El Centro Criptológico Nacional (CCN) ha confirmado que ha habido tres teléfonos infectados en el seno del Consejo de Ministros. Los dos primeros ya fueron explicados el pasado 2 de mayo: el del presidente, Pedro Sánchez, y el de la ministra de Defensa, Margarita Robles. El tercero ha sido el de Fernando Grande-Marlaska, con dos ataques en los que le fueron sustraidos 400 megas y 6,3 gigas en junio de 2021.
Es la misma fecha en que fue violado el móvil de Robles y en la que hubo otro intento fallido en el dispositivo del ministro de Agricultura, Luis Planas, también en la misma fecha. Planas fue, en el pasado, embajador en Marruecos.
Éste era un Consejo de Ministros como con prisas. La comparecencia de las ministras, una hora antes de lo habitual; la noticia principal, incluso con más premura, en plena reunión. Toda la urgencia que se dio Moncloa en convocar a la prensa el lunes pasado para confesar una brecha de seguridad de enorme calado, inmenso volumen y larguísima ignorancia, se había convertido en molicie para continuar con el "ejercicio de transparencia"... y de repente, otra vez Presidencia pisó el acelerador.
Después de un par de filtraciones a medios afines en días previos, para ir preparando el terreno -y sin confirmación en fuentes oficiales a los medios más críticos, todo hay que decirlo-, Pedro Sánchez se cobró una pieza para ofrecerla a sus socios, la de la directora del CNI, Paz Esteban.
Fuentes cercanas al presidente habían confesado a este diario, en los días previos, el "enfado enorme" del presidente con el caso Pegasus y, sobre todo, con el caos alrededor de la ciberseguridad del Gobierno y de la respuesta de Moncloa al escándalo.
Sánchez no sólo precisaba de una responsable política que entregar a ERC, el Govern y hasta a sus socios de Unidas Podemos. También quería que alguien pagara por el hecho de que un "agente externo" hubiera entrado "de modo ilícito" en su teléfono, "hace 11 meses" y le hubiera robado "2,6 gigas y 190 megas de datos" en dos días distintos del pasado mayo de 2021.
A poco más de un mes de la cumbre de la OTAN, la imagen de España queda muy dañada si nadie asume las culpas de que un presidente, tres vicepresidentas y 19 ministros no tienen sus comunicaciones -con homólogos extranjeros, entre otros- perfectamente aseguradas.