¿A qué viene que Pedro Sánchez tenga tanto interés en Nueva Zelanda, qué se nos ha perdido en las antípodas? Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores confirman que el trabajo viene de lejos y que toda la zona de Oceanía ha sido para España un terreno virgen hasta ahora.
¿Por qué España, su Gobierno, ha firmado esta semana un Acuerdo de Asociación Estratégica, con toda su parafernalia oficial y ceremoniosa, con un país que no sólo está exactamente en el otro extremo del mundo, sino con el que no nos une ninguna tradición o ningún interés regional en el plano comercial, de seguridad o de influencia?
Las mismas fuentes explican que ese terreno virgen quiere decir que hay mucho por crecer, y que somos países de tamaño similar -en territorio y en peso económico-, con una demografía comparable y gobiernos interesados por los mismos retos de futuro.
Sánchez y Ardern, explican fuentes de Moncloa, acordaron reforzar su concertación ante los desafíos globales, como el cambio climático, el proceso de vacunación mundial y o la necesidad de que la recupueración post pandemia "sea inclusiva".
Aunque a miles de kilómetros, explica el entorno de Sánchez a EL ESPAÑOL, "comparten una misma visión, el multilateralismo es el instrumento para abordar todos estos retos... sin dejar a nadie atrás". De hecho, entre ellos comparten un guiño, se hacen llamar "we, progressives" (nosotros, los progresistas), porque "creen en un mundo más sotenible, en la igualdad de género y en crecer protegiendo el medio ambiente.
Entonces, ¿es sólo porque la primera ministra de esas islas oceánicas es una mujer joven y socialdemócrata con la que han congeniado, o hay algo detrás? ¿Acaso España está, de la mano del presidente, tratando de ganar peso internacional y buscando nuevos nichos inexplorados? "Nuestras empresas hasta ahora no han llegado tan lejos, ni siquiera las muy grandes", añade este portavoz del Ministerio de Arancha González Laya, quien no en vano fue elegida en enero de 2020, precisamente, para esto.
"Habla euskera, inglés, francés, alemán e italiano", aseguran fuentes de Moncloa. Cuando fue nombrada, desde el entorno del presidente se señaló que "la diplomacia económica será prioritaria" en la nueva etapa que quería abrir Pedro Sánchez, con la salida de Josep Borrell, que había sido nombrado, pocos meses atrás Alto Representante de la Unión Europea para la Política Exterior.
Y ahí puede estar el secreto que explica por qué el presidente está desplegando en las últimas semanas, y tiene prevista, una actividad internacional frenética. Esta semana ha celebrado la 13ª cumbre bilateral con Polonia, en Alcalá de Henares; este jueves ha visitado Libia; el próximo lunes inicia la segunda gira en pocas semanas, esta vez por Costa Rica y Argentina, después de haberse recorrido media África, entre Senegal y Angola.
"Después de la pandemia", explican las fuentes citadas, "no hay excusa ya para no moverse, y había muchos compromisos demorados". Así, ya hace unos meses, el pasado noviembre, Sánchez impulsó la reanudación de las cumbre bilaterales, comenzando con Italia.
El entonces presidente del Consejo italiano era Giuseppe Conte, dimitido en enero. Pero la alianza entre los dos países que más han sufrido en la UE el embate de la Covid y cuyos intereses en materia de inmigración son comunes, ha continuado, como se pudo comprobar en el último Consejo de hace menos de dos semanas.
Esta semana, la cita con Mateusz Morawiecki, premier de Polonia, sirvió para explorar puntos de encuentro en el nuevo Pacto de Migración y Asilo -no en vano, es otro país con fronteras exteriores- y en la colaboración dentro de la OTAN en asuntos de ciberseguridad... quizás con enemigos muy distintos; nosotros, seguramente Marruecos; ellos, claramente, Rusia-.
