En Moldavia pasa algo muy parecido a lo que ocurría en Ucrania hasta el 23 de febrero de 2022. Una región fronteriza no reconoce al Gobierno legítimo, votado en elecciones libres. Ese Ejecutivo es proeuropeo. Pero los medios de comunicación y las redes preponderantes ponen el peso en las históricas relaciones y hermandad del pueblo ruso... además de que hay tropas de Putin en suelo moldavo.
Alrededor de 2.000 soldados con 20.000 toneladas de armamento ligero y pesado ocupan Transnistria, la región levantisca contra el Gobierno de Chisináu.
Moldavia no tiene frontera con Rusia, pero es una de las repúblicas exsoviéticas. Y es un paso más para cerrar la salida al mar de Ucrania. O incluso una base para abrirle dos frentes a Volodímir Zelenski: el presidente ucraniano trata de que resistan Odesa (en el Mar Negro) y Mariúpol (en el Mar de Azov), sitiadas y bombardeadas desde hace ya 15 días por Putin.
Mientras, informes de la inteligencia estadounidense indican que el siguiente paso de las tropas rusas será Moldavia. Y cuando el líder ruso decía negociar y negaba la inminente invasión, Washington ya informó a los aliados de la OTAN de que no eran más que "juegos de guerra".
Fuentes del Gobierno de España advirtieron a este diario de que la invasión sería entre finales de enero y finales de febrero. Después, el Gobierno de Joe Biden le puso fecha, el 16 de febrero. A eso, Putin respondió acusando a Occidente de "desear la guerra" y "provocar para que suceda". Sólo ocho días después dio la orden de comenzar... y eso que un día antes, el inquilino del Kremlin aún ofrecía reunirse con Biden en "alguna ciudad de Europa".
Por eso, las fuentes consultadas en el entorno del presidente le dan credibilidad total a los informes. Y por eso tratan de preparar a la población a "un conflicto largo" con Rusia.
Broncas políticas
Así lo expresó el presidente del Gobierno el miércoles 2 de marzo desde la tribuna del Congreso, en su comparecencia. Advirtiendo de las consecuencias que habremos de sufrir, y justificando en "la defensa de nuestros valores y principios democráticos" el envío de armas a Kiev, que sólo dos días negaba durante una entrevista en directo en TVE.
La bronca que se montó en el interior del Gobierno tras aquel discurso estuvo más cerca que nunca de romperlo. Podemos se sintió "traicionado"... pero no sólo por Sánchez, sino por la propia Yolanda Díaz, su líder en la coalición. Y la líder interina del PP, Cuca Gamarra, supo reaccionar ofreciéndole a Sánchez "el apoyo que no tiene dentro de su Gobierno, una lealtad mayor que la de sus propios socios".
Una semana después, el escenario es radicalmente distinto. La guerra sólo empeora, las perspectivas de una solución negociada se alejan, y Moldavia ha añadido en dos semanas un 5% más de población: todos refugiados ucranianos. "Y Putin no va a parar", apuntan las fuentes cercanas al presidente.
Por eso, la última bronca en el Congreso entre el Gobierno y el Partido Popular sorprendió más a quien fue acusado de montarla que a la supuesta víctima. Gamarra sugirió que Pedro Sánchez "utiliza la guerra" porque es "el presidente de las mil coartadas". Y el portavoz del PSOE, Héctor Gómez, no dejó pasar un minuto para dejarse encontrar por los micrófonos de la prensa para calificar a los populares de "indecentes" y lamentar que "ni en estas circunstancias son capaces de ponerse a la altura".
En realidad, todo partía de la bronca previa que había tenido el Gobierno en su seno. La "mayor crisis de la coalición" —causada mitad por la entrega bilateral de "armas ofensivas a la resistencia ucraniana", mitad por haber roto en a penas cinco días un acuerdo entre Sánchez y sus socios morados— se arregló con hilos muy finos. La única manera de cimentar bien la supervivencia del Gobierno, según las fuentes consultadas, era agarrarse al único reproche explícito de Gamarra y devolvérselo redoblado.
Aunque la líder temporal del PP no entendía nada, según su entorno más cercano. Porque la realidad es que el presidente del Gobierno había atribuido a "la guerra de Putin" la culpa de "toda la subida de los precios de la energía y de la inflación"... a pesar de que la invasión de Ucrania llegó 10 meses después de que en abril de 2021 el IPC abandonara el cero y haya seguido rampando hasta el actual 7,4% interanual.
Tropas españolas
Lo que lamentan las fuentes populares, además de que el PSOE haya reaccionado así a sus ofertas de "mano tendida" y apoyo sin condiciones en los compromisos de España con la UE y la OTAN por la guerra, es que Sánchez no haya "explicado claramente" la que se nos viene encima.
"Se limita a advertir de que el conflicto va a ser largo", explica el entorno de Gamarra, "y luego, ya en otro contexto, habla de las consecuencias económicas que vamos a sufrir y del precio que debemos pagar las democracias por nuestra libertad".
Esto es bastante así: en su declaración institucional del jueves 24 de febrero, a las pocas horas de la invasión, Sánchez sólo habló de solidaridad, ni citó a la OTAN; en su comparecencia del 2 de marzo en el Congreso, por el contrario, centró el mensaje en la entrega de armas... y únicamente esbozó ese "gran pacto de rentas", sin dar un solo detalle del mismo.
Y además, el PP avisa de que la reacción furibunda del PSOE es un error, porque si la guerra es larga, llegará un día en que deba pedir autorización al Congreso para mandar tropas a nuevas misiones, "y entonces ¿quién le apoyará?".
Y sí, el conflicto se prevé largo, salvo que algo inesperado cambie las circunstancias Y no sólo porque las condiciones que proclama Putin para parar su invasión, además de cambiantes cada día, son inasumibles; ni tampoco por la brava resistencia liderada por Zelenski; ni siquiera porque las sanciones, las contrasanciones y el shock de oferta en los mercados... sino porque Moncloa ha sido avisada por la inteligencia estadounidense de que después de Kiev, las tropas rusas irán por Chisináu.
Por esta razón, Moncloa no dejó pasar la oportunidad y organizó en menos de 48 horas el viaje de Sánchez, el martes pasado a Letonia. Fuentes militares confirman que no su gabinete no comunicó la presencia del presidente con el canadiense Justin Trudeau y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, hasta última hora.
La escenografía —rodeados de carros de combate, vehículos acorazados y artillería— de la comparecencia de los tres, junto al gobernante letón, Krišjānis Kariņš, era elocuente. El "apoyo a todos los países aliados, y un claro mensaje a Putin: estamos unidos y la Alianza es más fuerte que nunca".
España es el segundo país con más tropas en el báltico, tras Canadá y uno de los principales contribuyentes en la parte meridional de ese flanco este de la OTAN, con cazas en Bulgaria... y tres buques de guerra en el Mar Negro, ése que quiere dominar Putin sometiendo Mariúpol, Odesa y, después, Moldavia.
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