La estremecedora segunda parte del informe emitido por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) urge a la población a exigir medidas climáticas urgentes y no medias tintas. Extinction Rebellion no ha dudado en capitalizar el descontento social ante la falta de impacto de las medidas políticas que buscan reducir las emisiones contaminantes para frenar el calentamiento global. En consecuencia, ha movilizado a su rama científica, Scientist Rebellion, para promover una revolución climática sin precedentes en todo el mundo.
Su objetivo es organizar manifestaciones y actos de desobediencia civil en diferentes puntos del planeta, también en España. ¿El reclamo? Medidas urgentes, sin concesiones, y luchar contra los obstáculos que impiden que se avance en la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible, en concreto en el ODS 13 (Acción por el clima).
La huelga se celebrará entre el 4 y el 9 de abril de 2022. A lo largo de esa semana habrá una movilización científica y académica que, previsiblemente, acabará lanzando a miles de personas a la calle en decenas de ciudades del planeta, tal y como ocurrió en las marchas organizadas por Extinction Rebellion en 2018, que coincidieron en el tiempo con el fenómeno Fridays for Future que encabezó Greta Thunberg.
"Como científicos hemos tratado de escribir informes y dar a conocer la crisis climática y ecológica a quienes se sientan en el poder. Debemos aceptar que esos intentos no han funcionado", señala la organización en su página web. "Ahora es tiempo de tomar acciones para que veamos lo graves que son nuestras advertencias".
Precisamente la francoespañola Agnès Delage Amat, catedrática en Ciencias Sociales (AMU/CNRS) y una de las portavoces del movimiento, señala a ENCLAVE ODS que el nivel de hartazgo al que están sometidos algunos científicos que llevan advirtiendo durante décadas de la crisis climática les ha llevado a un punto crítico. "Nos sentimos como en No mires arriba", juzga Delage.
Desobediencia civil y guerra científica
"Nos rebelamos desde nuestra comunidad, que no tiende a rebelarse sino a trabajar y a producir datos", señala la experta climática. "Las acciones que tenemos previstas son desde nuestra comunidad pero están orientadas a toda la sociedad: acciones de desobediencia civil, huelgas e intervenciones docentes. Es decir: interrumpir nuestras propias clases para dar contenidos sobre la crisis climática".
El objetivo de la bautizada como Rebelión Científica o Rebelión de los Científicos, señala Delage, es "romper el ciclo de los llamamientos científicos a la emergencia climática y pasar a la acción", ya que "el sexto informe del IPCC es tan grave que algunos de sus redactores han comentado que no quieren volver a investigar sobre este tema y prefieren pasar a la acción".
"El centro de la inacción está en el poder de los lobbies y los intereses económicos", sugiere la catedrática Agnès Delage
Se refiere, entre otros, al caso del profesor y catedrático de ciencias ambientales Bruce C. Glavovic, uno de los 270 expertos que colaboraron en la elaboración del informe, quien instigó a convocar una huelga científica internacional.
Más allá de cómo se visibilice la lucha contra el cambio climático, la severidad de la crisis es evidente. Una amplia mayoría de científicos concuerda en que existe una emergencia global (a pesar de que aún haya un negacionismo residual) que debe ser atajada antes de que sea demasiado tarde. Aunque Delange considera que la situación es "tan grave" que "ya no hace falta un séptimo informe", y para reafirmarse cita a Noam Chomsky y a su "no habrá vencedores a esta guerra climática".
Falta acción política urgente
Según un informe elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), más del 64% de la población mundial es consciente de que la crisis climática es un problema acuciante y está a favor de tomar medidas para contrarrestar el problema. ¿De dónde viene, entonces, esa sensación de inacción política? "Eso lo explica el capítulo 3 del IPCC, que lo filtró Scientist Rebellion en agosto", señala Delage.
"Ahí se habla de las causas de la inacción y cómo actuar para revertir la crisis. Y esta pregunta la contesta la ciencia: dicen que en el centro de la inacción está el poder de los lobbies y los intereses económicos que bloquean las acciones de los gobiernos. No sólo los frenan, sino que las inhabilitan, hasta el punto de que los propios gobiernos, como el de Alemania o Francia, han sido condenados por sus cortes constitucionales por inacción climática", añade la catedrática.
Desobediencia civil en toda España
Elena González Egea es otra de las representantes del movimiento Scientist Rebellion. Esta joven estudiante acaba de terminar su doctorado en Astrofísica y está volcada en el activismo climático. Es una de las científicas que acudirá a los actos de desobediencia civil convocados por su agrupación.
El mínimo de participación que se espera a nivel global es de 1.000 personas "realizando acciones directas no violentas con riesgo de arresto", anticipa. Eso para el día 6. Su objetivo es que estos actos motiven a decenas de miles de personas a participar en las concentraciones convocadas para los días 8 y 9 de abril.
"Va a ser la mayor acción de desobediencia civil en la que tomará parte la comunidad científica en España", señala la doctoranda Elena González Egea
González Egea explica e ENCLAVE ODS que el objetivo de Scientist Rebellion es movilizar y concienciar. "Por un lado está la campaña de huelgas y ocupaciones de universidades, que por lo que sabemos está teniendo mucha fuerza en Barcelona y Granada. Por otro lado, en ciudades como Madrid, vamos a organizar actos de desobediencia civil no violenta que tendrán lugar el día 6, pero no podemos decir dónde", señala.
"Va a ser la mayor acción de desobediencia civil en la que tomará parte la comunidad científica en España", sentencia la joven doctoranda. De momento hay 50 perfiles relevantes que ya están confirmados, 20 de los cuales tienen "bastante renombre". Ellos "se van a arriesgar a la posibilidad de ser arrestados" por participar en estas movilizaciones.
La respuesta no es unánime
"Hay personas que no pueden permitirse hacer una semana de huelga, así que sólo harán un día", señala González. "Otras nos comentan que los sindicatos, que están subvencionados por el estado, tampoco quieren hacer mucha movilización en su contra, lo que supone un problema". Finalmente, indica, está la precariedad del sector científico, que es una traba para manifestarse, y la falta de beligerancia del sector educativo.
"Una de las cosas que demandamos es que la universidad apoye la desobediencia civil para lograr los cambios políticos que hacen falta para atajar la crisis climática", prosigue.
"Llevamos 26 cumbres y las emisiones de efectos invernadero no han parado de aumentar", señala González Egea.
Preguntada por si considera si este tipo de iniciativas son las más adecuadas para visibilizar el problema, González Egea se muestra firme en su propósito:
"Sí. Los científicos llevan décadas enviando informes sobre la situación de la crisis climática y los políticos no reaccionan. Llevamos 26 cumbres y las emisiones de efecto invernadero no han parado de aumentar. Y también hemos visto que los cambios políticos profundos se consiguen a través de la acción de resistencia no violenta". Su objetivo, sostiene, es llegar a construir asambleas ciudadanas en las que sea la propia gente quien pueda encontrar soluciones para la crisis climática.
A pesar de que muchos científicos secundarán la huelga, hay otros que no están de acuerdo con participar en este tipo de actos tan arriesgados y políticamente incorrectos. "En Scientist Rebellion [...] queremos radicalizar a la comunidad científica y ser lo que Greta Thunberg fue para la juventud", prosigue.
"Sé que polarizamos a la gente, como lo hizo Extinction Rebellion, y hay mucha gente de la comunidad científica que está contra. Pero no necesitamos a todo el mundo, sino a un pequeño grupo de personas que sean el inicio de esa revolución. La historia nos enseña que con un pequeño porcentaje se pueden construir cambios políticos profundos".