaban a arrancarlas y, a menudo, surgía el conflicto.
"La ANC había creado el simbolismo de la cruz funeraria en 2016, antes de que llegase octubre de 2017, para preparar a la población de cara a manifestarse mediante un ritual de luto contra la opresión del Estado", explica el profesor holandés. Y añade: "En este ejemplo se puede ver cómo el movimiento independentista estaba diseñando ya su propio victimismo".
El otro episodio paradigmático de la violencia del procés, en opinión del autor del archivo, es el señalamiento que sufrió Ana Moreno por pedir que sus hijos tuvieran el 25% de las clases en castellano. "Es importante porque muestra el grado de depravación de una comunidad que se vuelca contra una madre con dos niños pequeños de cara a producirle temor, daño y hacerla sufrir", señala Macsotay.
"Esto captura hasta qué punto ha llegado la idea de algunas personas en el seno del movimiento independentista de que tienen derecho a destruir la vida de una persona que no está de acuerdo con sus ideas", explica en referencia a una "lógica destructiva para el tejido de una sociedad".
El profesor
Tomas Macsotay Bunt lleva 10 años viviendo en España, cuando se mudó para trabajar en la Universidad Autónoma de Barcelona. Antes había cursado sus estudios en la Universidad de Ámsterdam. Ahí consiguió un premio por su tesis doctoral de la mano del Instituto de France y fue investigador posdoctoral en la Universidad de Leeds (Inglaterra).
Su trabajo de investigación ha oscilado siempre en torno a la evolución de la escultura. En concreto, ha estudiado la relación entre ésta, el materialismo y el dibujo, así como el ajusticiamiento y sus culturas visuales en el legado secular e ilustrado. En la actualidad, prepara una monografía sobre interiores ornamentados eclesiásticos españoles bajo la noción teórica del espacio afectivo.
Por lo expuesto, resulta evidente que la preocupación de Macsotay por el procés nace por su experiencia en las universidades catalanas y no por su formación y/o ámbito de estudio: "He visto tendencias que me han supuesto un problema personal dentro del ámbito laboral".
En este sentido, el profesor señala "lo que sucede desde el rectorado en algunas universidades", donde ha percibido "una colaboración para tratar de estar en línea con el Govern" que se manifiesta en una "falta de incentivación de un debate neutral y bien moderado, que permita todas las voces e ideas".
Pero lo que ha escandalizado al profesor de la Universidad Pompeu Fabra es que en el campus "sea posible amedrentar y atacar a estudiantes", en referencia a los ataques que en ocasiones sufren miembros de S'ha Acabat!. "Es inadmisible desde el punto de vista democrático; estoy seguro de que no sucede en ningún otro país de la Unión Europea", censura.
"¿Cómo puede ocurrir que una agrupación de estudiantes abiertamente muestre intención de atacar físicamente a otro grupo de estudiantes?", se pregunta. "Hay un clima de que esto es excusable y es excusado. Esto es una fuente de vergüenza porque estoy vinculado a una universidad y necesito saber que formo parte de una institución que vela por el bienestar de mis estudiantes y por su libertad de expresión", añade el profesor, que pone en valor la labor de Universitaris per la Convivència en este sentido.
-¿No teme significarse como profesor universitario?
-No tengo temor, es más una cuestión de escrúpulos. Lo que no creo pertinente es manifestar mi postura propia porque siento que mi primera responsabilidad con mis alumnos es que mis lecciones sean liberadoras y ayuden a crear comunidad.
"Si yo hubiera manifestado una opinión muy declarada, las vías se hubieran cortado con aquellos estudiantes que apoyan el independentismo", explica el profesor, que matiza: "Para mí el independentismo no supone un problema, pero sí algunas formas agresivas en las que se ha manifestado el fenómeno".
-¿Cree que ya ha pasado la época más violenta del procés?
-Los episodios donde la gente se grita y se golpea no son los que más temor me producen. Uno de los paisajes más aterradores es el centro de Pionyang, precisamente porque ahí no sucede nada. Ahí cunde la paz porque se ha erradicado toda oposición. Lo peor que podría suceder es que se consolidara en Cataluña la cultura del silencio y, por tanto, del exilio interno de quienes no están satisfechos pero tienen que callarse.