Alberto Núñez Feijóo es el único presidente autonómico del PP con mayoría absoluta en este momento. Va por la cuarta como presidente de la Xunta de Galicia. Su última exitosa campaña electoral la hizo sin que las siglas del PP salieran prácticamente en ninguno de sus actos o apariciones públicas.
Ahora va a tener el camino despejado para convertirse en el próximo presidente del PP, en sustitución de Pablo Casado. En estos días, el presidente de la Xunta ha liderado al grupo de barones autonómicos del PP en la operación para forzar la salida de Casado de la sede de la calle Génova.
Es su segunda oportunidad, tras rechazar presentarse en 2018 para evitar el riesgo de primarias frente a otros candidatos, cuando se daba por hecho que sería el candidato natural para suceder a Mariano Rajoy. El expresidente del Gobierno se quitó de tras perder la moción de censura y no hizo ni un gesto para abrir la puerta a Feijóo y él se quedó en Galicia para no arriesgar.
Ahora, Feijóo ha dado el pistoletazo de salida hacia el final de Casado y está cerca de coger la bandera, las siglas, el himno y hasta la (malhadada) sede de Génova. También para asumir dentro de pocos meses un partido roto, que en los últimos días ha vivido su más grave crisis. Un partido que primero se partió en dos y luego ha vivido un goteo de dirigentes y parlamentarios que pasaban del apoyo a Casado a pedirle la dimisión y un congreso extraordinario.
Diputados del PP aseguran que el presidente gallego es en este momento la opción para intentar salir del abismo en el que se ha metido el PP. Su última esperanza e indiscutible opción a la que agarrarse.
Ventajas e inconvenientes
En el balance de ventajas e inconvenientes, Feijóo pone en un lado su larga experiencia en las administraciones central y autonómica, pero en el otro que generacionalmente no supone un salto hacia adelante, sino una vuelta atrás.
Casado tiene 41 años y Feijóo tiene 60, lo cual no necesariamente es malo, pero es mucho más difícil dar imagen de renovación y modernización del partido. El presidente gallego tiene 10 años más que Pedro Sánchez, presidente del Gobierno.
Tiene la legitimidad de los votos en su comunidad y la del prestigio interno como alguien que ha logrado siempre ponerse de perfil para no meterse en líos de partido. Sólo se le conocen algunas escaramuzas como alguna disputa con la entonces vicepresidenta, Soraya Saénz de Santamaría. Pero logró que no le salpicaran escándalos como el de Gürtel.
Tiene también en su haber el lograr que Galicia sea una comunidad prácticamente libre de votantes de Ciudadanos y de Vox. “No hay ni un sólo concejal de Vox”, alardeaba recientemente Feijóo sobre su comunidad.
Y precisamente, uno de los objetivos del presidente gallego es frenar la sangría de votos del PP hacia Vox. De tal forma que si fuera candidato en las generales de 2023 necesitará una posición de fuerza en número de escaños para limitar al máximo el pacto con Vox que, presumiblemente precisaría para sumar los 176 escaños que garantizan la investidura.
A estos efectos, la elección de Feijóo como presidente del PP tiene el inconveniente de que, al no ser diputado, no podría confrontar con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, los miércoles en la sesión de control del Congreso. Tampoco en grandes debates como el del estado de la nación o el de las cumbres europeas.
Corre el riesgo de que, en la práctica, el líder de la oposición sea de facto Santiago Abascal, lo que dejaría una importante autopista para la extrema derecha en la Cámara baja.
Hay una solución parcial que es la del Senado. Galicia tiene tres senadores de elección del Parlamento autonómico y dos de ellos son del PP, concretamente Elena Muñoz Fonteriz y Jesús Vázquez Abad. Tendría que dimitir uno de ellos y que el Parlamento de Galicia designara a Feijóo.
De esa forma podría intervenir cada dos semanas en el Senado en la sesión de control y debatir con Pedro Sánchez.
Ya Antonio Hernández Mancha fue líder de la oposición sin ser diputado de Alianza Popular, pero sí senador por designación de Andalucía y, más recientemente Sánchez fue secretario general del PSOE y líder de la oposición sin ser diputado durante casi un año, hasta que ganó la moción de censura en 2018.
Centrista y dialogante
Feijóo se ha forjado un perfil de político centrista y dialogante fuera de Galicia. Un diputado del PP da por hecho que si es elegido líder del PP, una de las primeras cosas que hará es pactar con Sánchez la renovación del Consejo General del Poder Judicial, entre otras cosas porque no era partidario del bloqueo que mantenía Casado.
Desde su entorno se ha hecho saber siempre que lo mejor para “combatir” a Vox es reforzar el perfil del PP como partido de Estado, frente a la opción “antisistema” del partido de Abascal.
No se le conoce opinión sobre la relación con Vox, porque él nunca ha tenido que acordar con la ultraderecha. Pero ha dejado traslucir un perfil centrista que no encaja precisamente con posiciones como las de Isabel Díaz Ayuso, que siempre ha defendido abiertamente el acuerdo con Vox.
Tampoco ha mostrado el líder gallego simpatía por la forma de hacer política de la presidenta madrileña, aunque ahora hayan juntado fuerzas frente a Casado. Ayuso queda casi indemne y garantiza que no competirá por la presidencia nacional del PP y Feijóo no entra en el caso del hermano de la presidenta madrileña y tiene pista libre hasta la sede de la calle Génova de Madrid.
Por ejemplo, su forma de gestionar la pandemia en Galicia ha sido completamente diferente a la de Ayuso en Madrid.
Se encontrará ya hecho el hipotético acuerdo con Vox en Castilla y León y, por tanto, no caerá en su debe como posible futuro líder del PP.
Se encontrará Feijóo también un grupo parlamentario en el Congreso totalmente roto y en estado de shock por lo vivido estos días, incluyendo el trasvase desde el apoyo a Casado a pedirle que dimita.
Y eso que el Grupo Parlamentario fue diseñado y nombrado por Casado, con personas que inicialmente fueron de su confianza, como Cayetana Álvarez de Toledo y la actual portavoz, Cuca Gamarra. En distinta medida ninguna de las dos está ya con él.
Feijóo, si sucede a Casado, tendrá que empezar por designar un portavoz parlamentario de su confianza y con peso. Además, por supuesto de una dirección que recomponga el partido.
Y tendrá una estructura en el partido en toda España creada en los últimos años por Teodoro García Egea a su medida, buscando crear una red de emergencia para situaciones como ésta.
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