Las elecciones de este domingo son autonómicas y votan sólo los ciudadanos de Castilla y León, pero su resultado tendrá una inevitable lectura nacional, sobre todo porque el líder del partido que las ha convocado se ha esforzado en convertirlas en unas elecciones dentro de una estrategia política nacional.
El resultado de hoy marcará el tono de lo que resta de legislatura en el Congreso, medirá las opciones de Pablo Casado, examinará la capacidad de recuperación de Pedro Sánchez y redistribuirá las fuerzas a la derecha del PSOE.
Pablo Casado se ha subido a un ciclo electoral diseñado para ir superando peldaños en una imaginaria escalera al cielo, con el horizonte de dos años de legislatura y con la vista puesta en las generales que se convocarán a finales de 2023.
En mayo de 2021, el PP logró con Isabel Díaz Ayuso un triunfo inapelable en la Comunidad de Madrid que impulsó a este partido tanto como que todas las encuestas empezaron a mostrar la posibilidad de que Casado gane unas generales y pueda llegar a la Moncloa con apoyo de Vox.
Logró expulsar a Ciudadanos del mapa político de Madrid como lo hizo antes por otros métodos en Murcia, con la expectativa de hacerse con esos votos del centroderecha. Mucho antes, José María Aznar le marcó el camino al subrayarle que sin reunificar todo el espectro político del centro y la derecha no le sería posible ganar nunca, como empezó a hacer él en 1989, aunque en circunstancias muy diferentes.
Por eso, la escalera al cielo de Casado encontró otro peldaño en Castilla y León, donde su presidente Alfonso Fernández Mañueco gobernaba en coalición con Ciudadanos con una relativa calma. El aparato de Génova mantuvo hace meses algunos enfrentamientos con Mañueco, pero las dos partes firmaron la paz a cambio de la disolución de las Cortes de Castilla y León.
Andalucía, próximo peldaño
El siguiente peldaño será el de Andalucía. En primavera si les sale bien lo de hoy y, en todo caso, en el último trimestre, cuando corresponda. Luego llegarán las autonómicas y municipales de junio de 2023 y posteriormente las generales.
Si Casado encadena triunfos electorales del PP, con sus correspondientes impulsos en encuestas, estará cerca de tocar el cielo de la Moncloa. O, al menos, ese es el planteamiento que explica el equipo de Casado.
Habría que sumar sus intentos por quitarse el lastre de la corrupción de su partido para poder hacer ese difícil camino. Y es obvio que, en esa escalera, es fundamental el resultado de Castilla y León. El PP partió con una alta expectativa y, tras una mala campaña, llega con gesto de pavor a las urnas.
“Aquí el que se la juega soy yo y no Pablo Casado”, ha repetido estos días Mañueco, queriendo quitar responsabilidad al líder del partido pero, en realidad, poniendo el foco sin querer en el líder de la oposición.
Como efecto colateral, un triunfo del PP este domingo fortalece la posición de Génova frente a Ayuso en la disputa sobre el control del partido en la Comunidad. Un fracaso del PP daría alas a los críticos del presidente nacional. Es decir, está claramente en juego el liderazgo interno de Casado y su fortaleza para llevar al partido hasta las próximas generales.
Está en juego también la definición del modelo de relación del PP con Vox, su adversario electoral. Casado rompió con Santiago Abascal en la moción de censura de éste en 2020 y se han vivido escarceos de sus partidos en Andalucía y el Ayuntamiento de Madrid entre otros lugares.
Esa relación provoca debates en el PP, porque hay una corriente que considera que hay que entenderse con los de Abascal para atraerlos como se hizo con Ciudadanos y otros que promueven la confrontación con el partido de la ultraderecha.
Hay quien sostiene que conviene alentar la posición del PP como partido de Estado para diferenciarse de Vox, para evitar que una posición demasiado dura fortalezca a su adversario. Y hasta hay quienes creen que sería mejor que Vox entrara cuanto antes en gobiernos autonómicos para terminar fagocitándolos, como han hecho con Ciudadanos o, según aseguran, ha hecho el PSOE con Unidas Podemos.
Los 33 escaños
Las encuestas muestran que la campaña ha fortalecido a Vox, con expectativa de pasar de un escaño a un mínimo de 10. Y, sobre todo, con opciones de ser decisivo en una hipotética investidura de Mañueco y con capacidad para exigir entrar en su Gobierno.
