Salvo un giro copernicano de los acontecimientos, el patrimonio de Fernando Arrabal (Melilla, 1932) no acabará en España. Las obras de Dalí, Picasso, Magritte o Tàpies en posesión del escritor van camino de encontrar acomodo en Francia, país al que se exilió el escritor y del que no ha regresado.
Según las fuentes del Ministerio de Cultura consultadas por este periódico, el último contacto entre Arrabal y la Administración española se produjo "hace diez años", en la era Mariano Rajoy, cuando Cultura era una secretaría de Estado capitaneada por José María Lasalle.
A tenor del expediente consultado por el equipo actual –el hoy ministro de Cultura es Miquel Iceta–, Arrabal exigió como contrapartida para legar su patrimonio la creación en España de un museo con su nombre que alojara toda esa obra. Y el Gobierno dijo "no". El nuevo Ejecutivo, el de Pedro Sánchez, se mantiene en esa tesis. "Tendría que ser Arrabal quien cambiara de opinión", indica un portavoz.
Estas mismas fuentes reiteran que no ha habido más contactos desde ese tiempo a esta parte. Arrabal, en su reciente entrevista con este diario, dijo: "Quería dejárselo a España, es cierto, pero España no responde, no dice nada. Le trae sin cuidado. Tengo un gran material".
El autor de Viva la muerte dejó entrever que le seduce la opción de Francia porque se estaría gestando allí la construcción del Museo de las Maravillas, que alojaría los cuatro avatares de la modernidad.
A ojos de Arrabal, Francia "parece haber aprendido la lección de lo que pasó con André Breton". El creador del surrealismo, una especie de padrino literario para el narrador español, reunió un patrimonio parecido. Se iniciaron unas conversaciones con el Gobierno francés, pero no llegaron a buen puerto. Finalmente, la familia Bretón vendió todo aquello en una subasta. 4.100 lotes.
Ningún contacto
Arrabal insiste en que no va a desvelar en público el listado completo de sus obras –"me atracarían"–, pero sí tiene claro que irán a parar a una institución pública. Hace ya mucho tiempo que informó a sus dos hijos. "Si acabara en sus manos y lo vendiesen, serían millonarios", suele bromear el artista nacido en Melilla.
Al Gobierno parece no convencerle la idea de crear un Museo Fernando Arrabal. Cultura sí aceptaría, en cambio, que esos cuadros fueran a parar a sitios distintos. Además del patrimonio que lleva el nombre de grandes artistas, Arrabal también tiene decenas de cuadros pintados por él mismo. Y manuscritos de algunos Nobeles, como por ejemplo Samuel Beckett.
Las relaciones están rotas entre Arrabal y el Gobierno de España. Se rompieron hace diez años y no parece que vayan a reconstruirse. Fernando Arrabal Terán es, todavía hoy, uno de los –si no el que más– dramaturgos españoles más representados en el mundo.
"Tampoco hay que forzar. Espero que los españoles vengan a Francia a verlo. Voy a cumplir noventa años y no voy a esperar eternamente", se despidió Arrabal en una cafetería cercana a su domicilio en París.
Del mismo modo, aunque en otro orden de cosas, Arrabal asegura haber solicitado ayuda a la Memoria Histórica para encontrar información acerca de su padre. Militar y pintor, del mismo nombre, Fernando Arrabal fue encarcelado en Melilla al producirse el golpe de Estado de 1936.
Fiel a la República, se negó a sumarse a la sublevación. Lo encarcelaron. Fue trasladado de prisión en varias ocasiones, hasta que dio a parar en el manicomio de Burgos. El 29 de diciembre de 1942, con metro y medio de nieve, se fugó sin más armadura que su pijama. Se adentró en la noche y nunca más se supo.