Pablo Casado se sienta en su última estación, a solas, este miércoles en la calle Génova de Madrid. Los barones vienen a despedirle. La resistencia numantina que prometió el viernes, el sábado, el domingo y hasta el lunes -después de que la mitad de sus compañeros de viaje lo abandonaran en medio de la tempestad- ha acabado.
Antes habrá debido decidir si acude a su última sesión de control al Gobierno. "La pregunta no se ha retirado, pero quién sabe qué pasará hasta las 9.00 de la mañana del miércoles", confesaba una portavoz de la dirección del Grupo Parlamentario.
Eso sí, cuando suba por la tarde a la séptima planta de la sede nacional del Partido Popular, lo hará como presidente del principal partido de la oposición. Pero a las 20.00 horas recibirá su billete de salida. "Sólo falta que acepte la solución que hemos acordado", anticipa un líder casadista que tenía grandes expectativas paras las autonómicas de 2023 y ahora se ve "tercera fuerza, seguramente".
Ésa solución acaba en Alberto Núñez Feijóo sustituyéndolo como presidente del PP -al menos, como electo- el próximo 16 o 17 de marzo, en apenas tres semanas. Y pasa por cuatro puntos que le van a exigir los barones a Casado en su reunión, convocada por el todavía líder.
Uno: que certifique el orden del día de la Junta directiva nacional del martes que viene, 1 de marzo.
Dos: que en ese cónclave se convoque un congreso extraordinario, a celebrar en 30 días.
Tres: Además, que el aún líder de la oposición se comprometa a no presentarse, como todavía prometía este lunes al salir de Génova. "Seguimos adelante", dijo para despedirse de Teodoro García Egea, que anoche, en su primera entrevista tras dimitir, no confirmó este extremo: "Cualquier militante al corriente de pago puede presentarse... no sería malo que alguien lo hiciera, al presidente deben elegirlo los militantes".
Y cuatro: si se llega a "esa solución de unidad", tal como la definía uno de los barones en conversación con este periódico, entonces ya sí, por fin, Feijóo aceptará que él es el candidato y liderará la oposición como alternativa a Pedro Sánchez.
De este modo, en apenas 15 días desde la celebración de la Junta directiva y la convocatoria del congreso, sería proclamado, a falta de competidores. "Sin más peleas, competencias y jugadas subterráneas que nos están matando", añade este líder territorial.
El punto de no retorno
"Nadie puede garantizar que no salga un loco", admitía un miembro del Comité Ejecutivo nacional a EL ESPAÑOL. Pero ésta es la famosa solución "urgente y eficaz" que acordaron los barones en sus múltiples conversaciones este fin de semana. La que reclamaban desde el pasado viernes, cuando la entrevista de Casado en la Cope marcó el punto de no retorno.
"Hasta aquel momento, la crisis sólo era gravísima", explica con ironía otro presidente de una autonomía pluriprovincial. Pero desde ese momento, "cuando el líder que debe defender el partido y la unidad del mismo, ataca con saña la honorabilidad no ya de un compañero militante, sino de una presidenta de gobierno autonómico en ejercicio, es que se han perdido todos los nortes", sentencia un colaborador estrecho de Isabel Díaz Ayuso.
Lo cierto es que a la salida de Casado de los estudios de Carlos Herrera, no sólo llamó la presidenta madrileña al locutor para responder, de inmediato, en la misma antena. Hubo otras llamadas, muchas, y otro teléfono sonó, incansable, durante todo el día: el del presidente (hoy ya saliente).
Colaboradores y compañeros del Grupo parlamentario le afearon su conducta, uno por uno y en orden. Pero sobre todo los barones, "estupefactos", le dijeron, sin fisuras en su discurso, que "un presidente del PP no puede hacer eso" y que, desde ese momento, "la única solución" era su salida.
Ya no les valía con "la cabeza de Teo"... cobrada este martes por la tarde.
Tarde kafkiana en Génova
La última jornada del secretario general en Génova fue realmente kafkiana: "No sabemos nada", "nos enteramos al ritmo de lo que contáis los periodistas", "yo me he ido al congreso, a preparar mi pregunta del miércoles". Así respondían tres miembros distintos del Comité de dirección del lunes. Tres de los fieles que, finalmente, le dijeron a Casado a la cara que Belén Hoyo tenía razón y que hacía falta un congreso extraordinario urgentemente.
