Cuando Marruecos abra las fronteras terrestres con España, y la vista está puesta en marzo de 2022, tal y como ha adelantado EL ESPAÑOL, los pasos fronterizos habilitados (Tarajal I y Beni Ensar) volverán a ser transitados por los ciudadanos de Nador y Tetuán que cada día cruzan a Ceuta y Melilla para trabajar.
Entre los cambios que se producirán en esas fronteras, Rabat exigirá al Ejecutivo español que regule la situación de los 8.500 nacionales empleados en Ceuta y Melilla que en muchos casos no tienen contrato de trabajo, cotizan a la Seguridad Social pero no perciben la prestación por desempleo, son despedidos sin indemnización o no se les pagan las bajas por accidente laboral.
Los conocidos como trabajadores transfronterizos son empleados marroquíes en las ciudades autónomas españolas sin permiso de residencia. No tienen derecho a pernoctar en Ceuta y Melilla, solo les otorgan un permiso de entrada y salida en el día.
De esta manera, no disfrutan de los derechos de cualquier empleado extranjero en España. De hecho, reciben un trato diferente al de los marroquíes que trabajan en las comunidades autónomas españolas en la península.
Desde 2011 la renovación de la tarjeta transfronteriza es anual y para un tipo de trabajo. "Si te despiden o la empresa cierra, con esa tarjeta no puedes trabajar en otro sitio", se queja a EL ESPAÑOL Marouan Chakib, de la Unión Marroquí de Trabajo (UMT) y portavoz de los trabajadores transfronterizos en la región de Tetuán.
A los transfronterizos se les aplica fiscalmente el Impuesto sobre la Renta de No Residentes (IRNR), lo que supone un 24% del salario, que no pueden refundar al no realizar la declaración de la renta en España.
Estas condiciones derivan de la ley de Extranjería de 2011 que contempla unas excepciones con estos trabajadores al vivir al otro lado de la frontera. Algo que el gobierno de Pedro Sánchez tendrá que revisar cuando se ponga en funcionamiento la nueva frontera inteligente.
Sin contrato
Naima y su amiga Saida son profesoras en un centro de cultura islámica desde hace más de una década, imparten clases a niños y adultos. "No tenemos contrato, ni Seguridad Social, no tenemos vacaciones pagadas. Si te pones enferma, llaman a tus familiares y te tienen que venir a buscar porque no hay asistencia médica", enumera las irregularidades laborales Naima. Además, trabajan más horas de las reglamentarias, porque imparten los cursos en dos centros, por una ayuda de 320 euros mensuales en concepto de desplazamiento y comida.
No son dos casos aislados; alrededor de un centenar de profesores marroquíes en Ceuta no tienen papeles ni ningún derecho. Por ejemplo, si les ocurre algo mientras trabajan no tienen seguro.
Rachid de Castillejos sufrió un accidente laboral en 2013, una caída desde tres metros de altura, cuando llevaba 12 años cotizados en una empresa de construcción. La compañía se hizo cargo de los meses de rehabilitación y de su cobertura médica, y después se quedó sin empleo y sin cobrar. Lo ha denunciado y le lleva el caso un abogado español, que asegura que le tienen que indemnizar con 36.000 euros.
"Nos buscamos la vida"
Con la Covid-19 y el cierre de los pasos fronterizos en marzo de 2020, a los problemas habituales se ha unido el empobrecimiento. Desde entonces miles de marroquíes de las regiones del norte del país vecino no han podido entrar a Ceuta y Melilla, por lo tanto, no trabajan. "Nos buscamos la vida aquí y allí", explica Ali a EL ESPAÑOL durante una reunión con un grupo de 25 trabajadores transfronterizos en la sede del sindicato de la Unión Marroquí de Trabajadores (UMT) de Tetuán.
A Kais de Castillejos "se le han quitado las ganas de todo". Cotiza a la seguridad social desde hace dos décadas, pero lamenta "salir de allí -Ceuta- sin sueldo, ni ayuda. Un año y medio sin un duro del gobierno español ni de la empresa -una casa de muebles-". Recuerda que "nosotros trabajamos igual que los españoles, pero nos tenemos que enfrentar al duro paso de la frontera diario, donde te puede caer una porra encima de la cabeza. Nos tratan como a perros, pero aguantamos por nuestras familias".
"Nuestra vida se paró. Estamos sin trabajar, sin ayudas, sin médico, sin nada", lamenta Zhora. Esta vecina de Castillejos, a tres kilómetros de Ceuta, trabaja como empleada de hogar desde hace más de 32 años en la ciudad española, pero no tiene acceso a sus médicos porque la frontera está cerrada y no puede acceder en avión a través de la península al no disponer de visado.
"Nos extraña que el país vecino no nos haya ayudado", dice otra empleada del hogar. Lleva 28 años asegurada en Ceuta y actualmente está de baja por una operación de la columna vertebral.
Todos se quejan de no haber cobrado los ERTE. "Trabajamos aquí y allí. Llevamos un año y medio sin cobrar", recuerda Loubna de Tetuán. El secretario general del UMT en Tetuán, Abd Lhay Lamrani, se pregunta en voz alta: "¿Por qué no les han dado sus derechos en Ceuta? Está regulado por la ley internacional".
Atrapados
Por otra parte, los trabajadores que se quedaron en las ciudades autónomas están atrapados en España de manera irregular porque sus papeles caducaron al estar cerrada la frontera y no poder renovar sus pasaportes o el padrón en su lugar de residencia en Marruecos. Están trabajando "en negro", nos cuentan sus compañeros en Marruecos.
El artículo 183 de la ley de Extranjería exige para la obtención de la autorización de trabajo los mismos requisitos que para un visado de residencia y trabajo.
"A muchos se les deniega por falta de documento. Al tener el pasaporte caducado, el papel del censo, o entregar fuera del plazo", detalla Abderraman El Fahsi, secretario general de UGT-FICA Melilla. Por el momento ha habido 364 renovaciones en Melilla, según datos de los sindicatos.
Explicaciones a Sánchez
Durante estos meses, los trabajadores se han manifestado para que Rabat acepte abrir los pasos fronterizos y poder volver a sus trabajos, pero también le han pedido explicaciones al presidente Pedro Sánchez en un video.
La UMT ha contactado con Comisiones Obreras, y ha enviado "una carta a España para solucionar la situación de estos trabajadores", explica el secretario. Además, "nos vamos a apuntar a la UGT cuando entremos a Ceuta", asegura Marouan Chakib.
La semana que viene los representantes de los trabajadores transfronterizos mantendrán una reunión en el Congreso en Rabat, según ha podido saber EL ESPAÑOL. En todo caso, este año y medio han estado viajando frecuentemente a la capital para explicar al Gobierno la situación en la que se encuentran.