"Somos líderes en vacunación". Ese es el mensaje que ha repetido el Gobierno de España desde que comenzó la campaña de inmunización contra la Covid-19 en enero de 2020. Pero llegó ómicron y todo cambio. ¿Cómo es posible?
El principal problema han sido los tiempos. Cuando en septiembre de 2021 países de nuestro entorno como Alemania o Austria decidían inocular las terceras dosis a toda la población, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, negaba la mayor. La "apuesta" de su Ministerio -de sus técnicos y expertos- era inmunizar con dosis de refuerzo sólo a las personas vulnerables.
La decisión de aquel septiembre ha supuesto retrasar la inmunización a mayores de 40 años (donde ahora está subiendo la incidencia acumulada) y un estallido de casos de la variante ómicron. Pedro Sánchez ha decidido impulsar las vacunas con más profesionales pinchando y refugiarse en la obligación de llevar mascarilla, la medida que los expertos aseguran que no es útil.
En un principio, Darias rehusaba hablar de terceras dosis cuando se empezó a inmunizar a las personas más vulnerables: siempre se refería a estos pinchazos como dosis de refuerzo. Su tesis y la de los expertos de su Ministerio fue que era "muy pronto" para decidir si hacía falta generalizar esas dosis de refuerzo. Así que siguieron su camino al margen de otros países: inmunizar sólo a los más vulnerables y donar vacunas a los países menos desarrollados.
El problema es que llegó la sexta ola y los países empezaron a dar por hecho que se necesitaba un recuerdo de la vacuna. En septiembre, cuando España todavía rehusaba inmunizar a toda la población, Alemania, Austria, Israel, China, Hungría, Emiratos Árabes, Rusia, República Dominicana, Chile, Uruguay, Canadá, Estados Unidos y Francia empezaban a administrar dosis de refuerzo a todos.
La pauta en esos países era la siguiente: todos los vacunados con dos dosis debían dejar pasar seis meses y, en ese momento, pincharse la tercera. Se ofrecía a todas las edades, aunque empezaban por los más vulnerables.
Mientras que todo esto ocurría fuera de nuestras fronteras, el día 1 de septiembre, la ministra de Sanidad abría la puerta a la dosis de refuerzo. Lo proponía la Comisión de Salud Pública y sólo para personas inmunodeprimidas.
Vacunas caducadas
En ese momento, España estaba, además, viendo como caducaban vacunas en sus almacenes. El parón que supuso tener a la mayoría de la población inmunizada con dos dosis hacía que muchos preparados (sobre todo de AstraZeneca que se limitó a la franja de edad de 60 a 70 años tras detectarse posibles trombosis asociadas a su pinchazo) caducaran en los almacenes de las comunidades autónomas. Este fue el caso de Cataluña o la Comunidad de Madrid que reconocieron estar desechando vacunas por cientos durante los meses de otoño.
Según revelaron las autoridades sanitarias madrileñas era algo que estaba ocurriendo en "todas las regiones" y, de hecho, desde el Ministerio de Sanidad se les dio la indicación de destruirlas "como están haciendo el resto".
Algunas Comunidades Autónomas se adelantaron a esta destrucción de vacunas haciendo algo que no estaba aprobado todavía por el Ministerio de Sanidad: vacunar de la tercera dosis a grupos más jóvenes. Lo reconocían en Extremadura y, hace solo unas semanas, Galicia seguía sus pasos.
Llegó el mes de noviembre y, por aquel entonces, Sanidad ya aprobaba esas dosis de refuerzo a los mayores de 60 años. Seguía diciendo que no a toda la población y defendía su plan de "incorporar paulatinamente" al resto de grupos de edad. Su propuesta chocaba con la de la Unión Europea, pero iba de la mano de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y es que España, durante muchos meses, ha liderado otro ránking: el de donación de vacunas a países menos desarrollados. Ahí estaba, según los expertos, la mayor crisis sanitaria: conseguir que en los países menos desarrollados las vacunas detuvieran la aparición de variantes como ómicron.
