Pablo Casado no logra romper el "techo" del PP en las encuestas para llegar a La Moncloa. Su enfrentamiento con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha frenado su avance y mantiene estancadas sus expectativas de voto desde hace varios meses.
Además, el crecimiento de Vox recorta la ventaja de los populares, puesto que ambos partidos comparten una bolsa común de electores. Hasta el punto de que, según la encuesta publicada el pasado domingo por EL ESPAÑOL, el PSOE volvería a ser hoy el partido más votado, con 103 diputados por los 101 del PP. Vox consolidaría su tercera posición y crecería hasta alcanzar los 65 escaños.
Frente a este diagnóstico, los dirigentes del PP consultados por EL ESPAÑOL esquivan las preguntas sobre los últimos enfrentamientos protagonizados por Ayuso y Casado, y recalcan que el líder nacional del partido "ya se visualiza como la alternativa a Pedro Sánchez: el cambio es imparable".
Las fuentes de la dirección nacional del PP consultadas por este diario creen que el hundimiento de Ciudadanos, el pinchazo de Voz por el efecto arrastre del PP -que de momento no se ha producido-, el deterioro de la situación económica y las previsibles victorias de Alfonso Fernández Mañueco y Juanma Moreno en los próximos meses, con adelanto electoral en sus respectivas autonomías, son la rampa de lanzamiento que llevará a Pablo Casado a La Moncloa.
En palabras de la diputada Pilar Marcos, las elecciones de Castilla y León y Andalucía previstas para este año son las dos "encuestas prémium" que permitirán constatar que el rumbo marcado por la dirección del partido es el correcto.
¿Qué hacer con Vox?, es la incómoda pregunta que Casado tiene sobre la mesa, desde que rompió todos los puentes con Santiago Abascal en la fallida moción de censura contra Pedro Sánchez.
Pilar Marcos cree que el PP no debe obsesionarse por el ascenso de Vox porque "el voto no es un juego de suma cero". Imitando la estrategia de Le Pen en Francia, el partido de Abascal hoy apela directamente a las clases populares trabajadoras, desencantadas con una izquierda perdida en los juegos identitarios. Por tanto, podría ocurrir que ambos partidos, PP y Vox, crezcan en paralelo ensanchando la base electoral del centro y la derecha.
Por su parte, el diputado popular José Ignacio Echániz considera que el auge de Vox es un fenómeno coyuntural, una reacción a la radicalidad del Gobierno de Pedro Sánchez, que se acabará deshinchando como ya ha ocurrido con Podemos, porque "la mayoría de la sociedad está en posiciones moderadas, centradas y razonables, no en los extremos".
El 'culebrón' de Ayuso
"Si el Gobierno", argumenta Echániz, "destila leyes de memoria histórica, indultos, ongi etorris, desprotección de niños y niñas por abusos sexuales o por no poder estudiar español en su país... una parte de la sociedad se siente interpelada, cabreada, indignada y reacciona apoyando soluciones radicales en contra".
"Pero eso también tienen las patas muy cortas", añade el diputado del PP, porque "al final la gente vuelve a la moderación". Su argumento es que, en el momento en que desaparezca este Gobierno "frentista", desaparecerá la necesidad de combatirlo también desde la radicalidad." Y eso significa que el PP volverá a recuperar su base electoral histórica. No es necesaria una alternativa fuerte de extrema derecha", dice en alusión a Vox, "si no existe una alternativa fuerte de extrema izquierda".
El diputado del PP cree que, una vez apagada la pólvora de la nueva política, España volverá al modelo de bipartidismo que ha garantizado la estabilidad durante las últimas décadas: "Ciudadanos ya es residual y acabará desapareciendo. Podemos acabará teniendo sólo los votos que conforman la extrema izquierda de este país, aún le queda un camino de descenso".
En cambio, nadie acierta a augurar el fin de las hostilidades entre Casado y Ayuso, que han frenado el despegue del PP. Una fuente próxima a la dirección del partido consultada por EL ESPAÑOL confía en poder dar por zanjado este "culebrón, que han alimentado los medios". "No voy hay negar que ha habido discrepancias entre ambos, pero los dos ya se han dado cuenta de que, si replican a sus declaraciones, todo se malinterpreta", añade.
FAES se impacienta
"Espero que eso esté solucionado desde el mes pasado", dice Pilar Marcos, "ojalá nos enteremos de que ese asunto está resuelto desde hace semanas. Casado debe aprovechar el éxito de Ayuso, Fernández Mañueco, Juanma Moreno y Feijóo".
El último tirón de orejas a Casado llegó el lunes desde la Fundación FAES de Aznar, que aconsejaba al PP hacer una oposición más "propositiva", frente a "un Gobierno que daña las instituciones, enfrenta a los españoles, deteriora sus derechos y devalúa la posición internacional de España".
Durante las últimas semanas, replica la dirección del partido, Pablo Casado ha puesto sobre la mesa más de una treintena de propuestas, desde la fórmula para abaratar el recibo de la luz a la petición de rebajas fiscales, el Plan Agua, el Plan Antiokupación de viviendas o la iniciativa para que la Alta Inspección Educativa evite el adoctrinamiento y garantice el 25% de la enseñanza en castellano en Cataluña. Todo ello ha contribuido a que los ciudadanos ya vean a Casado como una alternativa real de Gobierno, señalan las mismas fuentes.
El giro estratégico más llamativo del PP se produjo el pasado mes de diciembre. Hasta entonces podía parecer que Casado seguía los mismos pasos de Rajoy en su segundo mandato de oposición a Zapatero: dejar que el Gobierno caiga como resultado de sus propias contradicciones internas y del destrozo que está causando en la economía. La línea marcada desde Galicia por Alberto Núñez Feijóo.
La "caja de nitroglicerina"
Pero todo cambió en diciembre: el PP puso en marcha una dura ofensiva para exigir la dimisión de la ministra de Economía, Nadia Calviño. Desde entonces, los populares no han soltado su presa: la oposición se centra en el hundimiento de las previsiones económicas, el precio disparado de la factura de la luz (Pablo Iglesias pedía en 2016 desde la tribuna del Congreso "un minuto de silencio por las víctimas de la pobreza energética", recuerda Casado), las subidas de impuestos y la inflación del 6,7% que merma el poder adquisitivo de las familias.
En el PP se muestran convencidos de que la gestión de la economía será la puntilla para Pedro Sánchez, como ocurrió antes con Rodríguez Zapatero.
"El PSOE tiene un escenario muy complicado", señala José Ignacio Echániz, "porque su gestión sobre las cosas que importan los españoles está siendo claramente mala y porque la relación interna dentro del Gobierno es una caja cargada con nitroglicerina. Nadie sabe en qué bache va a explotar, pero todo el mundo sabe que lo hará, porque los socios del Gobierno buscarán su mejor momento para optimizar sus posibilidades electorales".
"El hecho de que los socios del Gobierno sean tan radicales, independentistas y filoetarras", añade, "permite a la sociedad percibir cada semana la fragilidad de Pedro Sánchez y su absoluta predisposición a darles lo que pidan".