Jean Luc-Mélenchon tiene la llave de Francia. En la primera vuelta de las presidenciales obtuvo un 22% de los votos, lo que se traduce en el apoyo de más de siete millones de franceses. Marine Le Pen, que se enfrenta este domingo a Emmanuel Macron, apenas le sacó un punto porcentual. De lo que puede deducirse que el melenchonismo será clave para decantar la balanza.
Mélenchon, candidato de la Francia Insumisa, siente un profundo afecto por Podemos. Y viceversa. De hecho, la formación dirigida por Ione Belarra asegura que no les separan diferencias programáticas ni de discurso. Por tanto, el dilema moral que afronta Mélenchon en Francia también encorseta a Podemos en España.
Conocidos los resultados, los demás candidatos de la izquierda –socialistas, comunistas y verdes– corrieron a pedir el voto para Macron. De la mano de los conservadores, conformaron lo que en París se conoce como un "frente republicano contra la extrema derecha". Sin embargo, Mélenchon se limitó a entonar un "ni un voto para Le Pen".
Esa instrucción convierte el devenir de la segunda vuelta en una bomba de relojería. La abstención y el componente antisistema que, en cierto modo, comparten Mélenchon y Le Pen, otorga opciones a Agrupación Nacional. De hecho, en una entrevista reciente con este periódico, Pieyre Anglade, el hombre de Macron en Europa, reconocía que Le Pen, al contrario de lo sucedido en los anteriores comicios, sí tendrá una oportunidad.
"No vamos a pedir el voto para Macron. Sería un claro ejercicio de incoherencia política. Mélenchon construyó su campaña y obtuvo un gran éxito precisamente enmendando la plana a las políticas liberales del gobierno", reseñan en el núcleo duro de Podemos en charla con EL ESPAÑOL.
Es cierto que Mélenchon no centró su mensaje en el "miedo a la extrema derecha", sino en dibujar un amplio programa de medidas dirigido a convencer a las clases populares. El gran adversario, por tanto, no fue Le Pen, sino Macron. "Es impensable que pidamos ahora el voto para él", aducen.
El propio Mélenchon, en su primera entrevista tras la primera vuelta, volvió a evitar pedir el voto para Macron: "No quiero que Le Pen gobierne, pero tampoco quiero que el presidente se mantenga en el poder. Tengo que resolver esa contradicción. Y sólo puedo hacerlo de una manera".
Esa "manera", muy imaginativa, ha consistido en postularse como primer ministro, para lo que tendría que ganar las elecciones legislativas de este año. En caso de que eso ocurriera –sus opciones son remotas– actuaría como contrapeso de Macron o de Le Pen.
El gran riesgo
En Podemos son conscientes de que esa postura entraña un grave riesgo. Cuanto menos se cierre la mano, más opciones tendrá Le Pen. Confían en que ese "no a la extrema derecha" sea suficiente, pero reconocen la incertidumbre.
Esa incertidumbre enraiza, por ejemplo, en las decenas de testimonios ciudadanos recogidos estos días en Francia por los diarios nacionales. No es difícil encontrar al votante que apoyó a Mélenchon como fórmula para "echar a Macron" y que ahora apoyará a Le Pen como "único camino para conseguir ese objetivo".
En los últimos días, Mélenchon celebró una consulta interna. Participaron alrededor de 200.000 personas. Nada comparado con sus siete millones de votantes. Se les preguntó acerca de su sentido del voto en la segunda vuelta. Sólo un 33% se mostró partidario de apoyar a Macron. Un 29% dijo que se abstendría y un 38% respondió que votaría blanco o nulo.
Esta muestra, pese a su poca representatividad, denota una realidad: la inquietud que agobia a Macron... es la misma que agobia a Podemos y Mélenchon. ¿Qué pasará con esos siete millones de votantes? ¿Y si el eje izquierda-derecha no funciona? ¿Y si impera el voto del malestar social?
Esa es la tesis de Michel Houellebecq, explicada por el propio escritor a EL ESPAÑOL en una entrevista reciente. Se cimenta en lo que luego ha resultado una evidencia empírica: Le Pen arrasó entre las clases populares. Y ese es un terreno de confluencia con la Francia Insumisa de Mélenchon. En esa intersección, la de quienes buscan desmontar el sistema actual para construir uno alternativo, se jugará el partido del domingo.
Justicia social
En Podemos reiteran que Mélenchon ha demostrado "la importancia del espacio político existente a la izquierda del PSOE". Pero el sistema electoral francés puede resultar muy cruel. No importa la distancia entre el tercero y el segundo. El tercero se queda fuera.
"Somos conscientes de esa realidad. Mélenchon ganó en cinco de las siete ciudades más importantes, pero a efectos prácticos no sirve para nada", admiten en Podemos. La cuestión es: ¿ahora qué? ¿Y si el hecho de que el líder de Francia Insumisa no pida el voto para Macron engorda las opciones de Le Pen?
"¡Es que el éxito de Mélenchon se debe a haber demostrado el fracaso de las políticas económicas del actual presidente! ¿Cómo vamos a pedir ahora el voto para él? Queremos una Francia que repiense la justicia social, que proteja a las clases populares y que deje de promover una fiscalidad para ricos", reiteran en Podemos.
La situación es mucho más complicada de lo que pueda parecer. En la formación dirigida por Ione Belarra también existe la duda. Admiten que si Mélenchon hubiera pedido el voto para Macron, también se podría haber defendido con lógica y coherencia, como una manera de "cerrar el paso a la extrema derecha".
De haber ocurrido eso, da la sensación de que hubieran apoyado igualmente a Mélenchon. A día de hoy, la posición es irreconducible: "Cordón sanitario sí, pero frente republicano no".
Pese a los dardos que lanzan contra Macron, lo consideran "un adversario democrático", condición que no admiten para Le Pen. "Ella es Vox", sintetizan en clave española.