Hay un axioma no escrito —pero sí muy extendido— que afirma que los ecologistas en España son como las sandías: verdes por fuera y rojos por dentro. Pero Toni Timoner y Luis Quiroga llevan tiempo queriendo romper ese prejuicio, y explicar que la preocupación por el cambio climático trasciende (debería trascender) el eje izquierda-derecha. Por eso han fundado Oikos, el primer think tank ambiental y conservador.
Si tuvieran que resumir su razón de ser, Quiroga, socio director de una gestora de fondos, diría que buscan "una transición ordenada y sensata frente a la emergencia climática alarmista"; Timoner, economista, defiende que el conservadurismo, "que ve la tradición y el patrimonio como algo digno de conservar", son los valores que se necesitan para combatir la "realidad" del cambio climático.
El nacimiento de iniciativas como la suya —que cuentan con mucho predicamento en Reino Unido, donde ambos residen— vienen a evidenciar que la preocupación por el medioambiente está elevándose ya a categoría de consenso posideológico, pues aglutina ya a la sociedad civil (plataformas ecologistas), a la industria financiera internacional (que ya trabaja en la transición energética) y a los partidos políticos...
... Con la excepción de la derecha española, conformada por PP y Vox, que "ha permitido, por incomparecencia, que este nuevo fenómeno secular sea apropiado por una izquierda que hace de él un arma arrojadiza política, no sin antes imbuirla de su característica retórica alarmista e intervencionista". Así lo explican en Oikos.
"Gran parte de la ciudadanía percibe que la izquierda se ha pasado tres pueblos. El tema del decrecentismo, por ejemplo, no hay por dónde cogerlo, como tampoco su aversión a la energía nuclear", explica Luis Quiroga, que cree que por eso mismo PP y Vox deben "entrar en ese debate": "Del mismo modo que señalan los errores económicos de la izquierda, deben hacerlo con sus errores ecológicos".
Para sostener sus tesis han hecho estudios ambiciosos. Entre ellos, un sondeo, cuyos datos serán presentados más adelante, que desliza la necesidad de que la derecha política pase a enarbolar un discurso ecologista propio: sólo el 40% de votantes del Partido Popular creen que su partido es el que mejor defiende el medioambiente, y tan sólo el 20% de los simpatizantes de Vox son negacionistas del cambio climático.
"Hay ganas dentro del centro-derecha sociológico de tener ideas, propuestas, genuinas sobre el ecologismo, que no consistieran en aceptar las premisas de la agenda ecologista de la izquierda", explica Toni Timoner, que abunda: "Si dejamos que la izquierda radical haga guerra cultural con el ecologismo, crece el negacionismo. No queremos eso. La conjunción de lo liberal y conservador es la única solución".
Pero en su empeño se encontrarán con muchos enemigos en el camino. Héctor Tejero, activista ecologista y diputado de Más Madrid en la Asamblea de Vallecas, considera necesario "transformar completamente el sistema económico, salirse del capitalismo o transformarlo", y que "las petroleras y el carbón deben desaparecer".
Esta necesidad de cambio de paradigma económico es lo que, en opinión de Tejero, ha roto el consenso que existía en torno al cambio climático. "Durante los años 80, en Estados Unidos había consenso entre izquierda y derecha, pero entonces los lobbies petroleros financiaron el negacionismo". Pese a esto, el activista de izquierdas cree que caminamos hace un escenario de transversalidad ecologista porque "la evidencia científica y empírica del cambio climático es ya innegable".
¿Vox ecologista?
Tan innegable que hasta Vox parece haber entendido ya la importancia de hacerse con esta bandera. Y ha pasado de un negacionismo desacomplejado (Rocío Monasterio, portavoz en la Asamblea de Madrid, habló de "camelo climático") a, en un claro giro ecologista, reivindicar en el Congreso de los Diputados "el respeto al legado natural".
"Ustedes [en referencia a la izquierda], que se ríen de los creyentes, han comprado una religión supersticiosa para incrementar su poder", expuso Santiago Abascal en la tribuna de oradores, desde donde reivindicó una "ecología de verdad" que invierta en "energías inagotables: fotovoltaica, eólica, hidráulica y nuclear para que España sea autosuficiente en el consumo eléctrico".
El propio Santiago Abascal prologó en 2021 el libro del filósofo tradicionalista Roger Scruton Filosofía Verde, que sostiene que el conservadurismo es la doctrina mejor preparada para abordar —de verdad— los problemas ambientales que el socialismo o liberalismo. Acaso porque si la ecología va de conservar, del arraigo al terruño y legar a las generaciones futuras, nadie está mejor equipado que un conservador para ello.
La introducción la escribe el filósofo Miguel Ángel Quintana Paz, que sostiene que "lo que nos rodea es una herencia de nuestros antepasados; herencia que será nuestro deber transmitir, al menos, como nos fue transmitida. En sociedades como las nuestras, en que la democracia ha acostumbrado a sus ciudadanos a reclamar solo más y más derechos, la pietas nos recuerda que también tenemos deberes. Y no sólo ante los vivos, como querría una visión miope; no solo ante los hoy votantes, como le preocuparía a un político ambicioso; sino hacia los muertos o aún por nacer".
Pese a esto, Héctor Tejero insiste en ubicar a Vox dentro del negacionismo climático: "Se da la paradoja de que socialmente el negacionismo es muy poco representativo, pero tiene mucha fuerza política. Habrá un debate sobre qué forma de transición ecológica debemos hacer y qué ritmos debemos seguir, y ahí la derecha y el mundo empresarial tiende a intentar hacer que los cambios sean más progresivos".
Y en esto le da la razón Luis Quiroga, que ve 2050 como una fecha óptima (frente a la Agenda 2030): "Si estos cambios —como la compra de coches eléctricos, que, de momento, sólo puede permitírselos la gente pudiente— se hacen de la noche a la mañana habrá consecuencias sociales y un resentimiento social contraproducente".
* Luis Quiroga y Toni Timoner presentan Oikos en Madrid el próximo mes de junio junto al think tank británico Conservative Enviroment Network y al alemán EPICO.