El presidente Pedro Sánchez se dirigió a 9.500 personas este domingo en Valencia. Entre ellas, unos 1.700 delegados del 40º Congreso del PSOE. Si quería "unidad del socialismo" en este cónclave, no se dejó "a nadie atrás"... porque todos querían estar a su lado. Él tiene el poder, lo ejerce, marca el paso, "avanza" en sus planes como dice el lema del cónclave, y ningún socialista se lo quería perder.
El reelegido Pedro Sánchez volvió dialécticamente a la "socialdemocracia" como la guía, la responsable, la constructora y "la centralidad" de la España que hoy conocemos.
Un concepto que, ahora, le gusta más que insistir en que "somos la izquierda" de hace cuatro años... o la misma palabra "socialista" que consta en el acrónimo del partido que dirige: "Todos los avances sociales los hemos traído nosotros, todas las conquistas de derechos, todas las profundizaciones en la democracia, son del PSOE".
El secretario general Pedro Sánchez legitimó toda su obra -la pasada, desde que llegó a la Moncloa hace ya tres años largos-, la presente -ahora que se apoya en los independentistas de ERC y Bildu- y la futura -"avanzando hacia un ciclo socialdemócrata que necesita este país"- en el legado de sus antecesores.
"El mismo guion que siguieron Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero es el que sigo yo ahora, el que sigue mi Gobierno", proclamó ahora que se embarca en una reforma constitucional, en abolir la prostitución, en proteger a los trabajadores y en buscar "la inmunidad de grupo, como la que nos protege de la pandemia, frente a los que quieren el poder pero no la democracia".
Es decir, la ultraderecha y "la derecha tradicional, desconcertada, acomplejada y desorientada" ante el resurgimiento de los extremistas. "Por eso no hacen oposición a mi Gobierno, sino al sistema mismo. Porque niegan nuestra legitimidad como Gobierno y lo hacen, incluso, en nombre de la Constitución Española".
... Y por eso, porque el PSOE "es el partido que construye España", y los demás son los que "fracasaron con sus recetas neoliberales, injustas e ineficientes en la crisis de 2008", por eso -dijo-, él recibe "las mismas críticas que recibieron Felipe y José Luis. ¡Que queremos romper España, dicen!".
29 Felipes, 29 ZPs... y Pedro
El entronizado líder de la socialdemocracia "europea y mundial" ha convertido la "unidad" de este 40º Congreso del PSOE en una especie de visto bueno preventivo a todo lo que venga a partir de ahora. Si hubo distancia con Zapatero y hasta "desafección" con González, este domingo los citó un total de 29 veces durante la hora que duró su discurso de cierre.
Nadie imaginó tal ejercicio de abrazo al viejo "jarrón chino" abandonado durante cinco años. Una cita cada dos minutos en el día grande del ya no sólo indiscutible sino indiscutido Pedro... eso sí, a cada "Felipe" en la boca del líder le acompañó un "José Luis" para compensar.
Sánchez puso varios ejemplos concretos para subrayar que sus políticas siguen la senda de sus antecesores socialistas. La "protección de los trabajadores" desplegada con la pandemia, según expuso, es herencia de las "pensiones no contributivas" que impulsó González o las "ayudas a la dependencia" de Zapatero.
En materia de "nuevos derechos sociales", equiparó la "despenalización del aborto" del presidente sevillano con la "ley contra la violencia de género" del leonés y la de eutanasia del actual Ejecutivo. "Todos los avances sociales llevan la rúbrica de PSOE", llegó a afirmar. Incluso dio la vuelta a la andanada que le lanzó Felipe en su "repaso" del sábado al presentar el "éxito de la vacunación" como culminación de los que "sentaron las bases de la sanidad pública".
Prostitución y Constitución
Hay un compromiso que sale de este congreso, que es el de "abolir la prostitución que esclaviza a las mujeres". Uno no sabe si hay una coma entre la palabra prostitución y el relativo que... y la disquisición lingüística no es menor. Porque limitaría mucho el ambicioso objetivo que no la hubiera.
Así, bastaría -que no es poco- atacar a las redes de trata y perseguir a los proxenetas. Incluir el signo ortográfico convertiría la promesa en quimera elogiable pero inabordable. Pero ya lo dijo ZP el día anterior: "Sí, es el oficio más viejo del mundo, es decir, la injusticia más antigua de la humanidad".
Y sale del cónclave otro desafío, la reforma constitucional. "Porque los socialistas no nos limitamos a gestionar la realidad, sino que queremos avanzar", recordó Sánchez, insistiendo en que el lema del congreso también vale para esto. Y si la ultraderecha les niega la legitimidad, él le reconoció que "son tan españoles como nosotros, y tienen tanto derecho como nosotros a gobernar, ni más ni menos"... es decir, que ahora le toca a él, al socialdemócrata, y él quiere reformar la Carta Magna.
Sánchez repitió lo de que a todos los socialistas "se les ha acusado de querer romper España". Y lo negó pidiendo que nadie crea esta afirmación. "Yo les creí a ellos", a Felipe y a ZP, "cuando los acusaban, creedme a mí cuando me acusen, porque si hay un partido que ama a España, ése es el PSOE", aseveró.
