Juan Carlos I no estaba invitado al acto, pero Felipe VI y la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, reivindicaron su figura. Ante la mirada de Pedro Sánchez, Pablo Iglesias y las máximas autoridades del Estado, ambos alabaron la actuación del Emérito durante la noche del 23 de febrero de 1981. El mensaje televisado del entonces Rey fue encuadrado, en el debate público, como el fin del golpe.
Felipe VI no mencionaba a su padre desde que éste abandonó España tras conocerse las investigaciones abiertas por la Justicia. Estas han sido sus palabras en el Salón de Pasos Perdidos de la Carrera de San Jerónimo:
"Y ante aquella inaceptable fractura del legítimo y legal orden democrático, el Rey Juan Carlos I asumió como jefe del Estado su responsabilidad y su compromiso con la Constitución para que se tomaran -y cito textualmente- todas las medidas necesarias para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente. Así lo comunicó a todos los españoles en un mensaje televisado que ya forma parte de nuestra memoria colectiva. Su firmeza y autoridad fueron determinantes para la defensa y el triunfo de la democracia".
Meritxell Batet, por su parte, ha laudado la "decidida reacción de nuestras instituciones públicas encabezadas por el Rey don Juan Carlos", al que ha atribuido haber "usado eficazmente sus capacidades constitucionales para derrotar a los golpistas".
Debido a la pandemia, el acto ha estado caracterizado -como viene ocurriendo desde marzo del año pasado- por su brevedad y un aforo restringido. Sentados con ostensible separación, estaban el líder de la oposición, Pablo Casado, los cuatro vicepresidentes del Gobierno y los máximos responsables del Tribunal Constitucional, el Tribunal Supremo o el CGPJ.
No se ha presentado ninguno de los socios parlamentarios de Pedro Sánchez. Formaciones nacionalistas y separatistas -PNV, ERC, Bildu, Junts, Compromís, BNG y la CUP- han considerado el evento como un homenaje al "régimen del 78" y a la figura del Emérito.
Iglesias sí ha cumplido con su papel institucional, pero minutos antes ha atendido en el patio del Congreso a los medios de comunicación para lanzar varias estocadas a Juan Carlos I, al que ha definido como el "Rey de Franco".
Felipe VI, desde el atril, ha recordado: "Esa noche yo fui testigo también, todavía niño, de aquel episodio histórico y aprendí el inmenso e incalculable valor que tiene la libertad para el pueblo español".
"De ahí que todos debamos sentirnos comprometidos y obligados a defender nuestra convivencia en democracia y libertad", ha subrayado. Unas palabras que llegan en pleno debate sobre la libertad de expresión, al albur de esas "anomalías" criticadas por Pablo Iglesias.
"Hoy, como Rey, mi símbolo de la unidad y permanencia del Estado, mi compromiso con la Constitución es más fuerte y firme que nunca. Como también es inequívoca la voluntad de la Corona de ser una institución que incluya, integre y cohesione a todos los españoles", ha aseverado.
El monarca se ha enmarcado en esa generación que creció en democracia y ha destacado su "obligación moral" de "continuar el proyecto común". Se ha referido al presente como un momento determinante para "reafirmar y renovar el compromiso de todas las instituciones del Estado con el sistema democrático de derechos y libertades".
Felipe VI ha reivindicado, junto a la figura de su padre, a Adolfo Suárez, por haber ofrecido aquella noche "un ejemplo de coraje y lealtad". Tanto el entonces presidente como Gutiérrez Mellado y Santiago Carrillo se resistieron a la orden del cuerpo a tierra lanzada por los militares.
Las palabras de Batet
La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, ha comenzado su intervención recordando que la "sociedad española" y los "poderes democráticos" utilizaron "su legitimidad e instrumentos que la Constitución les confiere" para proteger los derechos de los ciudadanos. Esa "decidida reacción" de las instituciones públicas "encabezadas por el rey Juan Carlos" sirvió "para derrotar a los golpistas".
Batet ha hablado en el Salón de los Pasos Perdidos delante del rey Felipe VI y de representantes de todos los poderes del Estado, a los que ha agradecido que todos, desde el papel que desarrollaban entonces, ayudaran a parar aquel golpe.
La presidenta del Congreso ha mencionado al Gobierno y las administraciones de entonces, al poder judicial, "que procesó y condenó a los autores del golpe"; a la "dignidad" de quienes sufrieron en el Hemiciclo la violencia de los asaltantes y la "acción de las incipientes autoridades" autonómicas y locales.
Tras hacer un repaso a aquel episodio, Batet ha catalogado los "peligros" que sufre la democracia actualmente: la "deslegitimización" y la "instrumentalización" de las "propias instituciones para desnaturalizarlas" y convertir la democracia en una "fachada despojada de sus contenidos fundamentales": el "pluralismo, las libertades, la igualdad de las personas y la cohesión social".
La presidenta del Congreso no se ha cerrado a la reforma: "Todo es discutible y puede plantearse", pero ante ataques y amenazas que pretendan romper el sistema "no hay más respuesta que la activación de las facultades constitucionales para garantizar o restablecer el respeto del pacto fundamental vigente".
Las palabras que pronunció Landelino Lavilla, presidente del Congreso el 23-F, al abrir la sesión el 25 de febrero, han sido rescatadas por Batet en este acto conmemorativo: "¡Viva España! no encierra una verdad distinta que la de ¡Viva la Constitución! y ¡Viva la democracia!".