A mediodía de este miércoles, el entorno del presidente del Gobierno ya respiraba más tranquilo. Había "conseguido el compromiso" de la Administración Biden para desactivar el conflicto abierto por Marruecos. Y de hecho, las fuentes consultadas por este periódico esperaban "un gesto" desde Washington, donde residían gran parte de las claves para forzar a Rabat a dar marcha atrás.

A primera hora de la tarde, la Gendarmería marroquí, por fin, se organizó y montó un perímetro alrededor de los pasos que hasta ese momento habían sido paso libre. Y aunque hubo un nuevo asalto a la frontera, una vez restablecida cierta normalidad, una de las portavoces del Departamento de Estado de EEUU, Jalina Porter, dijo en rueda de prensa que el Gobierno de Estados Unidos "apoya que tanto España como Marruecos trabajen juntos hacia una resolución".

Probablemente, menos de lo deseado por Moncloa, porque el "gesto" de Washington limitaba la acción agresiva a una crisis migratoria, reclamando de palabra procesos migratorios "humanos, ordenados y justos". Pero un mensaje correspondiente con el lenguaje diplomático en el que se indica a dos aliados que el socio mayor no apoya el "conflicto" abierto por uno de ellos contra el otro.

Un agente de la Guardia Civil sostiene a un bebé de pocos meses al que ha salvado en el agua de Ceuta. GC

Desde la misma madrugada del lunes al martes, todo el equipo internacional de Pedro Sánchez se había puesto en marcha cercando al entorno de Joe Biden. El presidente demócrata, en los cuatro meses que lleva en el cargo, no había emitido demasiadas señales de cercanía con Moncloa, salvo una invitación a una cumbre de líderes sobre cambio climático.

En todo caso, el Ministerio de Asuntos Exteriores español había contactado con el Departamento de Estado. Y la Secretaría de Relaciones Internacionales del PSOE había hecho las llamadas pertinentes a sus contrapartes en el Partido Demócrata. Y haían logrado el objetivo.

Con el pie cambiado

A todos los interlocutores se les hizo ver que la acción "deliberada de desafío" por parte de Marruecos era "inaceptable". Y que, más allá de que Biden no haya corregido la grave decisión con la que se despidió de la política internacional su antecesor, Donald Trump -el 10 de diciembre, EEUU "reconoció la marroquinidad del Sáhara Occidental"-, el paso dado por Rabat era una agresión "consciente a la integridad de las fronteras españolas" que iba mucho más allá de una cuestión diplomática. Y que la vuelta al multilateralismo que pretende impulsar Biden no casaba con esto. 

Pero es cierto que la invasión de más de 8.000 personas en Ceuta iniciada el lunes pasado por la tarde pilló al Gobierno español con el pie cambiado.

Fuentes cercanas al presidente admiten que Sánchez se sorprendió por la agresividad de la acción. Moncloa era consciente del enfado de Rabat, y trataba de contener "una deriva desde hace meses" que no era "la adecuada". Pero, aunque había noticias de que, una vez acabado el Ramadán, Marruecos podría dejar ver su malestar, nadie había revisto esta marcha negra, como se la ha bautizado la acción en el país magrebí.

Hasta ahora, las expresiones de descontento de Rabat habían sido más contenidas. Desde la suspensión por dos veces de la Reunión de Alto Nivel (RAN) de los dos Gobiernos, pasando por las clausuras de fronteras con Ceuta y Melilla, y el desvío de la Operación Paso del Estrecho... a "la reciente crisis de los cayucos en Canarias, ya fue una escalada", admiten las fuentes consultadas, "y en la que hicimos nuestro trabajo".

Aunque se admite que faltó un gesto público, que Madrid mantuvo su habitual guion de contención, conversaciones de alto y bajo nivel, y concesiones "en forma de fondos y cooperación".

Escalada

Pero la oleada de miles de marroquíes hacia Ceuta en esta ocasión tuvo varias características muy determinadas. Todas ellas distintas y en una escalada "súbita", inesperada y claramente "provocadora".

La primera de ellas, la actitud de los gendarmes marroquíes que no sólo se quedaban de brazos cruzados, sino que incluso indicaban el camino y alentaban el paso de adultos, familias enteras y hasta menores solos de un lado al otro de la frontera.

La segunda, que ni uno solo de los asaltantes era de otra nacionalidad que marroquí. Algo que se ha interpretado como "un mensaje" del monarca alauí, advirtiendo del control que tiene del grifo fronterizo.

Y la tercera y definitiva, que Rabat no hizo ningún esfuerzo por disimular que era el propio Gobierno de Mohamed VI el que estaba detrás de la agresión. "De hecho, las palabras de la embajadora a su salida de las consultas a las que fue convocada por Exteriores fueron elocuentes". Hay que recordar que Karima Benyaich explicó que "hay acciones que tienen consecuencias, y se deben asumir", en referencia al acogimiento del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en un hospital de Logroño.

Reacción rápida

Por eso, la reacción del Gobierno de España fue "firme y contundente", según fuentes de Moncloa. El presidente Sánchez, ordenó el despliegue del Ejército -no sólo como medida práctica, sino como señal al país vecino-; hizo una declaración institucional en un lenguaje abiertamente duro, viajó de inmediato a las dos ciudades autónomas españolas del norte de África y activó todos los resortes diplomáticos y políticos.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este martes en La Moncloa. Efe

Moncloa fue de abajo arriba. De inicio, recabó el apoyo del líder de la oposición, Pablo Casado. Posteriormente, logró que todos los líderes de la Unión Europea se pusieran "en fila" y no se limitaran a declarar el apoyo a nuestro país, sino a darse por agredidos: "Las fronteras de España son las fronteras de la UE", dijo Charles Michel, presidente del Consejo.

Y con esa señal, Sánchez desplegó todos sus contactos al otro lado del Atlántico, porque la clave para desactivar el conflicto estaba en Washington.

No es que Estados Unidos necesitara un aviso para saber que las leyes internacionales están para cumplirlas. Pero la exhibición de unidad de los Veintisiete, los gestos y el lenguaje utilizado por España, todo ello en menos de 12 horas, surtieron efecto.

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