De tanto tensar la cuerda, se ha terminado rompiendo. Pese a las numerosas ocasiones en las que el Gobierno de España negó en los últimos (casi) tres meses los problemas con Argelia, las autoridades del país magrebí han decidido suspender el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación que nos unía desde hace 20 años.
En un duro comunicado, la presidencia de la República argelina critica lo que considera una "violación de las obligaciones legales, morales y políticas de España" que es "injustificable" y "contraria a la legalidad internacional".
Se ha desmontado así, de un plumazo, el argumentario esgrimido por Moncloa desde que el pasado 18 de marzo Pedro Sánchez diera un bandazo en la política tradicional de España con el Sáhara. Desde entonces, sus ministros se habían prodigado en medios de comunicación y en actos públicos asegurando que "la relación [entre España y Argelia] está asegurada".
El más insistente en defender esta versión ha sido, por la parte que le toca, el ministro de Exteriores, José Manuel Albares. "[Argelia] ha demostrado que su asociación estratégica [con España] es sólida", declaró nada más conocerse el enfado del Gobierno argelino, que llamó a consultas el 19 de marzo a su embajador en España, Said Moussi, y publicó un comunicado muy crítico que no pareció preocupar al Ejecutivo socialista.
"Para España, la alianza y condición de socio estratégico de Argelia es fundamental", añadió en este sentido el propio presidente del Gobierno en otra intervención. Como si nada se hubiera alterado.
La vicepresidenta Tercera del Gobierno y ministra de Transición Ecológica y para el Reto Demográfico, Teresa Ribera, se sumó a esta exaltación de la relación hispano-argelina en su participación en la II edición de Wake Up, Spain! organizada por EL ESPAÑOL. Ribera sostuvo que "la relación con Argelia, que es un país fiable, está asegurada".
Tregua en mayo
Lo dijo en abril, en un momento en el que la preocupación por nuestra relación con Argelia ocupaba el debate político y económico, por la dependencia del gas de esta país, en un momento en el que toda Europa teme por el suministro tras la invasión de Ucrania por la Rusia de Putin.
Esos días, el presidente del grupo público argelino Sonatrach, Touffik Hakkar, confirmó que su país contemplaba una subida de precio para el gas que vende a España, y no así para el resto de compradores europeos de este combustible.
La situación pareció estabilizarse en mayo, en parte gracias a la polémica decisión del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, de entregar al militar y activista argelino Mohamed Benhalima al país vecino, desoyendo dos cartas de Amnistía Internacional y un informe de ACNUR que alertaban de posibles torturas.
El último movimiento de Moncloa, no obstante, ha terminado por dinamitar las relaciones con nuestro principal proveedor de gas. La cuerda se ha roto...
... Pero el argumentario monclovita se mantiene intacto. José Manuel Albares ha insistido este miércoles en que Argelia es "un país vecino y amigo" y que su Gobierno mantiene "su plena disponibilidad para seguir manteniendo y desarrollando las especiales relaciones de cooperación entre los dos países, en beneficio de ambos pueblos". Unas palabras que han provocado las críticas de la oposición por el "cinismo" de Sánchez y los suyos.
La decisión de Argelia coincide con la comparecencia de Pedro Sánchez este miércoles en el Congreso de los Diputados, donde ha ratificado la postura de su Ejecutivo sobre el Sáhara Occidental. Una postura que no consensuó ni con el Parlamento ni con sus socios de Unidas Podemos.