Menos de 20 minutos dedicó José Manuel Albares a la exposición del mayor cambio en la política exterior de España en los últimos 46 años. El ministro de Exteriores comparecía en el Congreso "de manera urgente y voluntaria" y dijo dos cosas esenciales: "No sólo hemos cerrado una crisis, porque eso no era suficiente, sino que hemos abierto una nueva etapa de relaciones con Marruecos".
Albares, de hecho, anunció que viajará el próximo 1 de abril a Rabat "para sellar el fin de esta crisis y para preparar la visita posterior del presidente del Gobierno al rey Mohamed VI". Pero sobre todo -porque es lo urgente y lo tangible-, para "la normalización completa de las conexiones con España a todos los niveles y la reanudación de la Operación Paso del Estrecho" (OPE).
Según el ministro, junto a su homólogo marroquí, Nasser Burita, "ese mismo día" ambos comenzarán "a diseñar" la OPE, el paso de los marroquíes en verano desde puertos españoles a los de su país. La operación se suspendió en 2020, con la excusa de la pandemia, pero nunca se recuperó, por las presiones del Gobierno de Rabat, que ya trataba de forzar a España y ahogar la economía de las ciudades autónomas de Ceuta y de Melilla.
Precisamente, ambos enclaves españoles en el norte de África se verán asimismo beneficiados desde ese 1 de abril, dijo. "También sellaremos la apertura con refuerzo controlado de la circulación de personas y bienes entre los dos países" por los pasos terrestres. Según el Gobierno, "todo esto beneficiará grandemente a las Comunidades Autónomas vecinas", un elemento que reiteró en varias ocasiones el ministro.
Argelia ni mencionada
Pero nada dijo Albares sobre la crisis abierta con Argelia, a cuenta del arreglo con Marruecos. Ambos países son eternos enemigos, rompieron relaciones diplomáticas el año pasado y, de hecho, Argel cerró el gasoducto principal que la conectaba con España... y pasaba por Marruecos, dejando allí gas a buen precio.
El Gobierno argelino llamó el sábado a consultas a su embajador y ha filtrado que el Ejecutivo español miente. La sugerencia en alto y la confirmación en bajo de que "se informó a Argel de este acuerdo" ha sido desmentida, provocando que los eufemismos de Albares, el lunes, dejaran entender lo contrario que los del viernes.
De hecho, todos los grupos parlamentarios comenzaron sus durísimas réplicas al ministro, precisamente, por las confusas y difusas explicaciones de Albares, estos días, a cuenta de la relación con Argel: "Hablamos de todo", dijo el primer día; "lo que se acuerda con Marruecos no afecta a ningún otro país", apuntó después.
Albares no reprochó las críticas recibidas, que han dejado solo al Gobierno desde que el pasado viernes el Gabinete Real de Mohamed VI hizo públicos algunos párrafos de la misiva que le envió Pedro Sánchez cuatro días antes. "La carta fue la culminación de varios meses de trabajo y negociación, y el punto de apertura de la nueva etapa de relaciones con Marruecos", remarcó.
Pero si no devolvió los reproches, sí que remarcó que él mismo habló con las administraciones más implicadas. "Este acuerdo ha sido saludado por el presidente de Ceuta, del PP; por el de Melilla, independiente; y por el de Canarias, del PSOE".
El caso es que el ministro trataba de quejarse con educación y habilidad de que le sacaran "otros temas", refiriéndose al del Sáhara y al de Argelia. En todo caso, en esa impostura algo irónica, exhibió magnanimidad y accedió "a centrar esos temas también".
Su manera de enfocar que la "nueva etapa" con Marruecos no es lo mismo que el cambio de posición sobre el Sáhara, y que esto ni tangencialmente afecta a las relaciones con Argelia provocó la protesta de los portavoces.
Sobre todo, de Aitor Esteban, del PNV, quien muy soliviantado defendió "los intereses y la responsabilidad de España" con mucha mayor vehemencia de la esperada.
Incluso en su segunda intervención, se enfrentó al presidente de la Comisión, por no dejarle "tiempo suficiente en un asunto tan grave como éste", la autodeterminación del Sáhara. Y soltó varios improperios: "¡Pero no me interrumpa más!... hostia... ni me corte el hilo", espetó, antes de bajar el micrófono, al acabar, con un "¡ala, ya está, joder!".
Incongruencias
El estallido del caso pilló a todo el mundo con el pie cambiado. Ni los socios minoritarios del Gobierno, los ministros de Unidas Podemos, habían sido informados. Tampoco el principal partido de la oposición, el PP. Menos aún los grupos parlamentarios, claro... y, por supuesto, los ciudadanos supieron del cambio de postura de España sobre su antigua provincia por un comunicado de prensa de otro país.
Y sólo después de conocerse la noticia, Albares llamó a Yolanda Díaz y a los presidentes autonómicos ya citados.
Pero para Albares, la clave es que "los comunicados de cada país daban por cerrada la crisis e inauguraban una nueva etapa". Y para el ministro, ése es el núcleo de lo acordado "porque cerrar la crisis rápido habría sido más fácil, pero menos efectivo. Hacía falta sentar las bases de una hoja de ruta clara y ambiciosa".
La nota de Marruecos nunca citó a Ceuta, ni a Melilla, ni las aguas territoriales canarias, pero sí el Sáhara. Aun así, el ministro español defendió ante los diputados que "los comunicados de ambos países, el pasado viernes, celebraban el beneficio para la integridad territorial, la soberanía, la estabilidad y la prosperidad" de Marruecos y España.