Ione Belarra será la secretaria general de Podemos. Su misión será doble: en lo político, conseguir que la actual vicepresidenta tercera Yolanda Díaz sea la próxima presidenta del Gobierno; y en lo orgánico, afianzar las alianzas confederales y abrirse a la sociedad civil. Eso significa, por un lado, coordinar su acción con Díaz e Irene Montero -como ya contó EL ESPAÑOL hace un mes- y por otro, profundizar en la España plurinacional, ésa en la que creen los morados, una confederación de pueblos que "deben poder elegir su destino".
Así lo expresaba el programa del partido de Iglesias (o de Belarra) en el programa electoral con el que llegaron al Gobierno, el de las generales del 10 de noviembre de 2019. En palabras de su portavoz parlamentario, Pablo Echenique, durante aquella campaña, "no queremos que los catalanes y los vascos se vayan, pero tienen que decirlo ellos, apostamos por la autodeterminación".
Según fuentes cercanas a Belarra, ella es firme creyente en ese concepto de país. De hecho, su entorno remarca que el origen navarro de la ministra de Derechos Sociales le hace entender ese concepto incluso mejor que a Pablo Iglesias. Su sensibilidad plurinacional es firme y ese origen territorial marcará su perfil político al frente del partido.
Un plan de meses
El pasado viernes comenzó el proceso interno de Podemos, que marcan los estatutos, para la culminación del Vistalegre IV, una asamblea ciudadana extraordinaria convocada específicamente para elegir nuevo secretario general tras la dimisión de Iglesias en la noche del 4-M. "Soy un tapón y mi presencia ya no suma", dijo, "y ya contamos con una líder mucho más capacitada para aunar voluntades, la vicepresidenta Yolanda Díaz que, sin duda, será la próxima presidenta del Gobierno de España".
Iglesias no citó a Belarra que, pese a ser ministra y miembro de la dirección estaba muy apartada a la izquierda del escenario... tanto, que no sale en casi ninguna de las fotos que quedarán como documento para la historia de la caída del político que revolucionó la política española hace siete años.
Y esa decisión se tomó de manera colegiada y consciente, para sacarla del foco y controlar los tiempos en la comunicación de los cambios que se precipitaban. Sin embargo, horas después, una filtración a Infolibre, confirmada después por este diario, desveló que el Consejo de Coordinación celebrado el miércoles en la sede de Podemos sirvió simplemente para darle la bendición de la dirección para que fuera la candidata oficialista. Es decir, la futura secretaria general.
No perder la calle
Belarra seguirá en el Gobierno, donde tratará de apretar el acelerador en la negociación de la Ley de Vivienda, en la que pretende implicar personalmente a José Luis Ábalos, ministro de Transportes, la cartera competente en la materia pero con el encargo expreso de Pedro Sánchez para acordar la norma con Derechos Sociales.
Cuenta con la experiencia de haber negociado dos Presupuestos (los fallidos de 2019 y los de 2021), y dos coaliciones de Gobierno (la fracasada tras el 28-A y la actual), además de haber formado parte de los enviados por Iglesias para cerrar la estructura final del propio Ejecutivo con los representantes del PSOE.
El escollo de la regulación de los alquileres no es sólo una cuestión de batalla política, sino un salvavidas para Podemos. O sea, a partir del 13 de junio, un salvavidas para ella misma. El partido morado nació de la acción callejera, apoyado en las llamadas mareas sociales. Y principalmente, en el movimiento antidesahucios, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y últimamente el Sindicato de Inquilinos.
Sin ese apoyo, Belarra perdería la calle, que es precisamente de donde ella viene. En ese sentido, Belarra es pata negra de Podemos. La hoy ministra no militó antes en ningún partido político, porque era una activista social hasta que empezó como inscrita convencida, apunta su entorno, por ser un espacio en el que, a diferencia de los existentes, sí cabía una activista social, y por los procesos participativos y democráticos del partido.
...aunque ahora su designación se parece bastante más a un 'dedazo' que a una elección democrática, más allá de que se vista con el aval de la votación de la militancia en el próximo mes.
Mujer y navarra
Otra de las misiones de Belarra es la de 'desmadrileñizar' Podemos. Cuando Iglesias se bajó del Gobierno a la arena política madrileña, ya estaba diseñado el plan de un tridente con Díaz y Montero. Pero ahora, este modelo estilo PNV, con una candidata y una jefa orgánica diferenciadas, se apoya en una gallega y en una navarra. Y eso, según las fuentes consultadas, pretende ser un valor de la etapa nueva que se abre.
De hecho, las fuentes de su entorno destacan que el hecho de proceder de Navarra, donde la cultura política es más diversa, le ayudará a crear un proyecto -como decíamos más arriba- aún más plurinacional.
Todo el mundo daba por hecho que la sucesión en Podemos estaba adjudicada y que Irene Montero sería la heredera. De hecho, no era un rumor de la prensa, era verdad. Pero lo cierto es que, pese a que todos lo sabíamos, nadie tenía ni idea de que Pablo Iglesias abandonaría la política tan pronto y de repente. Y entre una cosa y la otra, algo pasó para que la sucesora renunciara a ser secretaria general y candidata en el día después del líder.
Montero no quería suponer el mismo "tapón" que Iglesias. Y el hecho de ser pareja y de haber hecho juntos el periplo desde la oposición al PP, el apoyo externo al PSOE y, finalmente, la coalición de Gobierno, los ha quemado a los dos. Por eso, según ha podido saber este diario, ella misma ha preferido centrarse en el Ministerio de Igualdad y "dividirle la línea de tiro" tanto a la oposición como al propio Pedro Sánchez.
Los socialistas pueden estar tentados, se piensa en Podemos, de ahondar en el debilitamiento de su socio para ampliar su espacio electoral. Y el triunvirato Díaz-Belarra-Montero es un plan diseñado desde hace meses, aunque precipitado por el adelanto electoral madrileño.
Y es que la feminización de Podemos, que anunció Iglesias en su discurso de despedida, por fin ha llegado. Las tres mujeres se pondrán al frente de la confluencia política para, según explica el entorno de Belarra, trabajar en equipo y generar nuevas formas de hacer política, dicen, desde el consenso y el cuidado.
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