Tanto fango acumula la guerra del PP que Pablo Motos le ha tenido que hacer una entrevista sobria a Isabel Díaz Ayuso. Si no es por las hormigas y la mención al porro probado en el instituto, habría parecido aquello el canal 24 Horas. Como suele suceder en lo más oscuro de la política, la novedad no ha estado en lo dicho sino en la elocuencia de algunos silencios.
Conviene, no obstante, comenzar la crónica por dos afirmaciones solemnes de la presidenta: "Prolongar el conflicto no ayuda" y "Mi carrera política empieza y acaba en Madrid". Ambas cosas ya las había dicho antes, pero contarlas en El Hormiguero supone hacerlas extensibles hasta el último votante de España. Como una especie de SOS masivo: o arreglamos esto ya o nos vamos al garete.
Ayuso ha reiterado en prime time que la culpa de la bronca la tiene –sin citarlo expresamente– Teodoro García Egea y que ella es una suerte de huracán ilusionador al que no conviene hacer frente. "Me aplauden por todas partes. Es un momento precioso". La frase podría sonar presuntuosa en cualquier otro político, pero lo de Ayuso y Madrid se ha convertido en un idilio. Resulta imposible caminar con ella por la calle. A la vista está lo de este martes en La Almudena.
La batalla por el PP de Madrid ha alcanzado un nivel de degradación hasta ahora desconocido. "Pasa en todas las familias cuando llegan los congresos". Pero ella sabe que lo de su partido es inédito. Nunca antes, en plena ola favorable y con vistas a alcanzar el Gobierno nacional, un partido se había acuchillado a sí mismo en vivo y en directo y con tanta fruición.
De ahí que tanto ella como Casado –en eso se ha aplicado mucho Ayuso– aprovechen todas sus intervenciones para "mirar hacia delante", llamar a la "unidad" y autoproclamarse líderes de la "ilusión".
El "mi carrera política empieza y acaba en Madrid" no tranquilizó a Casado cuando la presidenta lo esbozó por primera vez antes de la convención de Valencia. Tampoco parece que lo vaya a hacer este miércoles. Porque esa respuesta sólo puede comprenderse con la siguiente.
Cuando Motos ha inquirido por un futurible según el cual Casado no logre llegar a Moncloa tras las próximas elecciones... ¿Usted dará un paso al frente? "Yo creo que no va a perder las elecciones". Ya, pero... ¿y si las pierde? A eso no contesta.
Preguntada sobre su intención de liderar el PP madrileño, ha dibujado una explicación que es difícil de rebatir: por un lado, Mañueco, Feijóo y Moreno Bonilla ya lideran las organizaciones en sus respectivas Comunidades; por el otro, ¿cómo no va a ser la presidenta de Madrid la que se responsabilice de la marca en Madrid? Dicho de otro modo: si apareciera un escándalo de corrupción en tal aparato, le pedirían las cuentas a ella.
Ayuso se ha descrito como "leal a la organización y a las personas que han confiado" en ella. Es un signo habitual en su discurso, pero eso siempre va seguido de apelaciones a la libertad individual, el no quedarse callado y la independencia personal. "Mujer con criterio propio". ¡Y un aviso a navegantes!: "Las urnas me dan más libertad que los despachos".
'Cocktail de variedades'
La segunda parte de la entrevista ha ganado en ayusismo, el género en el que mejor se desenvuelve la presidenta. Liberada de las ataduras internas, ha podido contestar sin argumentario.
Se le ha visto emocionada cuando, comentando la campaña con la que se le tachó de "loca", "psicópata" y "desequilibrada", ha recordado que la "demencia" acabó con la vida de su padre.
Ayuso ha señalado en ese instante a Iván Redondo, aunque luego ha rebajado la acusación incluyendo un "presunto": "Fue una campaña de desprestigio perfectamente orquestada por Moncloa".
Isabel –ya no era Díaz Ayuso llegado ese momento en la charla– sale a correr, ha empezado a hacer boxeo y tiene dos extrañas virtudes. Una –en caso de ser cierta– muy peligrosa para sus adversarios: cuando tiene un problema, visualiza la solución ideal... y suele suceder. La otra, adivina canciones de los ochenta tras escuchar un solo acorde.
La relación con Pedro Sánchez –decíamos que Ayuso ya hablaba sin corsé– es "furibunda". ¿Cómo es Sánchez? "Le veo muy seguro de sí mismo, encantado de verse". Pero la coletilla ha resultado demoledora: "Cuando te habla, sabes que te está mintiendo".
Ayuso a las once y pico ha recibido un gran aplauso porque la Ayuso de las once y pico somos casi todos: va a llegar a casa y no tiene nada para cenar, tampoco le apetece cocinar, pedirá algo en el bar de abajo y se abrirá una cerveza. Cuando todo esto acabe, visitará un karaoke y maldecirá a todos los que van allí a sabiendas de que cantan bien. Al contrario de lo que le ocurre en la ducha, no quiere desafinar en política. Y menos aún integrar un coro que considera lo hace peor que ella.