Está a punto de cumplirse un año del descalabro de Ciudadanos en Cataluña. El pasado 14 de febrero, la formación de Inés Arrimadas cayó de 36 a 6 diputados. Dejó de ser la fuerza más votada y perdió más del 85% de los votos cosechados cuando la actual presidenta nacional de la organización ganó las autonómicas de 2017. Sin embargo, de entre todas las delegaciones naranjas, quizá sea la del Parlament la más robusta.
Alejada del foco mediático, sus diputados han tenido tiempo para organizarse. También los representantes municipales. Además, la infraestructura con la que cuentan los naranjas en Cataluña es mucho mayor que en cualquier otra parte debido a su trayectoria: nacieron en Barcelona en 2006.
Partiendo de ese razonamiento, cuando llegue el momento, la delegación catalana pedirá a Arrimadas concurrir en solitario; sin que haya esta vez manos tendidas al PP para una lista conjunta. Así lo ha contrastado este diario de fuentes solventes.
Pese al nerviosismo que aqueja a los liberales en toda España, en el grupo del Parlament se respira "tranquilidad". Sin perder de vista el realismo, algunos de los representantes allí consultados por este periódico mencionan que su "razón de ser" no está en peligro en Cataluña.
El Partido Popular, que les ha absorbido en otros territorios, no carbura. Y Vox, que casi les dobla en escaños, por contradictorio que pueda parecer, "no les preocupa": "No representan lo mismo que nosotros".
De ahí que distintas fuentes solventes se muestren contundentes en sus intenciones de futuro: "Queremos presentarnos con nuestra marca". Ese será el ruego que se transmitirá a Arrimadas.
Está por ver la reacción de la presidenta nacional, teniendo en cuenta que el año pasado fueron los naranjas quienes llamaron a la puerta del Partido Popular para armar una candidatura conjunta. Pablo Casado dijo no. Y, además, empezó la Opa. Lorena Roldán, exlíder de Ciudadanos en Cataluña, fue en las listas de los conservadores.
A diferencia de lo ocurrido en otras regiones, no se esperan turbulencias en este tipo de negociaciones. Arrimadas y Carlos Carrizosa –portavoz naranja en el Parlament– mantienen una relación cordial y de confianza.
La relación con el PSC
Por tanto, esa será la apuesta de Ciudadanos Cataluña: concurrir en solitario y fortalecer la marca en la medida de lo posible. Dicho de otro modo: no habrá, salvo un giro brusco de los acontecimientos, una candidatura constitucionalista.
En calidad de partido liberal, los naranjas ni se plantean explorar ese camino con Vox. De hecho, en 2019, ya se levantó una barrera según la cual los apoyos de Abascal a los gobiernos PP-Cs fueron siempre externos. Fue el modo elegido por Albert Rivera para subrayar esa incompatibilidad de principios.
La relación con Alejandro Fernández, líder del PP en Cataluña, es "buena". Así la califican los diputados liberales en el Parlament. Pero tras la opa dirigida por Fran Hervías y Teodoro García Egea, sumada a la debilidad de los de Casado en la región, no parece un acierto estratégico reintentar un "Cataluña Suma". Esa es la tesis de Carrizosa y sus compañeros.
¿Y qué hay del PSC? ¿Qué pasa con la otra fuerza que se presenta como "constitucionalista"? Salvador Illa ganó las últimas elecciones, pero la suma de los independentistas le impidió gobernar.
A ojos de Arrimadas y Carrizosa, Miquel Iceta convirtió el PSC en un partido constitucionalista en el nombre, pero nacionalista en la práctica. En Ciudadanos acusan a los socialistas catalanes de haberse puesto de perfil en los días más duros del procés.
Sin embargo, Cataluña es hoy la última preocupación de Arrimadas. La presidenta de Ciudadanos sabe que el destino de la formación allí estará enormemente influido por lo que ocurra primero en Castilla y León, después en Andalucía y, por último, en las elecciones generales.
En la dirección nacional del partido, consideran que les ha tocado "el mejor candidato" que tienen para "el momento más complicado". Paradójicamente, el destino de la organización depende, a fin de cuentas, de Francisco Igea, último rival de Arrimadas en las primarias y adversario interno durante un largo periodo.