Los gestos en la guerra entre Isabel Díaz Ayuso y Génova han relajado notablemente el ambiente en el seno del PP, pero las razones de fondo del conflicto siguen inamovibles. "Ojalá dure este clima" afirman fuentes del partido, después del encuentro y el buen tono exhibido el martes durante la celebración de La Almudena, la patrona de Madrid, entre la presidenta autonómica y el alcalde, José Luis Martínez-Almeida. Pero ni Ayuso desiste de reclamar que el congreso de los populares madrileños sea cuanto antes -"prolongar el conflicto no ayuda" aseguró en la entrevista en El Hormiguero- ni la dirección nacional de Pablo Casado acepta ese apremio.
Según el acuerdo de la Junta Directiva Nacional, el cónclave de Madrid y de todas las comunidades uniprovinciales debe tener lugar en el primer semestre de 2022. Pero Génova sigue decidida a llevarlo hasta el límite de esa horquilla temporal, incluso hasta junio. Es decir, que el conflicto puede seguir abierto durante lo que queda del curso político, a la espera de saber si Ayuso tendrá algún rival para presidir la organización, lo que obligaría a celebrar unas primarias y, eventualmente, una segunda vuelta en un congreso con compromisarios. El alcalde Almeida sigue sin descartarse, y el retraso del congreso hace que tenga más tiempo para tomar su decisión.
Pero hay otro factor que podría estar influyendo en el timing manejado por Génova. En 2022 deben celebrarse las elecciones andaluzas, que Juan Manuel Moreno podría convocar en los primeros meses del año. Además, cada vez se especula más con un adelanto electoral en Castilla y León, que sería muy parecido al que hizo Ayuso este año en Madrid.
La fallida moción de censura del PSOE en esa comunidad podría contar con los números si en el grupo de Ciudadanos, que gobierna con el PP, se produjeran más deserciones de procuradores en las Cortes castellano y leonesas. Una de esas representantes naranjas, María Montero, ya ha abandonado al partido, y si otros dos de sus excompañeros siguieran el mismo camino los socialistas estarían en disposición de dar un golpe de mano que, de hecho, intentaron a principios de este 2021 antes de la fallida moción en Murcia, la que precipitó el adelanto en Madrid. De idéntica manera, Alfonso Fernández Mañueco apretaría el 'botón rojo' electoral para evitar perder el poder.
El hecho de que pudieran producirse esas dos citas con las urnas en Andalucía y Castilla y León no es baladí para la guerra interna que se libra en Madrid. Fuentes de la dirección nacional se muestran convencidas de que en las dos comunidades el PP "arrasará" recuperando todo el voto que se fue a Ciudadanos, el socio de Gobierno en esos dos lugares. O dicho de otra manera, que el 'efecto Ayuso' del que tanto se habló tras el triunfo arrollador de la líder madrileña el 4-M y que su equipo esgrime como argumento para presidir el partido en Madrid, quedaría diluido. "También puede haber efecto Moreno y efecto Mañueco" subrayan desde Génova.
Desde el equipo de Ayuso creen, por el contrario, que celebrar el cónclave del PP de Madrid justo al empezar el año próximo, en enero o febrero, o marzo a más tardar, es clave para preparar las elecciones municipales de 2023. Consideran que el resultado del 4-M, arrollador en toda la Comunidad de Madrid, también en ciudades importantes gobernadas por el PSOE, es una oportunidad de arrebatarle esas alcaldías a los socialistas. Y que para eso designar a los candidatos el próximo verano, a apenas un año de los comicios, sería "muy tarde" para poder consolidarles en sus respectivas plazas.
El clima ha mejorado, coinciden todas las partes, pero de momento no hay solución al conflicto a la vista.