Miembros del Gobierno cuentan que desde hace meses en el café previo a los consejos de ministros, Ione Belarra e Irene Montero casi no se relacionan con el resto. No participan de los corrillos y luego es muy extraño que intervengan en las reuniones.
No ocurre lo mismo con Yolanda Díaz, con Alberto Garzón y, más recientemente, con Joan Subirats, el resto de ministros que Unidas Podemos aporta al Gobierno de coalición. Es decir, que los cinco no actúan desde hace tiempo como un bloque, sino que hasta en la escenificación de esas reuniones hay una clara diferenciación.
Belarra y Montero han encabezado en la última semana la oposición a decisiones del Ejecutivo sobre la guerra de Ucrania, especialmente, el envío de armas para que los ucranianos hagan frente a la invasión rusa.
Este domingo, se entendió que llamaban al PSOE "partido de la guerra" y se multiplicaron las críticas y el malestar en la parte socialista del Gobierno. Hasta este lunes, Podemos, a través de su portavoz Isa Serra, no ha aclarado que no se referían al PSOE. Y sólo entonces, una vez escuchada esa "aclaración", Moncloa confirmaba la asistencia de Pedro Sánchez al acto oficial por el 8-M en el Ministerio de Igualdad.
A ese paso atrás contribuyó la intervención directa este lunes de Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y, sobre todo, firme defensora de mantener la coalición de Gobierno. Se movilizó porque no considera aceptable que se califique de esa manera al partido con el que se comparte la mesa del Consejo de Ministros y, además, porque no quiere que se rompa tal acuerdo y menos como consecuencia de la guerra de Ucrania y la aportación de España.
"Ha sido la mayor crisis de la coalición", admiten fuentes del entorno de la vicepresidenta segunda. Según pudo saber este periódico, a las llamadas cruzadas entre Díaz y Sánchez se añadieron también contactos directos de Félix Bolaños con Irene Montero y de José Manuel Albares con Ione Belarra.
"Es la vez que más se ha encendido la alarma en Moncloa", admiten fuentes gubernamentales, "pero se ha logrado parar", aunque la ministra y líder de Podemos queda tocada por la "traición a un acuerdo" entre ella y el presidente del Gobierno, el de no entregar armas a Ucrania.
Los teóricos de las coaliciones sostienen que lo más habitual de esos acuerdos de coalición es que se rompan cerca de las elecciones, por una causa que favorezca a las dos partes y con opción de poder competir en las urnas libres de cargas. Pero en este caso, queda mucho para las urnas y, además, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz entienden que la guerra de Ucrania no es ni mucho menos una causa justa para una hipotética ruptura.
Posición alejada
Unidas Podemos sigue alejada de las decisiones de Sánchez sobre el conflicto, pero ya no atribuye esa etiqueta de "partido de la guerra" al PSOE y, además, defiende la pervivencia de la coalición.
Si la comparten Yolanda Díaz y Subirats y el titular de Consumo, Alberto Garzón, al menos, no la rechazan o combaten públicamente.
Díaz es la interlocutora directa del presidente del Gobierno, de quien recibe información casi diariamente desde que se inició la guerra. Ambos se conjuraron hace meses para blindar la coalición, incluso, como consecuencia del conflicto sobre la negociación de la reforma laboral. Este lunes han vuelto a hablar.
Sánchez y Díaz entienden que la coalición es necesaria y eficaz, no sólo pensando en esta legislatura, sino en la siguiente, con la convicción de que serán precisos acuerdos para gobernar. Incluso, Moncloa y Ferraz transmiten desde hace meses que los datos de las elecciones y de las encuestas muestran una caída sostenida de Unidas Podemos que les preocupa porque puede hacer imposible sumar escaños suficientes para gobernar tras las generales previstas para 2023. Por eso, una vez descartada la posibilidad de sorpaso al PSOE, los socialistas consideran que necesitan que el movimiento que encabece Díaz tenga fortaleza en las urnas.
Hace unos días, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, fue el encargado de trasladar a Belarra la decisión de enviar el material bélico a Ucrania. Fue una conversación telefónica larga y cordial en la que la ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030 le dejó clara su oposición y le explicó que esa es la opinión de los electores de Unidas Podemos.
"La guerra es uno de los temas más sensibles para Podemos, y Belarra tiene un partido detrás, que le pide cuentas", explica un portavoz de Podemos, "y Yolanda no".
Belarra y José Manuel Albares sí han mantenido varios pulsos en los últimos meses. Por ejemplo, en diciembre como consecuencia de la celebración de unas jornadas en España organizadas por el ministerio que dirige la líder de Unidas Podemos sobre el proceso de paz en Colombia.
Conversación tensa
La ministra pretendió primero que el titular de Exteriores participara en un acto organizado por el departamento de Belarra. Entonces sí hubo una conversación tensa entre ambos en la que Albares reivindicó las competencias sobre política exterior y Belarra invocó que en su departamento se incluye la Agenda 2030 que habla de paz y justicia.
La posición de Belarra y Montero es vista desde el entorno de Yolanda Díaz como un intento de calado para marcar posiciones para el futuro inmediato, especialmente en relación con el movimiento que ella intenta liderar para las generales. Se trata de hacerse visibles con la posición respecto a la guerra, la reforma fiscal y otras iniciativas autónomas como las Propuestas para un Pacto de Estado de la Energía que, como Pablo Echenique recordó ayer en Twitter, remitieron a Sánchez hace unos días para hacer frente al elevado precio de la luz.
Díaz tiene previsto iniciar en primavera su recorrido por España en lo que llama "proceso de escucha", con el fin de articular su propuesta política. Pretende incluir a Unidas Podemos, pero lo hace al margen de Unida Podemos y de su estructura. Igual hará respecto a Izquierda Unida o los comunes en Cataluña, Compromís en Valencia y Más Madrid, entre otras opciones políticas que pretende reunir.
Belarra, como secretaria general de Podemos, mantiene el control de su estructura y también tiene la llave de los fondos de esta formación política, así como instrumentos administrativos vitales como el censo y las opciones para participar en futuros debates electorales.
Por eso, tarde o temprano tendrá que haber una negociación, diálogo o acuerdo sobre la elaboración de listas y el peso de cada grupo o partido en el futuro movimiento que encabece Díaz. Por eso, Podemos marca ya territorio y posición propia.
La vicepresidenta y responsable de Trabajo no quiere ni oír hablar hoy por hoy de esa futura estructura o candidatura.
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