La sensación de "fracaso" e impotencia en Podemos tras tener que encajar en el Gobierno una reforma laboral y un recorte de las pensiones que no quieren, ha generado tensiones entre sus principales dirigentes.
Nadie cuestiona aún el liderazgo de Yolanda Díaz... pero sí sus métodos. Y eso ha provocado ya los primeros "roces" entre la vicepresidenta primera y el tándem Ione Belarra-Irene Montero.
El inicio de la pelea con sus socios de Gobierno del PSOE por la reforma laboral no fue cosa de Yolanda Díaz: fue Belarra la que disparó primero desde su cuenta de Twitter de secretaria general de Podemos. Es cierto que fue una táctica pactada, según pudo confirmar EL ESPAÑOL, sin embargo es un episodio más que ratifica a algunos dirigentes de Podemos en su idea de que, con el "buenismo" de Díaz, van a perderse muchas partidas.
La hoy vicepresidenta segunda ha labrado su prestigio y tirón electoral en el pactismo, la amabilidad y la buena imagen. Tanto, que ha logrado ser ya la política mejor valorada, según las principales encuestas.
Pero eso es fácil "hacerlo como tapada", admiten fuentes internas de Unidas Podemos, "sobre todo si hay un líder agresivo por encima", como ocurría mientras Pablo Iglesias estaba al frente de todo. "Es decir, de la cuestión política y de la comunicativa", añade un dirigente morado.
El acto de lideresas celebrado este sábado en Valencia, con Díaz junto a Ada Colau, Mónica García, Mónica Oltra y Fátima Hamed como 'mosqueteras' de la vicepresidenta, fue un buen ejemplo de su estrategia. La dirigente ensalza sus políticas, pero silencia el trabajo del partido que la ha llevado al ministerio. Hasta el punto que ninguna de las participantes mencionó siquiera a Podemos durante las dos horas del esperado evento. Tampoco hubo alabanzas a sus dirigentes, ni para los anteriores ni para los actuales.
Desde el 22 de octubre, todo se ve va viendo distinto respecto a Yolanda Díaz. Aquel día fue el de la nota oficial de Unidas Podemos que anunciaba "una querella contra Meritxell Batet por prevaricación" en el caso del diputado morado Alberto Rodríguez. La reacción de Díaz, que no conoció esa nota hasta haberla visto publicada, fue ponerse en "modo institucional" y dar orden de "arreglarlo".
A partir de ahí, se apretó el acelerador de la agresividad en Podemos, y la sensación es que aún no está "engrasado el mecanismo". La operación reforma laboral, clave para una futura campaña electoral de Díaz, no ha salido bien.
Hubo un día en que el PSOE dejó de pronunciar el verbo "derogar" para referirse a esa reforma. No fue algo casual, sino una operación de estrategia a largo plazo con el objetivo de enredar a Unidas Podemos. Y Yolanda Díaz "cayó de lleno". Las comillas no son de un dirigente socialista, sino de fuentes de Podemos.
Líderes de esta formación ya comienzan a recelar de la gestión "buenista" de la heredera de Iglesias, y admiten que en la guerra abierta en el seno de la coalición por la reforma laboral, Díaz "ha fracasado".
Según ese análisis, la vicepresidenta segunda se defendió con poca vehemencia en un tema capital de su competencia como es la reforma laboral y ahora "tiene en su tejado la pelota del recorte de las pensiones que el Gobierno ha firmado con Bruselas". Su táctica fue buscar una reunión con Pedro Sánchez. "Y éste se la negó hasta que la hizo... y fue una encerrona".
El presidente desayunó con ella en Moncloa, celebró después el Consejo de Ministros y convocó en una sala a las dos vicepresidentas enfrentadas, a la ministra de Hacienda, a la de Educación, al responsable de Seguridad Social y a la portavoz. Todo después de haber publicitado a bombo y platillo la cita desde una semana antes y concentrando la expectación de los medios en un encuentro del que debía salir una solución. "Y cuando Moncloa volvió a pronunciar el verbo 'derogar' nos dimos por satisfechos".
Goles por la escuadra
Diputados de la confluencia, admitían al día siguiente en los pasillos del Congreso que la nota oficial era un compendio de goles por la escuadra del PSOE a Podemos.
Para empezar, se ponía el peso "en la temporalidad y la precariedad" de los empleos... pero no se nombraban los convenios de empresa ni la ultraactividad. Y para terminar, se hacía constar que la reforma se haría "en los términos del pacto de coalición y del Plan de Recuperación comprometido con Bruselas". Pero es que un documento y el otro no se parecen en nada: "Nos la han colado, y se va a hacer la reforma que quiera Economía", concluían estas fuentes parlamentarias.
¿No decía Díaz que el problema no era el método, sino "el contenido"?, se preguntaban en Podemos.
El acuerdo con Unidas Podemos habla, para empezar, del regreso de la ultraactividad de los convenios colectivos caducados -"derogando las limitaciones al ámbito temporal" de los mismos- y el Plan de Recuperación se limita a enunciar que se debe "abordar" ese aspecto.
El segundo asunto que se selló en aquel abrazo del 12 de noviembre de 2019 entre el presidente y Pablo Iglesias es el de la "derogación de la prioridad aplicativa de los convenios de empresa". Sin embargo, el documento que aprobó la UE se limita a anunciar la "modificación del Real Decreto Legislativo 2/2015, el Estatuto de los Trabajadores, en especial, diversos artículos y disposiciones de su Título III"... pero la vaguedad de la redacción no aclara en qué sentido.
Y finalmente, si los morados dicen que "lo firmado obliga", en el texto del Acuerdo de coalición para un gobierno progresista se dice que la nueva reforma laboral "limitará la capacidad de modificación unilateral de las condiciones de trabajo por parte de la empresa". Mientras, en el Componente 23 que Von der Leyen calificó de "sobresaliente" simplemente se plantea incorporar "mecanismos de consulta y negociación" para estos supuestos.
Cuando Pablo Iglesias dejó el Gobierno encargó a Yolanda Díaz el liderazgo de Unidas Podemos. Tras abandonar la política, el pasado mes de mayo, señaló a Belarra como sustituta en Podemos. Y esta arriesgada operación no lo era sólo por perder al mayor activo electoral de la confluencia, sino porque se invertía el modelo de poli bueno y poli malo.
El reparto de papeles entre Yolanda Díaz y Ione Belarra, según el cual la primera es la calmada y la segunda la agresiva, es un modelo que empieza a cojear en Podemos. "Todavía estamos en ese crecimiento, como a los niños, nos duelen las rodillas", apunta un alto dirigente morado.