Scientist Rebellion se ha echado a las calles y teñido de pintura roja las puertas del Congreso de los Diputados. La rama científica del movimiento Extinction Rebellion, que ha convocado marchas por todo el mundo desde el 4 hasta el 9 de abril, reclama medidas políticas climáticas urgentes para evitar el desastre ambiental total. En sus palabras, la Tierra está en peligro, y la falta de acción política ha llevado a que sean los propios científicos quienes tomen las calles para dar visibilidad al problema.
"Se ha convocado una semana de acción climática del 4 al 9 de abril en todo el mundo con centenares de acciones de este tipo en decenas de países", señala el ensayista, matemático y ecologista Jorge Riechmann, uno de los asistentes, quien se juega el arresto junto a algunos de sus compañeros.
Riechmann sostiene que las marchas ya no son sólo por la sexta evaluación del IPCC, sino "por una trayectoria que dura decenios y en la cual nuestras sociedades están yendo en la dirección equivocada".
Entre gritos, retenciones policiales y una tensión latente, muchos científicos y activistas, entre los que se encuentran perfiles de renombre como Riechmann, Fernando Valladares, Juan Bordera o Fernando Prieto, han reclamado medidas urgentes por parte de los principales organismos gubernamentales. La inacción no es una opción. Tampoco las medias tintas.
"Estamos en una huida hacia adelante que concluye en una Tierra inhabitable e infernal", considera el científico. "Como deberíamos hacer lo posible por evitar este tipo de desenlaces, aquí estamos, convocando protestas de desobediencia civil no violenta".
"Se van a arriesgar a la posibilidad de ser arrestados", señalaban fuentes de Scientist Rebellion hace unas semanas
Precisamente ese es el reclamo de Scientist Rebellion: las protestas no violentas. Elena González Egea, una de las portavoces del movimiento, explicaba hace unas semanas a ENCLAVE ODS que el objetivo de SR es movilizar y concienciar, pero en ningún caso ejercer la violencia.
"Por un lado está la campaña de huelgas y ocupaciones de universidades; por otro, las acciones de desobediencia civil en la que tomará parte la comunidad científica en España". La diferencia con otras movilizaciones es que esta vez quienes salen a la calle son científicos: "Se van a arriesgar a la posibilidad de ser arrestados".
Durante las protestas frente al Congreso la Policía Nacional ya ha tomado los DNIs de algunos asistentes para multarlos. A otros se los han llevado a rastras hacia lugares separados de la fachada del Congreso de los Diputados, teñida de rojo 'sangre' (en realidad un jarabe de remolacha).
De momento, no se sabe si hay (o habrá) arrestos oficiales. "Ahora mismo están identificando a todo el mundo", concluye Riechmann. ¿La prueba del delito? Las batas blancas manchadas de rojo. "Muchas personas hemos arrojado la pintura, que es biodegradable. Ya ves lo rápido que la están limpiando".
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