Cuando este periódico desveló los planes de Pedro Sánchez para la próxima crisis de Gobierno, todos los dedos en Unidas Podemos señalaron a Alberto Garzón. Su único valedor en Moncloa era Pablo Iglesias -el del pacto de los botellines-, que ya no está.
El otro asidero de Garzón es que representa la cuota Izquierda Unida en el Ejecutivo, pero con su polémica campaña contra el consumo de carne ha acabado por perderlo.
El ministro de Consumo no tiene quien lo defienda en el Ejecutivo, y son muchas las voces en Unidas Podemos que lo consideran "una rémora" para el discurso de la confluencia, todavía en reconstrucción tras la salida de Iglesias.
Iglesias dejó a dos mujeres como herederas: una en el partido, Ione Belarra, y otra en el Gobierno, Yolanda Díaz. Ambas lo dan por amortizado. Es histórica la rivalidad entre Garzón y Díaz, que abandonó IU en otoño de 2019 "por desavenencias políticas graves" con la dirección. Es decir, con él.
Hoy en día, la líder de Unidas Podemos en el Ejecutivo sólo milita en el Partido Comunista de España. Pero el PCE está en IU, de modo que si el presidente le obliga a elegir cuál de los ministros morados debe caer para reducir las sillas del Consejo de Ministros, Garzón es el que menos asideros tiene. Además, siquiera indirectamente, ella ya cubre el hueco de Izquierda Unida.
Con su vídeo, su hilo de Twitter y su campaña #MenosCarneMásVida, el ministro de Consumo logró este jueves que lo desautorizaran en una sola mañana todos los sindicatos agrarios, asociaciones de empresarios de la industria cárnica, presidentes autonómicos, líderes de la oposición, el ministro de Agricultura y el propio presidente del Gobierno: "A mí, donde me pongan un chuletón al punto... eso es imbatible".
Su campaña de que comer menos carne es beneficioso para el medio ambiente y la salud no fue coordinada ni con la Vicepresidencia cuarta, de Transición Ecológica -Teresa Ribera, competente en el primer campo-, ni con el Ministerio de Sanidad de Carolina Darias.
Tampoco, por supuesto, con José Luis Planas, titular de Agricultura, que afirmó que "es una campaña tan errónea como la de que 'el azúcar mata'". Planas, añadió aún más: "Los políticos no tenemos que crear problemas, sino resolverlos; no debemos generar inquietud, sino dar tranquilidad".
Además, en la presentación del Observatorio sobre el sector agroalimentario español en el contexto europeo. Informe 2020 de Cajamar, Planas puso en valor el trabajo del sector para mitigar las emisiones y sostuvo que la ganadería "no se merece" las declaraciones de Garzón, que no considera ajustadas a la "realidad".
Un enfoque parecido al de la propia vicepresidenta Yolanda Díaz, que este miércoles viajaba a Mérida defendiendo al sector agrario: "La agricultura es un sector estratégico", apuntaba antes de firmar un convenio con Guillermo Fernández Vara para acabar con el trabajo en precario.
El ministro de Agricultura sostiene que desconocía las intenciones de Garzón, que sin embargo considera que Planas conoce "perfectamente" su línea de trabajo. Un enfoque que, de hecho, aparece mencionado en el plan España 2050 del Gobierno: "Esta reducción de ciertos consumos no provocará un empeoramiento de las condiciones de vida ni del bienestar de la ciudadanía. De hecho, probablemente ayudará a mejorarlas", apunta el documento en su capítulo dedicado a la huella ecológica.
"Numerosos estudios señalan que el consumo de carne de la población española es entre dos y cinco veces superior al recomendable", incide citando a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los párrafos se acompañan de gráficos que apoyan el desequilibrio de la dieta actual en España respecto a la llamada mediterránea. "Existe literatura que demuestra que un mayor gasto en comida [...] no guarda una relación directa con un mayor nivel de satisfacción vital".
Todos contra él
Pedro Sánchez fue preguntado por esta polémica en Vilna, junto a la primera ministra lituana, Ingrida Simonyte. "A mí, donde me pongan un chuletón al punto, eso es imbatible", dijo para dar por zanjado el asunto.
Al otro lado, en una conexión en directo con La Sexta, escuchaba Garzón, que repuso que no abandonará "en ningún momento" su línea de trabajo y que tampoco lo hará el Gobierno.
Pablo Casado, calificó la propuesta de Garzón de "estrafalaria" y denunció lo que considera un "intervencionismo". Si no saben gestionar, "váyanse a su casa", agregó el presidente del PP. También la líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, junto al vicepresidente de Castilla y León, Francisco Igea, arremetieron contra Garzón por "atacar al sector cárnico" y a los ganaderos "sin ninguna justificación" y recordaron que el sector genera más de 100.000 empleos y supone más del 2,3% del PIB.
"Este hombre cada vez que habla hace daño a sectores muy importantes", reprochó el presidente cántabro Revilla. Y en la misma línea, García-Page acusó a Garzón de estar inventándose "su cargo todos los días". Según el barón socialista, el ministro "no tiene nada que hacer y lo único que tiene que hacer es amenazar con miles de puestos de trabajo dedicados en esta provincia al sector cárnico, mañana irán con el vino, pasado con el queso", lamentó.
Condenado por Gobierno y oposición, y abandonado por sus colegas de Unidas Podemos, Garzón dijo "esperarse las críticas". Y se negó a defenderse alegando que lo importante es "no generar un ruido adicional", recordando que su línea de trabajo está "planteada desde hace tiempo" y "las posiciones están claras".
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