Aunque tampoco está claro que los de Abascal quieran entrar en gobiernos, porque eso les obligaría a abandonar algunas posiciones antisistema y a asumir decisiones y responsabilidades. Hasta el momento lo han evitado.
Existe el riesgo también de que las coaliciones con Vox afecten para el futuro al camino de Casado hasta las generales de 2023.
La línea aproximada del éxito y el fracaso del PP está en los 33 escaños, según diversos dirigentes, siempre que haya opciones de completar los 41 de la mayoría absoluta con Vox. El desastre para el PP sería ser superado por el PSOE o no sumar 41 con la ultraderecha y perder la Presidencia de la Junta.
En todo caso, en ese camino y en menos de un año se han roto ya tres coaliciones del PP con Ciudadanos en Murcia, Madrid y Castilla y León y peligra la de Andalucía, mostrando que son menos duraderos los gobiernos de coalición de la derecha que los de la izquierda. Todas las rupturas han sido movimientos tácticos del PP para acabar con Ciudadanos y avanzar en el camino hacia la Moncloa.
El PSOE ganó estas elecciones en 2019, pero el arranque de campaña hizo que las altas expectativas del PP dejaran de inicio a la candidatura del socialista Luis Tudanca fuera de la carrera por la victoria electoral.
Su aspiración sería, en todo caso, poder sumar con Unidas Podemos y alguna de las candidaturas de la llamada “España vaciada”, para cambiar el signo de la Junta de Castilla y León después de 35 años de gobierno ininterrumpido del PP.
La economía
Los socialistas han intentado mantener el carácter autonómico de las elecciones y evitar que un posible fracaso caiga sobre las espaldas de Pedro Sánchez. No obstante, del resultado dependerá que Moncloa y el PSOE puedan mantener con apoyo en la realidad el discurso de la recuperación para revalidar el triunfo en las generales de 2023.
El presidente del Gobierno lo ha basado todo en la recuperación económica, con la llegada de fondos europeos, y una nueva derrota de su partido sería un importante toque de atención, tras los desastres en Madrid, Galicia y País Vasco. Y quedan pendientes de Andalucía, Comunidad clave para las próximas generales por su valor simbólico y por su valor aritmético, por ser la región que más escaños aporta al Congreso de los Diputados.
Ciudadanos seguirá este domingo su particular batalla para huir de la desaparición. Ha perdido en menos de un año las vicepresidencias de los gobiernos autonómicos de Murcia, Madrid y Castilla y León. Le queda la de Andalucía, con fecha inminente de caducidad, y nueve diputados en el Congreso con futuro incierto. Ciudadanos languidece víctima de la estrategia del PP para acabar con los dos partidos que le disputan su espectro ideológico.
Tenía 14 procuradores en las Cortes de Castilla y León y aspira a uno o dos y es casi seguro que han perdido la capacidad para decidir que tenían hasta ahora.
Unidas Podemos logró marcar la agenda del inicio de la precampaña con la polémica sobre las macrogranjas, tras las declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón, utilizadas al extremo por el PP.
Y eso que partían con dificultades para entrar en la disputa electoral en una Comunidad en la que tenían un único escaño. La última encuesta de EL ESPAÑOL les augura la posibilidad de lograr hasta tres procuradores.
España Vaciada
Su objetivo es “consolidar su espacio”, tras haber logrado reunir en una candidatura a Unidas Podemos e Izquierda Unida en una Comunidad que, junto a Asturias y Aragón, siempre se había resistido a ese acuerdo.
Todo ello a la espera de saber qué ocurrirá con Yolanda Díaz y su futura candidatura para las generales de 2023. Por el momento, la vicepresidenta segunda ha eludido exponerse en esta campaña y se ha limitado a un acto casi testimonial en los últimos días.
La otra incógnita es la de los partidos de la llamada “España vaciada”, no sólo por el reflejo en las Cortes de Castilla y León y su capacidad para decidir la Presidencia de la Junta, sino también por el hecho de que la evolución de este tipo de candidaturas puede condicionar también la legislatura y las próximas generales.
Su irrupción puede aumentar aún más la fragmentación de los parlamentos y hacer imprevisibles las investiduras, siguiendo el camino que inició Teruel Existe en las últimas generales.
Las candidaturas que concurren ahora tienen procedencias y posiciones diferentes. Desde la territorial a la escisión de otros partidos como el PP, el PSOE o Ciudadanos y, por tanto, el sentido de sus votos en la investidura del próximo presidente de Castilla y León es un cierto enigma.