Aznar e Irán
Según dijo el polaco, ésta fue "una cumbre sorprendente porque, aunque estemos en extremos opuestos, hay mucho en lo que estamos de acuerdo". Sorprendente, sobre todo, porque Sánchez es uno de los más activos en la Unión contra "países con gobiernos iliberales y populistas" como el polaco, todavía sometido a un procedimiento de sanción por el artículo 7 de los Tratados.
En el pasado, otro presidente español que echó la mirada sobre un país con el que nuestro país nunca había mostrado intereses prioritarios fue José María Aznar. En su empeño atlantista, y como una inversión de futuro con el doble objetivo comercial y político para intermediar con EEUU, el presidente popular de los años 90 impulsó una prospección de intereses compartidos con Irán. La cosa no terminó de avanzar, sobre todo cuando las fuerzas se centraron en la guerra de Irak.
En todo caso, la asociación sellada por Pedro Sánchez y Jacinda Ardern en nombre de Nueva Zelanda puede ser una oportunidad inesperada. Según el documento firmado, ambos países destacan sus (desconocidos) "estrechos vínculos" en defensa de "un orden multilateral más democrático" y una política exterior "guiada por valores" en busca de "la sostenibilidad, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres, el Estado de Derecho, los Derechos Humanos".
Solidarios y comprometidos
La declaración conjunta no es un mero abrazo diplomático, sino que contiene ocho puntos muy concretos, incluye una "Asociación de Valores Globales" entre los dos países que comprometerá a futuras administraciones que sucedan a Ardern y Sánchez en Madrid y Wellington. Además, incluye con compromisos efectivos con intercambio de "visitas recíprocas" entre los dos mandatarios en cuanto el coronavirus lo permite y reuniones entre los respectivos ministros de Exteriores para "concertar posiciones con frecuencia".
Un punto interesante de lo firmado, más allá de las buenas intenciones con el multilateralismo, los derechos humanos y la paz mundial, es el impulso a las relaciones de "cooperación regional en el Indo-Pacífico, América Latina y África". En estas regiones y, sobre todo, en este último continente, es donde ambos países han liderado la iniciativa Covax para la producción y distribución de vacunas contra la Covid a todas las poblaciones, incluidas las de países sin músculo financiero o de distribución e inoculación de las dosis.
Además, Sánchez se compromete a impulsar un acuerdo de libre comercio entra la Unión Europea y Nueva Zelanda con un objetivo doble: particular y global. En el campo del interés propio, "para proporcionar nuevas oportunidades comercio y de inversión entre nuestros países". Y en el multilateral, para servir de modelo a una nueva generación de acuerdos de libre comercio en el mundo" que sean "integrales, equilibrados, sostenibles y ambiciosos".
Enfoque de género
Las fuentes consultadas en el Gobierno explican que el presidente Sánchez se siente cómodo en el plano internacional, no en vano es el primer jefe de Gobierno español con un inglés fluido.
Además, en el caso neozelandés no hay que perder de vista el componente feminista, destacan las fuentes consultadas. Según datos oficiales de Naciones Unidas, tan sólo en 22 países del mundo hay jefas de Estado o de Gobierno, y 119 países nunca han sido presididos por mujeres, entre ellos España. ONU Mujeres augura que, "al ritmo actual, la igualdad de género en las más altas esferas de decisión no se logrará antes de que pasen otros 130 años.
Además del enfoque de género está el de oportunidad. Después del "parón absoluto de los intercambios durante la pandemia", está acelerando los contactos para adelantarse y poner a España en una posición de ventaja que traiga inversiones y abra canales para la internacionalización de nuestras empresas. De ahí la exploración de campos como el africano y el oceánico, habitualmente poco abandonados por nuestro país, que son "campos sin arar".
Pero la semana que viene "vamos a Costa Rica y Argentina", recuerdan, "todo eso lo hacemos sin abandonar nuestras dos columnas principales, la UE y Latinoamérica".