"El objetivo final es el incremento de la producción de vacunas", explica una fuente del Gobierno, en plena polémica por la intención alemana de hacerse con la Sputnik V, que pilló al presidente en Angola. Y en ese trabajo están puestos en fila todos los ministerios del Ejecutivo de Pedro Sánchez: Sanidad, Industria, Exteriores, Economía, Hacienda... "Y estamos trabajando para que las farmacéuticas que no han podido sacar adelante sus investigaciones, o las que aún les queda trabajo por delante, se pongan a fabricar los compuestos de otras compañías".
Es decir, que unos laboratorios cedan sus licencias a otros. En eso está trabajando España en todos los frentes, aplicando su propia diplomacia vacunal: frente al juego político de Rusia y China, y al contrario del planteamiento "egoísta de otros países, incluso socios", como EEUU y Reino Unido -que se niegan a exportar una sola dosis-, o de "sálvese quien pueda" de Estados miembros de la UE.
Y se está haciendo a nivel ejecutivo, desde los diferentes departamentos del Gobierno. A nivel legislativo, implicando a todos los grupos. Pero, sobre todo, impulsando desde el Parlamento Europeo los informes y trabajos conjuntos con el Consejo.
Y en ese punto, el de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, llevando al seno de la Organización Mundial de Comercio (OMC) la apuesta por la cesión voluntaria de licencias. "Ahí estamos representados a nivel europeo", explican desde Exteriores, "y no alinearemos con la posición común". Pero Sánchez trabaja por ese enfoque concreto para que los medicamentos contra la Covid lleguen al Tercer mundo.
Hay países pequeños de la UE y otros emergentes en el mundo -con capacidades de producción pero poca tecnología de innovación- que apuestan por la expropiación de patentes.
"Es cierto que se ha puesto mucha infraestructura y dinero público a favor de la investigación", motivo por el que las primeras vacunas -Pfizer BioNtech, Moderna, AstraZeneca, Janssen...- se han desarrollado en apenas 10 meses, "pero las farmacéuticas tienen derecho a su propiedad intelectual", coincide Nicolás González, eurodiputado socialista experto en política sanitaria.
Solidaridad... y egoísmo
Desde el inicio de la pandemia, el presidente del Gobierno ha tratado de forzar las políticas de todos los foros multilaterales en un compromiso efectivo por el "acceso universal" a la vacuna. Son dos los motivos principales de esta apuesta decidida del Gobierno de España. El primero y principal, la solidaridad. Y el segundo, el que quizá más movilice a algunos de sus socios internacionales, el egoísmo.
Es decir, por un lado la traducción a nivel global del mensaje de que "nadie quede atrás", y por el otro lograr que los países más desarrollados y con más capacidad de acceder a las vacunas contra la Covid entiendan que "hasta que no estemos todos fuera de peligro, ninguno lo estaremos".
Y todos es todos. Los 7.500 millones de habitantes del planeta. Ése es nivel del desafío.
Ya hay en marcha varios programas multilaterales que trabajan en este sentido. Pero una vez logrado que, pasado más de un año del inicio de la expansión del coronavirus, el Fondo de Acceso Global a las Vacunas Covid-19 Covax haya conseguido la llegada de al menos 38 millones de dosis a 92 países y territorios de renta baja y media, según fuentes oficiales, ahora se trata de pisar el acelerador.
España definió toda esta filosofía desde el principio de la pandemia. Ya en el mes de julio de 2020 el Ministerio de Exteriores presentó la Estrategia de Respuesta Conjunta de la Cooperación Española a la Covid-19 [consúltela aquí en PDF]. La estrategia fue desarrollada en enero de este año, con el PPlan de Acceso Universal 'Vacunación Solidaria, aprobado por el Consejo de Ministros.
Y ahora mismo, Sánchez aprovecha las reuniones del Consejo para impulsar en la UE la definición del mecanismo para compartir vacunas. Con especial insistencia en que se contemple la atención a Latinoamérica y a África -parte de la agenda de la reciente gira por Angola y Senegal del presidente-, además de a la vecindad este y sur. Del mismo modo, España está apoyando la negociación de un nuevo tratado sobre pandemias en el seno de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Multiplicar la producción
Se fijó el objetivo: vacunas y tratamientos para todos. Y se impulsó la alianza mundial ACT-Accelerator, la mayor apuesta global geoestratégica contra la Covid-19 para el desarrollo de medicamentos y vacunas. Con ello, se movilizó a actores públicos y privados con el instrumento Covax como central de compras, distribución y logística para vacunas, tratamientos y diagnosis en todos los rincones del globo.
Pero ahora hay que dar un paso más: la multiplicación de la producción. "Sólo aumentando la capacidad y la velocidad de fabricación de vacunas a nivel mundial", explican fuentes del Gobierno, "será posible llegar a tiempo".
Pero, ¿a tiempo de qué? Pues no sólo de salvar cuantas más vidas mejor, "en eso un mes es clave". También de evitar el desarrollo de nuevas cepas en países con poca infraestructura sanitaria para detectarlas, aislarlas, estudiarlas... "Y ahí no son meses, casi se podrían decir que los días son urgentes", explica un experto de la Unión Europea en conversación con este periódico.
Y en este punto, es donde se entienden las ventajas prácticas -políticas, económicas y comerciales- de la cesión voluntaria de licencias frente al levantamiento -o expropiación- de patentes. "Una compañía que ha desarrollado su compuesto, si permite la producción en otras latitudes, no sólo mantiene su propiedad intelectual y gana dinero. Es que gana un socio para el futuro".
Esto, así dicho, parece puro voluntarismo. Pero en el caso de las nuevas vacunas de ARN mensajero es una oportunidad de negocio. "Ésta es una innovación muy nueva, poco conocida y para la que pocos laboratorios tienen tecnología, pero abre un camino importantísimo en el campo de las vacunas", explica el eurodiputado González. "Y transfiriendo conocimiento por la vía de la cesión de patentes, las farmacéuticas se pueden garantizar socios para nuevos desarrollos en el futuro".
Ese es el punto de motivación comercial que trabajará España, para que en la OMC la representación europea defienda esta vía para aumentar la producción. La fabricación se llevaría a muchos más países, se ahorrarían con ello costes de distribución y las empresas abrirían mercados.
Pero es que además, está la parte de política práctica. Esta opción ahorraría mucho tiempo en comparación con la de la expropiación de vacunas. "La cesión de licencias, con buena voluntad, se puede completar en unos tres o seis meses en cada caso", explica Nicolás González. "Pero levantar las patentes es mucho más complicado jurídicamente, exige negociaciones o pleitos".
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