La paralización judicial de la devolución de menores en Ceuta y el aparente callejón sin salida en el que entra lo que en principio era un desbloqueo de la situación de crisis con Marruecos, tras las gestiones del ministro de Exteriores, José Manuel Albares, vuelve a poner en la picota al titular de Interior, Fernando Grande-Marlaska.
Hasta el punto de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha decidido improvisar una reunión al más alto nivel en La Moncloa, este mismo miércoles, con el presidente de la Ciudad Autónoma, el popular Juan Jesús Vivas, para buscar soluciones a la situación creada, que se suma a otros tropiezos de Marlaska enmendados por los tribunales.
Las posibles irregularidades en el proceso de devolución al vecino del sur de los menores que entraron en mayo a territorio ceutí -tras relajar el régimen de Mohamed VI los controles fronterizos en respuesta a la acogida en España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali- fueron denunciadas desde el primer momento por decenas de ONG, por el Defensor del Pueblo, por la ministra de Derechos Sociales y líder de Podemos, Ione Belarra, y provocaron que la Fiscalía abriese una investigación.
Posteriormente, la Justicia ha dictaminado que no se respetó la Ley de Extranjería al no haber informes individualizados de los menores devueltos a su país. Marlaska, en cambio, lleva semanas insistiendo en que "el interés superior del menor era el retorno a su familia, a su entorno social" y que cada uno de ellos está identificado y tiene una "valoración de vulnerabilidad" individualizada.
Organizaciones como Save The Children, por el contrario, afirmaban que devolverles a Marruecos era arrojarles al peligro de ser víctimas de abusos, explotación laboral o, incluso, violencia sexual.
Las lagunas jurídicas en este procedimiento, que deja en el limbo a un millar de menores no acompañados, entre los trescientos que ya estaban en Ceuta y los ochocientos que llegaron en mayo en el punto álgido de la crisis migratoria entre Madrid y Rabat, no son el primer tropiezo jurídico del titular de Interior. El eminente magistrado, que se encuentra en excedencia tras haber ejercido muchos años en la Audiencia Nacional, ha cometido otros resbalones desde que entró a formar parte del Gobierno en 2018, tras la moción de censura que aupó a Sánchez al poder.
El concepto de "morada"
Este mismo año, Grande-Marlaska levantó un gran polémica con unas declaraciones en las que justificaba la 'patada en la puerta' policial durante el estado de alarma, en el caso de las fiestas ilegales que se realizaron durante la época de los toques de queda y el cierre del ocio nocturno, algunas de las cuales fueron interrumpidas por las Fuerzas de Seguridad.
El ministro se enredó en una disquisición sobre el concepto de "morada", que, explicó en declaraciones a los medios de comunicación, "no es formal, sino material", y afecta al lugar en el que se realice "la intimidad más plena de una persona". Ponía así en duda que eso operase en el caso de algunos pisos turísticos donde se celebraron esas fiestas que violaban las restricciones de movimientos impuestas para combatir la Covid.
El año pasado otra decisión de su ministerio estuvo en el ojo del huracán: el cese del coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Guardia Civil en la Comunidad de Madrid por un informe sobre los posibles vínculos entre las marchas del 8-M, el día internacional de la mujer trabajadora, en 2020 y la expansión del coronavirus.
De nuevo la Audiencia Nacional, el tribunal en el que el magistrado Marlaska cimentó durante años su prestigio, le enmendaba la plana, anulando por ilegal el cese, en una decisión que está recurrida por el Gobierno. Las propias explicaciones del titular de Interior sobre el cese fueron confusas, ya que si en un primer momento lo atribuyó, genéricamente, a una "pérdida de confianza", posteriormente un informe de su cartera afirmó que el motivo era que Pérez de los Cobos no había informado de las pesquisas realizadas para la elaboración del informe de marras.
Todos esos frentes, criticados por la oposición, han ido poniéndole en entredicho. Pero el resbalón de Ceuta crea una situación en la que el mismísimo Sánchez, nada más volver de vacaciones y en medio de una crisis de la envergadura de la de Afganistán, ha tenido que tomar cartas en el asunto.