El resto colgaban la llamada; leían los WhatsApp, pero los dejaban en visto; o simplemente apagaron el teléfono. Sólo la jefa de prensa de Casado trataba de apagar fuegos y Pablo Montesinos, en su triple condición de miembro nato del Comité, vicesecretario de Comunicación y experiodista en ejercicio, respondía a los rumores: "Es falso, estoy con el presidente, no dimite ni comparece hoy".
Hoy.
Para que se cumplan las cuatro condiciones de los barones, han de pasar varias cosas. La primera y principal, claro, que Casado esté derrotado del todo, como parecía ya al ponerse el sol en Madrid. Todo indica que "agotar el mandato democrático" ya significa ordenar una salida bajo las reglas oficiales, en la que "al presidente del PP lo elijan los militantes, no una turba ni un periódico".
Aunque, si todo se cumple, más que elegirlo, sólo lo aclamarán y acogerán.
Las normas internas
La segunda, que el congreso sea extraordinario, para que los plazos se puedan acortar a 30 días. Así lo establece el párrafo segundo del artículo 20.4 del Reglamento marco de Congresos del PP [consulte aquí el documento en PDF] y el 28.2 de los Estatutos: "El Congreso Nacional Extraordinario podrá ser convocado, en casos de excepcional urgencia, con tan solo treinta días de antelación, haciendo constar en la convocatoria el motivo de convocar y las causas que fundamentan la urgencia".
Fuentes de las direcciones provinciales recordaban a este periódico que éste puede ser un problema grave. "La premura no nos puede hacer olvidar para qué estamos aquí, que somos un proyecto político perdido y sin rumbo".
Es decir, que un congreso extraordinario, como el que eligió a Casado en 2018, sólo prevé el cambio del liderazgo y no un debate ideológico: "En los Congresos Extraordinarios no será obligatorio el debate de ponencias", dicen los estatutos. O lo que es lo mismo, según estas fuentes, "que seguiremos sin saber qué somos, y nadie sabrá dónde están nuestras líneas rojas, por ejemplo, para pactar con Vox, o para acordar asuntos de estado con el Gobierno... y eso, la indefinición, es lo que nos está desangrando".
La tercera condición que impondrán los barones a Casado es que, efectivamente, la convocatoria de la Junta directiva recoja en su orden del día, "el debate previo" y la votación para "la resolución final de convocar" el congreso extraordinario. Ésa votación que deberá adoptar la decisión con una mayoría "de dos tercios de los componentes de aquella", según el 28.1 de los Estatutos del Partido Popular [consulte aquí el documento en PDF].
Y para eso es necesario que el todavía presidente cumpla la cuarta condición: que, de los más de 300 miembros que participarán en el máximo órgano de decisión entre congresos, los más 'casadistas' apoyen el plan. Es decir, que no haya "nuevos movimientos en la oscuridad".
Ésta es la advertencia del número dos de una de las agrupaciones autonómicas que saldrán con mayor peso de este proceso. El mismo que por la mañana denunciaba, en conversación con este diario, "las malas artes" del todavía secretario general, atribuyéndole la responsabilidad de un supuesto fallo informático.
Porque este martes por la mañana, la página que aloja las normas y listados de la Junta directiva presentaba un repentino error 404: "Y las organizaciones autonómicas no tenemos acceso a ese listado en la base de datos del partido. Han limitado los accesos desde la dirección nacional".
Y la quinta condición es que Casado se despida, dimita, abandonde, no compita. Porque, a falta de que cualquier advenedizo se decida a presentar guerra -el artículo 31.2.b. de los Estatutos permite presentarse a cualquier afiliado al día de sus cuotas que reúna nada más que 100 avales-, ésos son los términos en los que está acordada la llegada de Feijóo como ángel salvador que sustituya y bendiga a Casado en su partida.
El líder gallego sólo tomará "las decisiones que habrá que tomar" si es el partido, en su conjunto, el que le pide que "asuma alguna responsabilidad". Es decir, que busca la legitimidad de origen en la aceptación unánime y sin discusión de que su ascendencia moral -y sus cuatro mayorías absolutas consecutivas- es, a partir de ahora, autoridad orgánica.
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