El socialdemócrata Scholz pide a Sánchez que España se comprometa con la disciplina fiscal de la UE
El alemán constata un diagnóstico similar pero unas recetas muy distintas a las del presidente español, en su primera salida del año como canciller.
17 enero, 2022 17:58Noticias relacionadas
Olaf Scholz ha viajado a Madrid, en su primera salida del año como canciller alemán, cargo al que ascendió hace poco más de un mes tras una legislatura como número dos socialista de la conservadora Angela Merkel. El líder socialdemócrata ha querido corresponder así al presidente español, Pedro Sánchez, ya que juntos son los principales jefes de gobierno de la familia socialdemócrata europea "y ambos mantenemos una buena relación desde hace años", ha comentado.
Pero ahí, en su amistad personal y en las grandes palabras sobre el futuro de Europa, se acaban sus coincidencias. No están de acuerdo Scholz y Sánchez en la ruta que la UE debe seguir para cumplir con la transición energética; tampoco coinciden en política migratoria -Madrid rechaza el proyecto propuesto por la Comisión, que aplaude Berlín- ni en la vecindad este ni en la sur; y chocan educada pero frontalmente en el ritmo al que deben recuperarse las reglas fiscales tras la crisis económica causada por la Covid.
En el debate de las reglas fiscales, el verdadero interesado es Madrid. Sánchez que ya trató este asunto con Macron y Draghi en los últimos días, le ha pedido a su amigo alemán el apoyo que éste ya le dio hace dos años. Fue el presidente español el que impulsó la idea de los eurobonos, que nunca nacieron. Pero la filosofía de mutualizar la deuda europea fue recogida pro el entonces ministro de Finanzas alemán, de la mano de la canciller Merkel, y la impulsó en forma de lo que luego fueron los fondos Next Generation EU.
Y ésta es la clave para los próximos meses en el seno de la Unión: las tensiones inflacionistas preocupan tradicionalmente en Alemania y, si en España hay un 6,5% de IPC en el conjunto de la zona euro ya está en el 5%. Una cifra insostenible para el Ejecutivo federal de coalición semáforo, sobre todo teniendo en cuenta que el ministro de Finanzas ahora es el halcón liberal Christian Lindner, partidario de la disciplina férrea.
"Nosotros miramos al pasado para aprender de cara al futuro, y deseo recordar que el pacto de cohesión fue el que sirvió de base para crear el instrumento de los fondos de recuperación", ha apuntado Scholz al ser preguntado por la prensa española a propósito de sus diferencias con Sánchez.
El español, por su parte, ha preferido destacar que "la Unión debe concentrarse en dos cosas, y por este orden", ha dicho Sánchez, "primero, por la sostenibilidad de las finanzas públicas y luego, por la transición ecológica y digital, que van a exigir inversión privada pero siempre desde el liderazgo del sector público".
Es decir, en otras palabras, que el Gobierno de España quiere que los 70.000 millones en créditos del periodo 2024-2026 no contabilicen en la deuda, o que ésta deje de estar fijada en un 60% del PIB... ahora que España aún se mantiene en el 122%. "Los países más endeudados, como el nuestro, lo estamos por la respuesta que tuvimos que dar al inicio de la pandemia", llegó a justificarse, aunque en marzo de 2020 ya la teníamos en el 98,5%.
Ahora, el Gobierno español, estancado en el crecimiento a pesar de ser el primer receptor de estas partidas milmillonarias desde Bruselas, pide que le permitan apartarse del rigor fiscal. Nuestras cuentas públicas no podrían soportar una vuelta a las reglas fiscales previas a la crisis.
Fuentes de Moncloa insisten en que Scholz comparte "la visión de Sánchez sobre una salida justa de la crisis". Lo que no parece posible es que, además de en el diagnóstico, coincidan en la receta.
Transición energética
Pero, aún en materia económica, Sánchez tiene una baza para negociar una postura conjunta, a pesar de que pidió que en ese debate de las reglas fiscales "no haya bloques de países, sino un trabajo conjunto e inclusivo". La baza es la política energética. Hay dos debilidades y una fortaleza: las primeras, que somos un país dependiente en este campo y con las cuentas públicas en peor estado del club europeo. La última, simplemente, que somos demasiado grandes para caer.
Madrid rechaza de plano la propuesta de la Comisión Europea sobre abrir la mano con la energía nuclear y el gas natural, considerándolas como tecnologías verdes. Scholz sí cree que el gas deba ser incluido en el mix energético como si fuese una renovable en la primera etapa de transición. Y de hecho, ése es su camino para relajar las tensiones con Rusia, su principal suministrador.
Pero en ese punto choca con Francia, el país más nuclearizado del continente, cuya postura es justo la opuesta. Y con España, que apuesta por su ventaja comparativa en eólica y solar, las "auténticas renovables", y el hidrógeno verde, su principal apuesta. "Esto no se trata de un mix energético, sino de qué consideramos una inversión verde", ha querido aclarar Sánchez, entre sonrisas forzadas. Y es que ahí nuestro país y sus grandes empresas se juegan muchos millones.
Scholz quiere relajar las restricciones europeas al gas natural, lo que le facilitaría arreglar su problema con el Nordstream 2. Este proyecto de gran tubo de gas entre Rusia y Alemania -atravesando la convulsa Bielorrusia y la euroescéptica Polonia- está paralizado (con toda la obra terminada) por supuestos problemas burocráticos, que se solventarían con la creación de una empresa subsidiaria alemana para la gestión de su tramo... lo que se vería, sin duda, beneficiado por una relajación de la Comisión en su política respecto al gas natural.
Políticas de vecindad
Nada ayudaría más a Berlín en su empeño por contemporizar con Moscú que arreglar este problema económico. Las divisas a chorro que harían el camino inverso al del gas en forma de euros hacia Moscú servirían de bálsamo a las tensiones cuasi bélicas que alimenta Putin en la misma Bielorrusia, en Kazajistán y en Ucrania.
En este punto ha incidido más el canciller que el presidente. Scholz ha exigido que "Rusia atienda las advertencias de consecuencias graves a todos los niveles", y Sánchez simplemente le ha pedido una "desescalada de la tensión" a Vladimir Putin.
Y respecto a la vecindad sur, el canciller alemán no quiso ser beligerante, pero su nuevo Gobierno está participando de la misma estrategia a medio plazo que el francés: no reconocer oficialmente la marroquinidad del Sáhara, pero hacer negocios en el territorio. El asunto no se trató en esta primera reunión.
De hecho, según Sánchez, quedó para la cumbre bilateral entre ambos gobiernos, que se celebrará en Madrid próximamente -ambos se comprometieron a hacerlo en este primer semestre del año-. Pero para entonces, Berlín ya confía en haber normalizado del todo sus relaciones con Rabat, a cuyo nuevo Gobierno no deja de hacerle guiños el de también flamante de coalición alemán.
Aún no han regresado los respectivos embajadores pero tampoco se han normalizado las relaciones de Marruecos y España, después de la crisis de Ceuta del pasado mes de mayo. Después del mensaje del rey Mohamed VI a finales de agosto, pidiendo una nueva etapa en las relaciones con España, sólo ha habido silencio y muchos rumores, pero pocas noticias hasta este mismo lunes, en que ha sido el otro Rey, el español Felipe VI, el que ha repetido casi palabra a palabra el mensaje de su primo marroquí.
Fuentes de Exteriores piden "tranquilidad", aseguran que "se está avanzando" y niegan que Madrid se esté quedando sola en Europa respecto al Sáhara. Al menos, Scholz , en Moncloa, no ha querido hurgar en la herida.