Qué buenos son nuestros padres y abuelos. Lo han dicho Pedro Sánchez y Pablo Casado, predicando con el ejemplo: nuestros padres y abuelos aprobaron la Constitución abrazándose entre los distintos. Ellos, en los actos de homenaje a esa Constitución, se han saludado casi a escondidas. Sin cámara que lo capte y de manera fugaz. Furtiva. ¡Qué buenos los padres y abuelos!
Así es la relación entre un presidente del Gobierno y el jefe de la oposición cuarenta y tres años después de aprobarse lo que ambos han llamado, ¡con rotunda solemnidad!, la "Carta magna". En directo llama mucho la atención. A uno se le calentaban las mejillas a pesar del frío.
Sánchez, con abrigo oscuro y una bufanda preciosa, la misma que el año pasado, ha atendido a los medios sin preguntas. Un sucedáneo de atención que se ha indigestado a los presentes.
Sin papeles, pero previa memorización, el presidente ha celebrado que "hoy es un buen día para reivindicar todo lo que nos trajo la Constitución". Después ha mencionado los "derechos y libertades", "la concordia y la convivencia"...
En defensa de Sánchez debemos apuntar su honestidad: hoy, efectivamente, era un buen día para celebrar lo que significa la Constitución–soleado pese al frío– , pero en ningún momento ha dicho que se dispusiera a hacerlo. Quizá por eso el volumen de los altavoces estuviera tan bajito.
"Padres, madres, abuelos, abuelas... Las generaciones que recogemos el testigo debemos cuidar la Constitución y cumplir de 'pe a pa' todos los artículos". De "Pe" de Pedro sí ha cumplido, pero de "Pa" de Pablo... ¡Ay!
"Feliz día de la Constitución". Esa es la frase que, en el entorno de Casado, mencionan como única conversación entre ambos. La respuesta de Sánchez ha debido de ser por el estilo. Sin conversación, sin charla, ¡vaya saludo constitucional!
Casado, en su turno ante el micrófono, ha exhibido la Constitución como "solución ante el problema" y ha hablado del "revisionismo suicida" de los socios de Sánchez. Ha criticado los "indultos", la "homologación del brazo político de ETA"... Y luego la frase clave; la que, en el fondo, le ha unido verdaderamente a Sánchez: "Los nietos no debemos deshacer el abrazo que se dieron nuestros abuelos".
En esta era de la fragmentación, los socios son casi más importantes que las ideas. Porque los socios son el espejo del alma de las ideas. A los de Sánchez, como cada año, no se les esperaba.
Debemos apuntar, otra vez en favor de Sánchez, el coraje que necesita un hombre para clamar por la Constitución y, al mismo tiempo, sostener los Presupuestos Generales del Estado en todas y cada una de las formaciones que quieren desmontarla.
La de los nacionalistas es la mejor relación de pareja posible: cuando se trata de placer, hay pacto. Pero el día duro, el del frío al aire libre, cuando el amado necesita un abrazo... le dejan solo. ¡Pobre Sánchez! ¡Ni un 6 de diciembre puede celebrar con sus aliados!
Parecía que Casado iba a tener mejor suerte. Incluso Isabel Díaz Ayuso iba a volver a saludarle en las escalinatas del Congreso. Al lado del saludo furtivo con Sánchez, parecía aquello una cosa lujuriosa, de roce. ¡Hasta sonreían!
Pero si los socios de Sánchez no estaban... tampoco los de Casado. Era inevitable preguntarse: si los dos, un día tan importante como hoy, celebran la Constitución, ¿cómo es posible que, cuando se trata de las cosas de comer, uno y otro negocien con los que no están?
Porque Santiago Abascal también se ha borrado. Estos homenajes –ha dicho en Twitter, el verdadero Parlamento– son "una auténtica burla". Algo propio del "consenso progre". En su lugar, ha aparecido Macarena Olona, que cual abogada del Estado, armada de un bolso color bandera nacional, ha soltado una retahíla de mandobles espectacular. ¡No se puede azotar más en menos tiempo! ¡Qué barbaridad!
Esta crónica de gacetilla es una crónica de imágenes. De hechos. Entrar en los "porqués" entraña un esfuerzo descomunal que no conduce a ninguna parte. Como mucho, a la "melancolía" de la que habló Ortega. "Gasset", no Smith. El batiburrillo de causas exhibidas por PP y PSOE podría resumirse con unas pocas palabras: "La culpa la tiene el otro".
Hoy han vuelto a abrazarse nuestros abuelos. Y, como cada 6 de diciembre, desde hace una década... se han consolado por tener estos nietos.