Vacunas donadas
La OMS llevaba desde agosto pidiendo la moratoria de la tercera dosis. "No podemos aceptar que los países que ya han utilizado la mayoría de los suministros de las vacunas utilicen todavía más, mientras que las poblaciones más vulnerables del mundo siguen sin protección", denunciaba el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Durante ese mes de noviembre la ministra miraba a las Navidades y ponía todas sus esperanzas en parar el incremento controlado de contagios con terceras dosis a los mayores y personas con mayor riesgo.
"Lo fundamental es vacunar con la tercera dosis a estos colectivos, que representan a 16 millones de personas y son los que más riesgos padecen ante la Covid-19, antes de Navidad, una época en la que aumentarán la movilidad y los contactos", subrayaba.
Las declaraciones de Darias ese día de noviembre chocaban (en tiempo y forma) con las que hacia el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), que pedía a los países europeos que considerasen la posibilidad de administrar una tercera dosis a todos los adultos de más de 18 años, "con prioridad para la población mayor de 40".
Según este organismo, el pinchazo extra, que se aconseja "por la reducción de la inmunidad" de las vacunas con el paso del tiempo, "podría potencialmente reducir la transmisión" de la Covid-19 y "prevenir hospitalizaciones y muertes adicionales". Esta tercera dosis se recomienda seis meses después de la segunda.
España se unió a esa idea con la sexta ola encima y un mes más tarde. Lo hizo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciando que se inmunizaría a los mayores de 70 años y el personal sanitario. Después, la Comisión de Salud Pública aprobaría la vacuna a los mayores de 40 años y trabajadores esenciales (bomberos, policías, profesores...).
Sexta ola
Y llegamos al mes de diciembre: sexta ola, una incidencia acumulada que no para de subir y unos stocks de vacunas en mínimos.
Esto supone dos problemas. El primero es que las personas que se están contagiando ahora se salen de la cola de posibles nuevos vacunados. Según el protocolo del Ministerio de Sanidad, las personas que se han infectado de Covid-19 deben esperar entre 4 y 6 meses hasta vacunarse (aunque esto no se cumple en todas las Comunidades Autónomas).
Por otro lado, está el stock de vacunas. El Ministerio de Sanidad ha mandado un mensaje de tranquilidad: "hay vacunas". Pero los datos que ofrece en su página web no dicen lo mismo. En estos momentos, el departamento de Carolina Darias constata que España ha recibido 108 millones de dosis, de las cuales ha entregado 85 millones a las Autonomías, que han pinchado ya 84 millones.
El Ministerio de Sanidad, aun así, insiste en que hay vacunas. Concretamente, ocho millones de una reserva estratégica y 90 millones que se han pactado con Europa para adquirir a lo largo de 2022. Pero aquí surge la incógnita de cuántas de esas vacunas son de ARN mensajero (Pfizer y Moderna, con las que se inoculan las dosis de recuerdo) y cuáles llegarán para el mes de marzo. En ese mes, Pedro Sánchez se ha propuesto tener a más del 80% de la población mayor de 40 años con triple dosis.
Por el momento, solo se conocen las cantidades que maneja la Comisión Europea. Según estas, Pfizer enviará 215 millones de dosis a los países miembros a lo largo del primer trimestre de 2022. A España le corresponde un 10%, es decir, llegarán alrededor de 21,5 millones de vacunas.
También entrará en juego la vacuna de Novavax, que ha recibido el aval de la Agencia Europea del Medicamento esta misma semana. Este laboratorio se ha comprometido a enviar 27 millones de dosis a lo largo del primer trimestre de 2022, según las peticiones que han hecho los propios países de la Unión Europea.
Y quedaría Moderna, farmacéutica con la que Bruselas está negociando para ampliar el pedido de dosis con el objetivo de que los países puedan acelerar la campaña de la vacuna de refuerzo, en la que España, recordemos, está a la cola.
La velocidad de la vacunación se está acelerando en los últimos días, gracias a las inmunizaciones de los niños, que empezaron con fuerza, pero eso no ha posibilitado que recupere posiciones de hace un mes. Concretamente, España ocupa la sexta posición en porcentaje de población con pauta inicial completa (74,7%), pero cae hasta el puesto 21º en inyección de terceras dosis (apenas el 11,8%).
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