El ministro de Asuntos Exteriores viajó este martes a Washington, a su salida del consejo de Ministros. José Manuel Albares tenía la cita cerrada con Antony Blinken desde hacía semanas, pero la agenda del encuentro se vio alterada en las últimas fechas, ante la falta de avances en la resolución de la crisis entre España y Marruecos. La sensación del Gobierno español es que ni Rabat se da por satisfecho, ni los socios europeos actúan con plena lealtad, ni Estados Unidos ha cumplido con sus compromisos.
"Marruecos es un país clave, estratégico", explican fuentes diplomáticas, "pero ni nosotros nos vamos a mover de la posición tradicional española", por muchas presiones de Rabat, "ni nos satisfacen algunos movimientos o la falta de ellos". Con la debida cortesía diplomática, Albares transmitió a Blinken que España esperaba un cambio de postura más explícito de EEUU respecto al Sáhara.
Entre otras cosas, porque mantener esta interinidad está animando a Francia, en su tradicional actitud orillando nuestros intereses en la región. Y también la de Alemania, cuyo nuevo Gobierno, del socialdemócrata Olaf Scholz, ha sorprendido con gestos de acercamiento a Rabat, con quien rompió relaciones diplomáticas incluso antes de la crisis de Ceuta, el mayo pasado. En la reunión de este lunes con pedro Sánchez, el canciller no tocó el asunto marroquí, "lo haremos en la cumbre bilateral, antes de verano".
'El botón nuclear'
Lo que sí ocurrió este lunes es que España gastó la bala del Jefe del Estado, que es casi "el botón nuclear" en un conflicto diplomático. Más aún en el caso de Marruecos, con cuyo monarca, Mohamed VI, mantiene el Rey español una estrecha relación personal. Fuentes de la diplomacia española admitían a este periódico que "es evidente que Felipe VI no se arriesga a decir las cosas que dijo si antes no ha hablado con su primo marroquí".
Es decir, que España supo esperar a un escenario adecuado como la recepción al cuerpo diplomático para darle empaque "solemne" a un mensaje que buscaba buena recepción al otro lado del Estrecho. Más aún teniendo en cuenta que "no había embajador marroquí que lo escuchara", porque desde el pasado mes de mayo Rabat retiró a su titular tras la crisis de Ceuta.
La señal hacia Marruecos no podía ser más evidente, a la vista de que, de hecho, las palabras de Felipe VI eran casi calcadas a las que había pronunciado Mohamed VI en su sorpresivo mensaje de finales de agosto. El Rey instó al monarca alauí a que España y Marruecos empiecen a "caminar juntos" con el fin de "materializar" la nueva relación bilateral en la que dicen trabajar ambos gobiernos con vistas a dejar atrás la actual crisis diplomática.
París y Berlín se mueven
Pero el movimiento urgía, ya que tanto Francia como Alemania están aprovechando la situación de interinidad en las relaciones españolas con Marruecos para tomar posiciones comerciales. Concretamente, en el territorio del viejo Sáhara español. Ambas cancillerías ya hacen negocios e impulsan a sus empresas a cerrar proyectos de inversión.
Por el momento, ni Berlín ni París se han atrevido a saltarse la cortesía con Madrid y no han complacido a Rabat reconociendo la marroquinidad del Sáhara, como sí hizo Donald Trump, a menos de un mes de irse de la Casa Blanca.
Y fue precisamente a consolidar el cambio de postura estadounidense a los que viajó Albares. En la sede del Departamento de Estado, cara a cara con Blinken, el ministro español reclamó a su homólogo estadounidense un pronunciamiento público "más explícito" desmarcándose del reconocimiento oficial de Trump.
EEUU es socio estratégico de ambos países. Pero fuentes europeas advierten de que el estímulo que puede ofrecer España para volver a atraer a Washington es pequeño. Por el contrario, "Rabat es uno de los garantes de los llamados Acuerdos de Abraham", que primero normalizaron relaciones entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, en agosto de 2020, y a los que luego se sumó Bahréin.
Pocos meses después, fueron Sudán y Marruecos los que se unieron a la iniciativa.
Se rompía así, definitivamente en diciembre de 2020, la posición monolítica de los países árabes, acordada para no reconocer al Estado de los judíos hasta la proclamación del Estado palestino. A cambio, Washington reconoció unilateralmente el Sáhara como territorio marroquí y ahí fue donde, realmente, comenzó la crisis entre España y Marruecos de la que todavía no hemos salido.
Este martes, Albares y el secretario de Estado Blinken han acordado oficialmente "unir fuerzas" con vistas a resolver el conflicto del Sáhara Occidental. Según ha explicado Albares en declaraciones en Washington al término de su encuentro con Blinken, el Sáhara Occidental ha sido uno de los temas que han tratado.
"Hemos acordado unir fuerzas para resolver este conflicto que ya dura demasiado y para el que hay que encontrar solución", ha subrayado el ministro, incidiendo en que "hay miles de personas" que esperan esa solución.
Albares no ha entrado en detalles sobre qué podrían hacer España y Estados Unidos en este sentido, si bien recientemente Naciones Unidas ha nombrado un nuevo enviado especial para resolver el conflicto, el diplomático italosueco Staffan de Mistura, que ya medió (con cierto éxito) en el conflicto libio en los últimos años.
El ministro español tampoco ha querido aclarar si Blinken le ha trasladado la intención de Washington de cambiar su política respecto al Sáhara. España desea que se sustancia el compromiso privado transmitido por la Administración Biden, que rechazó la herencia en este punto recibida del Gobierno Trump, pero que aún no ha revocado oficialmente.
Albares, en todo caso, anunciaba una reunión en Madrid con De Mistura, quien a finales de la semana pasada inició una visita a la región, a bordo de un avión de la Fuerza Aérea española, que le ha llevado tanto a Marruecos como a los campos de refugiados saharauis en Tinduf (Argelia).
El Gobierno insiste, en todo momento, en apostar por una solución política, justa y mutuamente aceptable para las partes y basada en la legalidad internacional y las resoluciones de la ONU, que prevén un referéndum de autodeterminación como salida plausible. Y eso es lo que ya no añaden ni París ni Berlín en sus posiciones oficiales. "En Madrid ha sorprendido mucho la postura del nuevo Ejecutivo alemán", admitían fuentes cercanas a Moncloa este lunes. "No nos ha gustado ese juego" de la verde Annalena Baerbock.
"Nosotros no nos moveremos, y lo que está pasando en Washington tampoco es lo que se esperaba", señalan fuentes diplomáticas españolas. "Pero Rabat ya no puede pedir más gestos, después de que el Rey se haya implicado, ahora la pelota está en su tejado".
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