Viniéndose arriba en esta dinámica de atribuir a los grandes logros de la socialdemocracia de sus antecesores cualquier éxito de la España constitucional, Sánchez cometió un aparente desliz. Atribuyó el fin de ETA a Zapatero y a Alfredo Pérez Rubalcaba, pero también a González. "Gracias Felipe", dijo para sorpresa de muchos al referirse a la desaparición de la banda terrorista, combatida mediante la guerra sucia durante los primeros gobiernos felipistas.
... A la búlgara
Todo fue a la búlgara en este congreso, grandioso, unido, unánime... "Gracias a los ministros de hoy y a los de antes [de la revolución de julio], a la dirección que llega y a la saliente", dijo Sánchez al iniciar su mitin de cierre.
"En los momentos más oscuros me disteis la fuerza que necesitaba para decidir el confinamiento que salvó 500.000 vidas". El líder del PSOE no tardó ni cinco minutos en mentar al PP, al presumir de que en esos "peores momentos" nunca renunció a sus valores "mientras otros intentaron buscar un atajo para llegar al poder".
¿Era "el congreso de la unidad"? Sin duda lo fue. El Comité de Garantías, el Comité Federal y la Comisión Ejecutiva fueron aprobados por entre el 94% y el 95% de los 1.027 votos emitidos por los 1.077 delegados convocados. Hubo alguna papeleta en blanco (no más del 3%) y sólo dos nulas en cada elección.
Hay ganadores, perdedores, aupados y defenestrados... pero éste era "el congreso de la unidad", sí.
Ximo Puig lo presidía, el viejo susanista, enemigo íntimo del líder cantando sus glorias mientras su, hasta hace poco, ariete más duro desde Ferraz y en la terreta valenciana, José Luis Ábalos, quedaba desterrado en una esquina. Puig celebró que "Pedro lo ha conseguido, nos has unido y salimos de aquí más fuertes para avanzar en derechos y para avanzar en el ciclo socialdemócrata que necesitan los españoles".
Minutos antes, Ábalos había entrado solo, cuando ya todos los congregados aplaudían el paseíllo de ministros y nuevos ungidos. Se dio un abrazo con su sucesor, Santos Cerdán, y la superviviente Adriana Lastra en un descansillo y les dio la enhorabuena, apartándose rápido para no ser protagonista y buscar su silla "en la zona reservada para ex secretarios de Organización".
Líder internacional
Eso había ocurrido al inicio de la fiesta del trono. Consultando el programa anunciado para antes del mitin, sólo se hablaba de una cosa llamada "acto público". Pero nadie aclaraba el contenido del mismo...
Las sorpresas fueron una sucesión de vídeos sobre la "emoción" de António Costa (Portugal), el "agradecimiento" de Carlos Álvaro Quesada (Costa Rica), el "compromiso" de Mette Fredriksen (Dinamarca), el "reconocimiento" de Stefan Lofven (Suecia) y el "orgullo" de Sanna Marin (Finlandia) por acompañar a Pedro en su congreso...
Todos ellos, como teloneros de las estrellas invitadas: la primera ministra neozelandesa Jacinda Ardern, que lamentó "los kilómetros que nos separan" pero prometió "trabajar para seguir construyendo un mundo más justo" tras la pandemia. El (casi seguro) futuro canciller alemán, Olaf Scholz, quien se esforzó en iniciar y acabar su discurso en español: "No he podido acompañarte, querido Pedro, como quería. Ya sabes que los alemanes acaban de votar".
También, Enrico Letta, líder del PD italiano, quien se hizo grabar su vídeo en la plaza San Giovanni, "símbolo contra el fascismo" estos días en Roma. Y el éxtasis de los clips de apertura, Lula da Silva, símbolo hasta ahora de Podemos: "El PSOE y el PT son hermanos", sentenció el expresidente brasileño. Lula llamó a la lucha contra "las fake news que atacan a la democracia", a las que atribuyó su pasada condena por corrupción.
La cosa había seguido con un homenaje a Rubalcaba. El secretario general subió al escenario junto a su viuda, Pilar Goya, a descubrir un busto de su antecesor, fallecido hace dos años y medio. Rubalcaba fue puente generacional entre el felipismo y el pedrismo, pero también el eslabón político que los unió, siendo ministro y líder socialista muchas veces, y pasando el testigo con discreción al nuevo PSOE que se terminaba de fundar este domingo.
"Alfredo nunca se arrepintió de dedicarse a la política, sufrió y disfrutó, pero nunca se sintió más satisfecho que con la noticia que cumple ahora 10 años, la victoria de la sociedad contra el terrorismo", explicó Pilar. Curiosamente, esa misma década ha pasado desde que Rubalcaba cogía las riendas del partido, tras la salida socialista del poder después de la segunda legislatura de Zapatero... quien empezó los recortes (aunque aquí se haya reescrito esa historia y el "austericidio" se ahaya tribuido a la derecha).
"En aquel congreso de 2011, Alfredo acabó su discurso", recordó su viuda, "con una frase que hoy es otra vez verdad: los socialistas somos más necesarios que nunca". Cómo iba a dejar pasar la oportunidad Pedro el socialdemócrata de hacer suya esa cita para cerrar su mitin en Valencia. Lo proclamó, sonrió, levantó sus manos y se despidió: "¡Avanzamos! ¡Gracias Valencia, gracias España, gracias PSOE!".