El pescado ya está por las nubes, y no es Navidad. Los precios de venta al público del pescado han subido entre un 30% y un 50% en algunas especies. La luz no para de subir -más allá de la intervención del Gobierno-, y los carburantes han seguido la estela, con alzas de más del 10% en los últimos dos meses.
La inflación ha tocado el 4% el último mes, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Y a cambio, el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), ése que "defiende a los más vulnerables de este país", ha tenido un empujoncito del 1,6% este septiembre tras pasarse más de un año y medio congelado.
La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, llevaba dando la batalla desde diciembre de 2020. Y ahora quiere llegar en enero a los 1.000 euros al mes. "Sería una cifra muy bonita, ¿no?", apuntan fuentes cercanas a la líder de Unidas Podemos en el Gobierno de coalición.
El mito que la envuelve dice que gana todas las batallas, pero ésta le ha costado 10 meses, todo hay que decirlo. Y el alza no cumple con sus expectativas, aunque ahora dice que se habría "contentado con menos", o eso afirma su entorno más cercano. Después de subir el SMI en más de un 30% en los últimos años, desde que gobierna, el pasado martes el Consejo de Ministros sólo aceptó pasarlo de 950 a los 965 euros al mes en 14 pagas.
Cómo será de importante este asunto en las cuestiones de imagen para el Gobierno que su rival más encarnizada en el Ejecutivo, Nadia Calviño, no sólo afirma que ella "siempre" quiso subir este índice, ahora que ha cedido. Es que incluso trata de poner el foco en que "prorrateado a 12 meses, que es como se cobra en los países de nuestro entorno, España ya tiene el SMI en 1.125 euros".
Tres peleas antes de Navidad
Pero a Yolanda Díaz no le valen esas cuentas. Sabe que tiene tres peleas tremendas que solventar en un par de meses, de aquí a que acabe el año: la reforma laboral, la de las pensiones y el SMI. En las tres, de inicio, tiene las de perder.
Ni Bruselas ni Calviño aceptarán las medidas que ella querría imponer en el mercado de trabajo -del que es ministra-, así que tendrá que olvidarse de "derogar" la reforma laboral y se concentrará en modificar "los aspectos más negativos" de la ley del PP.
Ella ya ha advertido públicamente que vaya "con cautela" su compañero José Luis Escrivá, porque "no puede contar con Unidas Podemos para bajar las pensiones". Pero habrá que ser muy creativo para que el "mecanismo de equidad intergeneracional" se aleje mucho de aquello que planteó el ministro de Seguridad Social el pasado mes de julio: "Los babyboomers [cuarentones] tendrán que elegir entre trabajar un poco más o cobrar un poco menos".
Pero, ¿y en el SMI? La reciente subida de 15 euros se sitúa en la horquilla baja de la senda que propusieron los expertos, que fijaron antes de verano los ritmos a los que debería alcanzarse el compromiso del Gobierno a fin de legislatura, el 60% del salario medio, como marca la Carta Social Europea.
La vicepresidenta, en el último Consejo de Ministros, defendió que estaba "en la mediana", lo que es evidente, si nos atenemos a la definición científica de este término estadístico: "Es un concepto de posición central que parte la distribución en dos, es decir, deja la misma cantidad de valores a un lado que a otro". Claro, todos los que cobran el SMI, lo cobran: no hay ninguno más a un lado que al otro...
La senda marcada
Pero su entorno admite en privado que "siguiendo ese ritmo, la subida para enero nos dejaría en 996 euros" al mes en 14 pagas. "Muy cerca de los 1.000 euros", una barrera psicológica que, siguiendo la lógica propagandística del Gobierno -lo que más arriba llamábamos "cuestiones de imagen"-, Díaz se conjura en conseguir alcanzar.
La senda de crecimiento marcada por la Comisión Asesora para el Análisis del SMI establecía distintos escenarios entre 2021 y 2023. Las horquillas serían: En 2021, entre 12 y 19 euros; en 2022, entre 24 y 40 euros y finalmente, en 2023, entre 25 y 40 euros. El informe situaba el 60% del salario medio entre los 1.011 y 1.049 euros en 2023 en función, claro, del crecimiento de los salarios, ahora muy presionado por la inflación creciente.
Y por mucho que fuentes oficiales de Hacienda insistan en que "lo que crece es el IPC medio, pero el subyacente no sufre tantas tensiones", y más allá de que el 4% del primero esté lejos del 1% del segundo, lo cierto es que el ritmo de este último se ha acelerado en los últimos tres meses. Lo que demuestra, precisamente, que los precios de la energía y los carburantes ya están dando su segundo paso y llegando a la economía real.
Así que la llamada "mediana" y la negociación colectiva -que Díaz quiere reforzar en su reforma laboral- tirarán hacia arriba las horquillas del 60% del salario medio.
"Es la mesa ordinaria del diálogo social la que debe pactar en diciembre para que entre en vigor en enero", explican las fuentes de Trabajo consultadas por este diario. Ella es "la ministra ponderada", defiende la titular de Trabajo en privado, "y no quiero el máximo": Es decir, no exigirá esos 19 euros que pondrían el SMI en 1.004 euros. Pero no se contentará con 996. Su objetivo es la barrera psicológica de los 1.000 euros.
Sindicatos y patronal
Y para este "trabajo", Yolanda Díaz cuenta con el apoyo de los sindicatos. Fuentes de estas organizaciones consultadas por EL ESPAÑOL avisan de que no cederán a una cantidad que esté por debajo del millar mensual de euros cuando llegue la Navidad, haya que comprar el besugo para las cenas de celebración y, en el último Consejo de Ministros del año, el Gobierno deba aprobar el decreto del Salario Mínimo para 2022.
"Es nuestra línea roja", aseguran fuentes de UGT, que recuerdan el objetivo del 60% de salario medio español en 2023. Los cálculos que manejan los trabajadores sí se ubican en la parte alta de la horquilla final, precisamente por lo dicho más arriba a propósito de la inflación. E indican que para entonces el salario mínimo debería estar en los 1.049 euros mensuales.
Por ello, argumentan que llevar el SMI a los 1.000 euros en enero es la única de cumplir la senda. Rebajar esta alza sólo llevaría a que se tuviera que forzar la marcha en 2023. Y los sindicatos apuntan a que, si no, al Gobierno le espera un primer trimestre de año "caliente" con movilizaciones sociales y con los trabajadores "borrados" del Diálogo Social.
¿Y qué dice la CEOE de todo esto? Por lo pronto está a la espera. Si bien no ha querido sumarse al pacto para subir el SMI de este 2021, no descarta hacerlo en el caso de 2022. De hecho, el entorno de Díaz lo da por hecho: "Si la CEOE y Cepyme hubieran estado verdaderamente en contra de esta última subida, habrían hecho mucho más ruido, y Garamendi estuvo callado".
Desde la patronal aseguran que, como mínimo, participarán en la negociación. Pero no desvelan su posición que, indican, estará marcada por la situación económica y sus previsiones.
Noticias relacionadas
O gestiona tu suscripción con Google
¿Qué incluye tu suscripción?
- +Acceso limitado a todo el contenido
- +Navega sin publicidad intrusiva
- +La Primera del Domingo
- +Newsletters informativas
- +Revistas Spain media
- +Zona Ñ
- +La Edición
- +Eventos