"La masculinización no es el problema": la labradora de Cs pide a Irene Montero que suba con ella al tractor
María Ángeles Rosado, miembro de la Ejecutiva nacional de Cs, es agricultora y politóloga. Madre de dos hijos, vive en un pueblo de cincuenta habitantes.
16 octubre, 2021 03:42Noticias relacionadas
Abonar, cosechar, labrar, sembrar, desbrozar. Así se conjuga el presente de María Ángeles Rosado (Ciudad Real, 1979). Esta semana llegó a Sayatón –el pueblo de cincuenta habitantes en el que vive– la noticia de que Irene Montero dedicará 32 millones de euros a "combatir la masculinidad del mundo rural".
"El problema es que la ministra no sabe de lo que habla. Le invito a que suba conmigo al tractor, a que se quede un fin de semana en casa, a que me acompañe a recoger a mis hijos, a ir de un sitio para otro...", saluda ya en casa después de una jornada de trabajo.
Rosado saltó precisamente a la palestra con sus intervenciones en Twitter sobre la vida rural. En concreto, con una fotografía en pleno diciembre. Arremangada, con sudor en la frente, añadió: "Terminando de sembrar. Madre, joven agricultora en Sayatón, pequeño municipio de cincuenta habitantes de Guadalajara sin colegio ni pediatra; y médico una hora a la semana. Y aquí seguimos, con una sonrisa, dando de comer al mundo".
Esa sonrisa poco tardó en viajar a un cartel electoral. Fue uno de los fichajes estrella de Albert Rivera de cara a las elecciones generales. Rosado recorrió cientos de kilómetros para concienciar a los electores sobre el drama que asola a la llamada España vacía.
"La masculinización no es el principal problema. Las mujeres se van del campo por la falta de oportunidades y la ausencia de servicios básicos. ¡Que empiecen por ahí! Que destinen ese dinero a lo verdaderamente apremiante", relata Rosado.
También miembro de la Ejecutiva nacional de Ciudadanos, esta agricultora, hija de un pastor, decidió estudiar Ciencias Políticas tras contemplar cómo una catástrofe natural arruinaba las explotaciones de su familia. "¿Y esto cómo se arregla?", pensó aquella niña. "Pues siendo ministra de Agricultura", se respondió. ¿Y qué hay que estudiar? "Políticas", le dijo su madre.
Los problemas "apremiantes" que expulsan a la mujer del mundo rural –detalla Rosado– son estos: muchos de los colegios de las cabeceras de comarca no tienen un profesor para cada curso, no hay guarderías, apenas existen los comedores escolares, no llega la fibra óptica...
"Eso es lo importante. Las mujeres se van porque no pueden conciliar y porque no tienen oportunidades. Yo también llevo muchos años combatiendo la 'masculinización', pero esa no es la causa principal del éxodo de las mujeres rurales", resume Rosado.
La vida en Sayatón
Estamos en Sayatón. El año pasado, María Ángeles tardó quince horas en actualizar su ordenador. Los directores de los bancos de la comarca llegan con un maletín y reparten las pensiones a los mayores en metálico. No existen medios de transporte públicos ni privados que conecten con las grandes ciudades.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), hay en España cinco millones de "mujeres rurales", catalogándose así a todas aquellas que viven en poblaciones con menos de mil habitantes. Un tercio de ellas supera los 65 años. El ministerio de Igualdad menciona una "doble brecha": la de género y la rural.
–Con el boom de la llamada "España vacía", ¿ha mejorado la situación?
–No. Hemos ido hacia atrás. Y eso que ahora existe un ministerio específico, el del "reto demográfico".
Preguntada al respecto, María Ángeles Rosado menciona un ejemplo concreto: su hija va al colegio en Pastrana, localidad que recibe a los niños del resto de la comarca. "Este año se han unificado varios cursos en un aula. Por ejemplo, en la hora de Matemáticas, el profesor enseña a la vez a los de tercero y a los de cuarto".
"Por eso le digo a Montero que, antes que hablar de masculinización, lo que necesitamos es que se garanticen los servicios mínimos en las cabeceras de comarca. Si no, seguiremos perdiendo población a borbotones", apostilla.
"Los colegios continúan sin comedores. ¿Cómo vamos a conciliar? ¿Qué trabajos vamos a tener? Pero Montero no conoce el medio rural. La verdadera brecha es la de la falta de servicios y oportunidades", reitera Rosado.
Parte del diagnóstico, sin embargo, es común en esta agricultora y en la ministra de Igualdad. Rosado también arguye que las principales tareas agrarias y ganaderas han estado tradicionalmente en manos de los hombres, pero no cree que las mujeres hayan abandonado por eso la vida rural.
¿Fiscalidad diferenciada?
–¿Qué medida, por ejemplo, consideraría eficaz?
–Los agricultores mantenemos el paisaje y el medioambiente. Si damos eso a la sociedad, ¿por qué no compensarlo fiscalmente?
Rosado afirma no olvidar cuando Montero, en plena pandemia, "dijo que vivir en el campo era un privilegio": "Depende de para qué. Tenemos una atmósfera más limpia, apenas tráfico y nuestros hijos gozan de mayor libertad para jugar en la calle, pero... ¿y si se ponen enfermos una noche de invierno y el hospital está a setenta kilómetros? Carecemos de tantos servicios básicos...".
Esta agricultora también ha trabajado como formadora de igualdad en cooperativas agroalimentarias: "Intentamos que las mujeres estuvieran presentes en los consejos rectores". Indica que, en 2011, con Zapatero, se promulgó la ley de titularidad compartida de las explotaciones agrarias.
–¿Y eso qué es?
–Una figura jurídica que hace que las mujeres cónyuges también puedan estar al frente de las explotaciones. Tradicionalmente eran los hombres porque, aunque ambos trabajábamos codo a codo, las mujeres también teníamos el curro de casa. Entonces ni teníamos voz ni cotizábamos. No éramos las titulares.
–¿La ley surtió el efecto buscado?
–Diez años después, sólo hay 800 explotaciones compartidas entre más de un millón. Han hecho alguna campaña, pero muy pobre. No ha funcionado. Si Montero quiere Igualdad, debería preocuparse de que todas las mujeres estuvieran al tanto de esto.
Rosado, por otra parte, teme que los 32 millones de euros de Montero se traduzcan en cursos impartidos por las asociaciones próximas ideológicamente al ministerio y que se genere una "red clientelar".
"En lugar de contratar como asesora a una mujer condenada por agredir a las fuerzas de seguridad del Estado, podría rehabilitar las casas de la Guardia Civil en el entorno rural, donde muchas mujeres viven en condiciones deplorables", incide.
–¿Cómo es para usted un martes cualquiera?
–Me levanto a las siete. Dejo la comida hecha y pongo lavadoras y esas cosas. Levanto a mis hijos. Les llevo al colegio a Pastrana, otro pueblo. Vuelvo y me voy a trabajar. Mi marido y yo tenemos una explotación de cereal y olivar. Labramos, sembramos, desbrozamos, recogemos la aceituna, abonamos... Todo. A la una y media, vengo al pueblo, dejo el tractor, cojo el coche, voy a por mis hijos, les traigo y les pongo la comida. Por la tarde, otra vez a trabajar. A veces son seis viajes.
–Antes decía que invitaba a Irene Montero.
–Sí, sí, aprovecho esta entrevista para invitarle de verdad a que venga y vea todo esto. Se lo enseñaré encantada.