Pablo Casado tiene varias cosas claras en política internacional, la que como el mismo líder de la oposición suele recordar fue su materia de especialización cuando trabajaba en la tramoya de la política, lo que incluye su etapa como jefe de Gabinete del ex presidente del Gobierno, José María Aznar.
Pero sobre todas ellas su atlantismo convencido, que volvía a dejar de manifiesto con motivo de la crisis de Afganistán, planteando de nuevo al Gobierno de Pedro Sánchez que ofrezca la base de Rota (Cádiz) como sede de la IV Flota americana, algo que hacía este lunes en declaraciones a la prensa en Murcia.
Sin embargo, y en la estela de los posicionamientos que esta misma semana hacía en una entrevista en EL ESPAÑOL el ex ministro de Asuntos Exteriores y antiguo líder del PP catalán, Josep Piqué, en su equipo se empiezan a deslizar posiciones que, aun indubitadamente partidarias de EEUU y de su papel como "paraguas" de seguridad para la Unión Europea (UE), se distancian de los planteamientos de los neocon norteamericanos.
Se trata de la corriente del Partido Republicano que tanto influyó hace dos décadas en el presidente George W. Bush y en su decisión de invadir primero Afganistán, justo después de los ataques del 11-S, y poco después Irak, con el apoyo entonces del Gobierno Aznar.
Piqué acusaba a los mandos americanos, con la excepción del general David Petraeus, de haber tenido "una aproximación muy simplista a sociedades que son muy distintas. Porque si no, no se puede entender cómo no más de cien mil milicianos, la mayoría de origen pastún, hayan podido hacer una ofensiva como la que han hecho" señalaba el ex ministro respecto a la celérica toma de Kabul por parte de los talibanes.
El ex responsable de la cartera de Exteriores añadía, en declaraciones a este periódico, que "sin entender todas estas cricunstancias es absolutamente ilusorio intentar crear un poder político alternativo que se comporte como en las sociedades occidentales, tratando de importar nuestro modelo". Su diagnóstico sobre el fracaso en Afganistán -todo un aldabonazo a la política de Bush hijo, respaldada por el Gobierno del PP al que perteneció- no es del todo ajeno al que muchos hacen estos días en Genova.
"Exportar un modelo"
Como Casado, quienes pilotan ahora el PP apenas eran unos veinteañeros durante la segunda legislatura de Aznar, en la que se tomó un rumbo de apoyo a la entonces Administración republicana en la Casa Blanca que, singularmente en el caso de la intervención en Irak, provocó fuertes olas de protesta en la sociedad española, con el célebre movimiento del "no a la guerra".
Fuentes de la cúpula popular subrayan que en cualquier caso en otras ocasiones, como la primera guerra del Golfo contra el dictador iraquí Sadam Husein, fue un gobierno socialista el que se alineó con EEUU. Pero afirman que desde el punto de vista de los intereses norteamericanos, y aun en un plano estrictamente analítico, los llamados neocons erraron al intentar imponer un modelo de sociedad que no era exportable a muchos países de Oriente Próximo.
En el equipo de Exteriores del primer partido de la oposición se defiende también que la UE aumente su presencia institucional y el perfil de su interlocución con EEUU. Consideran que es un aspecto que ha empeorado notablemente desde los tiempos de Javier Solana como Alto Representante, el cargo que ahora ocupa otro socialista, Josep Borrell. Solana es uno de los ex ministros del PSOE con los que mejor relación tiene Casado, como ambos han puesto de manifiesto en varias ocasiones.
Por otra parte, si bien Casado respalda la actuación de Biden en la retirada afgana, en el PP consideran que hay que estar alerta con el papel que puedan tener las potencias cercanas geográficamente como Rusia, China o Irán, con su siempre inquietante priograma nuclear. Sin perder de vista la tensión entre Pakistán y la India. Y todo ello garantizando que el repliegue de los ciudadanos afganos amenzados por el nuevo poder de los talibanes se complete de manera efectiva y segura.