A Yolanda Díaz, poco dada a las polémicas y huidiza ante la prensa cuando tiene que atender preguntas concretas, le ha venido bien la leve convalecencia por Covid que la tiene encerrada en casa teletrabajando. Aunque a mano siempre tiene el ordenador y el teléfono, y a pesar de ser la líder de una de las dos formaciones que forman la coalición del Gobierno que reunirá a los líderes de la Alianza Atlántica en junio, su cuenta de Twitter no ha hecho una sola referencia a la escalada bélica en Ucrania que enfrenta a Rusia y a los aliados de la OTAN.
Pero tanto ella como el total de los 35 diputados de Unidas Podemos dejarán solo a Pedro Sánchez en el Congreso el día que vaya a pedir autorización, como marca la ley, para la participación de España en el conflicto.
La intención del lado socialista del Gobierno es clara: "España es un socio fiel de la Unión Europea y un aliado leal en la OTAN", afirman fuentes de Defensa y Exteriores, cuando se les pregunta por el despliegue ya escalado de hasta 650 soldados por tierra, mar y aire en las fronteras rusas.
"Hay unidad en la diplomacia y la habrá en la disuasión si pasamos a ese escenario", advirtió este viernes José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores. "España está en los diálogos estratégicos de la UE y la OTAN, y hará lo que le toca en defensa de los intereses y los valores europeos".
Reunión con el ex Jemad
Este periódico ha podido saber que el responsable de Paz y Seguridad de la Ejecutiva de Podemos, el ex Jemad Julio Rodríguez, ha reunido a la cúpula del partido morado para explicar la situación. De ese encuentro, celebrado este mismo viernes por la mañana, salieron varias decisiones.
La primera, transmitir a sus socios socialistas que cometerían "un error catastrófico" si desmarcaran del "no a la guerra" al Gobierno que ellos mismos califican como "el más progresista de la historia democrática". No sólo se enfrentarían a sus socios parlamentarios, sino que el Ejecutivo arriesgaría perder el apoyo de la calle.
La segunda, hacer entrar a los ministros de la confluencia morada en la campaña de comunicación. En Unidas Podemos saben que eso significa saltarse el acuerdo de coalición [consúltelo aquí en PDF], cuyo protocolo de funcionamiento deja claro, en su punto 16, que "los ministros respetarán su ámbito competencial propio".
Este viernes, la titular de Igualdad, Irene Montero, proclamó que "la preocupación es máxima", que el Gobierno debe recordar que "España es el país del 'no a la guerra'" y que su formación está "en contra de la escalada del conflicto y el envío de más soldados" a Ucrania.
Y la tercera decisión es la de votar 'no' a cualquier iniciativa que lleve el Ministerio de Defensa o la Presidencia del Gobierno al Parlamento si esta significa "renunciar a la exclusiva vía diplomática para resolver" el desafío ruso a la integridad territorial de Ucrania.
Cambios en la misión
Rodríguez explicó a sus compañeros de la dirección de Podemos que, hasta el momento, la ministra Margarita Robles "únicamente ha adelantado el envío de buques y ha ofrecido acelerar el despliegue de aviones ya comprometidos" dentro de la misión de la OTAN en su vecindad Este.
Pero que cualquier cambio sustancial en la misión a la que ya dio autorización el Congreso tras ser aprobada en el Consejo de Ministros del 23 de diciembre de 2016, cuando María Dolores de Cospedal era la ministra de Defensa de Mariano Rajoy, deberá votarse en el Parlamento.
En el caso de que Putin ponga la bota de un soldado ruso en Ucrania, la UE ha advertido de "sanciones económicas y financieras inmediatas y masivas". Pero la OTAN ha avisado de una "respuesta disuasoria proporcionada", y ahí es donde llegarían los cambios.
La modificación de la naturaleza de la "misión de aseguramiento del territorio aliado" aprobada en la Cumbre de Gales y definida en la Cumbre de Varsovia, tal como reza el diario de sesiones del Congreso, tendría que ser debatida y votada por los diputados. Pasaría de ser una misión de paz a una bélica, y eso debe autorizarlo el Congreso.
Lo mismo ocurriría en el caso de que los aliados reclamaran un aumento del contingente de 350 soldados de infantería, los tres centenares de tropas de la Armada y los pilotos y operadores de los seis cazabombarderos prestos a tener base en Bulgaria.
Discusión en el Gobierno
Según la líder de Podemos, Ione Belarra, "nuestro país ha dicho alto y claro siempre 'no a la Guerra'". La también ministra advierte de que "con ese espíritu y con ese compromiso debemos trabajar e intensificar las vías diplomáticas para desescalar cualquier conflicto".
Mientras la vicepresidenta segunda permanecía en silencio, ella oficialmente, no ha pasado de ahí. Pero este periódico ha podido saber que en el seno del Gobierno ya ha habido un agrio intercambio de impresiones al más alto nivel entre las alas socialista y morada: la brecha en un asunto tan de extrema gravedad como el embarque de España en una guerra exterior amenaza seriamente la continuidad del Ejecutivo.
Sánchez ha encargado, en todo caso, conversaciones a nivel parlamentario con todos los grupos. Y en los próximos días se encargará personalmente de ellas el portavoz del PSOE en el Congreso, Héctor Gómez, en cuyo conocimiento y experiencia en Relaciones Internacionales fía el presidente las esperanzas de allanar el camino parlamentario ante cualquier eventualidad.
De inicio, Gómez ya sabe que Unidas Podemos nunca apoyará la implicación de nuestro país en un conflicto. Menos aún en uno que rechaza por atribuirlo al "furor belicista estadounidense" y al "seguidismo de primera hora" de Pedro Sánchez, a quien ya se compara con Aznar en las Azores, "sacando sus plumas para ver si convence a Joe Biden de que venga a la cumbre de junio en Madrid".
Esa presencia está más que descontada en el seno de la diplomacia española. No hay confirmación oficial de la misma porque aún no se han cursado siquiera las invitaciones para una reunión para la que faltan todavía más de cinco meses. Así lo confirman fuentes cercanas al presidente del Gobierno a EL ESPAÑOL.
Pero si no hay dudas de que el mandatario estadounidense estará presente -como estuvo el año pasado en la de Bruselas-, el hecho de que España sea anfitrión no sólo le obliga en el apartado logístico. "También lo hace en la organización y en la definición de los documentos", apuntan esas fuentes.
Y esta cumbre debe definir el nuevo concepto estratégico de la Alianza. Es decir, la traducción a los hechos de considerar "rival" a China y "enemigo" a Rusia. Así que no es el momento de flaquear en los gestos de "compromiso con nuestras obligaciones".