Los Premios de El Español abren el baile del diálogo político y la "cooperación entre distintos"
Robles, Albares y Bolaños; Casado, junto a Aznar; Arrimadas y la cúpula de Cs; empresarios y la sociedad civil, unidos en el Teatro Real de Madrid.
27 octubre, 2021 12:03Noticias relacionadas
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En la antesala del Salón de Baile, recibía uno por uno a los premiados y a los invitados. La mascarilla con el León de EL ESPAÑOL bordado escondía su gesto, pero en los ojillos brillantes y rasgados se leía la sonrisa de Pedro J. Ramírez, presidente ejecutivo y director.
El 6º aniversario del diario fundado en 2015 reunía una vez más al centro de la vida política, empresarial, social y deportiva de España y el anfitrión a su lado, Gregorio Marañón -presidente del Teatro Real de Madrid-, se afanaba por preguntar a ministros, CEOs, presidentes y hasta periodistas si todo estaba "saliendo bien".
Más que bien, debió de pensar Pablo Casado al bajar del coche. El líder del Partido Popular se rezagó más de lo que él mismo esperaba. En la plaza de Oriente, un par de decenas de ciudadanos curiosos lo recibieron con aplausos. Él estrechó las manos del público, agradecido, y recibió "enhorabuenas" y hasta algún grito de "¡guapo!" antes de cruzar el umbral y subir las escaleras camino del photocall.
Allí llegó tan inspirado por los apoyos como por el quinto día consecutivo de pelea interna en el Gobierno, e improvisó una maldad al saludar a la número dos del consejo de administración del periódico: "¡Caray, la única vicepresidenta que de verdad manda en España!", dijo obsequiando a Cruz Sánchez de Lara. A pocos metros, ya departían algunos ministros del PSOE. El primer miembro del Ejecutivo en llegar había sido Félix Bolaños.
Parecía mentira, primero, que con la de trabajos que le ha encargado el presidente del Gobierno, hallara tiempo para acudir al evento. Y segundo, que alguien con "tanta mano" pareciera sentirse incómodo con tantas atenciones e hiciera por encontrar un bucle bordado de la mullida alfombra en el que (mágicamente) no se le acercara nadie a estrechar esa mano, la del poder. "Ya sabéis que yo evito los focos", explicaba huidizo y algo aliviado al ver llegar a José Manuel Albares.
Por allí ya andaba el trío de Ciudadanos. Inés Arrimadas, Edmundo Bal y Begoña Villacís habían sido el centro de los corrillos de primera hora, al ser los más madrugadores de la clase política en hacer acto de presencia.
La líder liberal, sentada luego en la mesa presidencial, pasó casi toda la noche hablando con Isidro Fainé, presidente la Fundación Bancaria 'la Caixa', premiada en la categoría de Solidaridad.
Junto a Eduardo Petrossi, CEO de Mahou, ella misma comentó a la salida que había quedado "impresionada" con la historia vital del empresario, criado en la Manresa de posguerra en una familia de padres analfabetos.
Pero un par de horas antes, a su llegada contaron que se habían cruzado con un votante preocupado por el futuro del partido ("otro más", debieron de pensar). Pronto dejaron el autodiagnóstico de lado para comentar la bronca interna del Gobierno: "Es la primera vez que se le tuercen las cosas al presidente, veremos cómo sale de ésta. Le quedan dos meses duros hasta diciembre", comentó el portavoz liberal.
Antes de pasar al acto Salón de Baile, ambos saludaron a los ministros ("estos besos con mascarilla...") y comenzó una charla sobre los viajes del titular de Exteriores que hubieron de dejar a medias. Se fueron a atender a Mariano Alonso, que en una esquina, micrófono en ristre, se echaba unas risas con cada rostro conocido que podía cazar.
Albares explicaba, mientras, una anécdota de su reciente estancia en Malmo, donde sus colegas europeos le miraban raro cuando apareció en los actos en memoria del Holocausto embozado bajo su eterna mascarilla blanca con la bandera de España. "Es que en Suecia no iba nadie tapado, ¡ni en interiores!".
Al corrillo se fue uniendo Héctor Gómez, portavoz socialista en el Congreso, además de algún curioso haciéndose el despistado. Y alguien se preguntó en alto que para cuándo librarnos del tapabocas en España... cuando Bolaños iba a contar el secreto mejor guardado del Gobierno -es decir, la respuesta que le dio Carolina Darias hace unos días, en privado, sobre el asunto-, llegó Casado con los brazos abiertos.
Al presidente popular sí que se le escapaba la sonrisa por los dos extremos de la mascarilla.
En una semana sin sesión de control en el Congreso, la imagen era digna de ver. Tanto que se hizo un silencio como de película en la estancia. Todos los ojos (y las cámaras) se centraron en esa inhabitual escena de diálogo entre diferentes... y se humedecieron las plumas de los reporteros.
Hubo quien dijo que el acuerdo para el último organismo constitucional que falta por renovar, el Consejo del Poder Judicial, está muy avanzado. Y esa imagen real (no robada en un encuentro fugaz) que compusieron Bolaños, Casado y Albares se pudo inmortalizar durante cinco minutos largos... pero no hubo manera de saber la opinión sobre el asunto -seguro que muy solvente- de la magistrada (y ministra de Defensa), Margarita Robles, ya que se unió más tarde a la conversación.
El espíritu del León
En todo caso, las bromas y codazos entre los ministros y el líder de la oposición simbolizaron exactamente el espíritu del acto que cada año organiza EL ESPAÑOL.
Porque, desde su primera edición, éstos son unos premios que celebran la "superación", la "ejemplaridad" y la "cooperación entre distintos".
Es decir, por ejemplo, las tres medallas de la atleta paralímpica Marta Fernández, cuyo discurso fue el más aplaudido de la noche. El premio en la categoría de Deporte fue obsequiado por Miguel Carballeda, presidente de ONCE, una organización "símbolo de lo que el compromiso social puede hacer por mejorar este país".
O lo que hizo el equipo de la embajada española en Kabul rescatando a más de 2.000 afganos en los últimos días de agosto, tras la caída del país en manos talibanes -"una pequeña heroicidad", dijo Albares al presentar al embajador Gabriel Ferrán-. Junto a todo el equipo, el diplomático fue galardonado con el premio a los Valores Humanos. La hazaña fue ampliamente explicada en la mesa por el ministro a Colman Deegan, consejero delegado de Vodafone, impresionado por el relato.
Y lo que después celebró Antonio Huertas, presidente de Mapfre, al presentar el galardón a la Gestión Empresarial. La escultura del León la recibieron Juan Carlos Gil, director general de Moderna; Sergio Rodríguez, presidente de Pfizer; Luis Díaz, director general de Janssen; y Ricardo R. Suárez, Country president de AstraZeneca: las farmacéuticas productoras de "las vacunas que han salvado vidas gracias a la colaboración entre distintos, demostrando lo que podemos hacer si unimos nuestros esfuerzos".
Ése fue uno de los discursos más aplaudidos por José María Aznar. El expresidente del Gobierno seleccionó con su famosa minuciosidad las conversaciones que mantuvo a lo largo de la noche. Se le vio charlando con Cuca Gamarra y Pablo Montesinos y en un aparte cariñoso con Arrimadas.
Pero lo más comentado al final de la cena fueron las buenas migas que hizo el exinquilino de la Moncloa con Bolaños, sentados a la mesa que el protocolo reservó a las principales personalidades invitadas al evento.
A la salida, ambos encargaron a sus equipos que organizaran "algo" para volver a verse, y seguir dialogando...