Este sábado, en Málaga, Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo chocaron por primera vez en clave electoral. Dieron un mitin con pocas horas de separación y hubo un asunto que levantó una suerte de pregunta-respuesta; o mejor dicho, de ataque-defensa: la crisis de Argelia.
El líder del Partido Popular acusó a Moncloa de desplegar una política diplomática errática que vulnera el prestigio de España en el extranjero. Vino a decir que, de no ser por Europa, el enfrentamiento con el país árabe ya habría desembocado en desastre. Hacía referencia a la intervención de la Unión, tras la cual los argelinos restablecieron las relaciones comerciales y se avinieron a cumplir los compromisos contractuales del gas.
Esas palabras, a tenor de las fuentes consultadas por este periódico, han soliviantado a Moncloa. El entorno del presidente concibe que Feijóo está incurriendo en un ejercicio de deslealtad y que antepone el rédito electoral andaluz a la imagen internacional de España.
Lo acusan de "jalear" –ese fue el verbo que usó Sánchez en su respuesta– la presión de Argelia, cuando se trata de un país que está jugando un silencio cómplice con Putin en relación a la guerra de Ucrania.
En Moncloa refieren que Feijóo, con sus palabras, está soslayando la connivencia del Ejecutivo argelino con Rusia. En la votación de la ONU, decidió abstenerse. Pero, en la práctica, lo hace todo para mostrar cercanía a Moscú.
Los militares de uno y otro país se han rendido pleitesía con sus visitas. Intercambian sedes para maniobras de los ejércitos. Se alaban en público. Desde su independencia en 1962, los sucesivos mandatarios argelinos lo han hecho todo para mantener una buena relación con la URSS primero y con Rusia después. Argelia, de hecho, es el mejor cliente de África para la industria armamentística rusa y el tercero en todo el mundo. Los militares de este país suelen formarse en Rusia.
El núcleo duro de Moncloa acusa a Feijóo de mantener ese discurso "a sabiendas de todos estos datos". Sánchez dedicó unas palabras a este respecto en su mitin de Málaga de este sábado.
"Hablan mal de España fuera de España. Para esto no hacía falta echar a su líder, ¡son el PP de siempre!". Con esas palabras, el presidente del Gobierno intentó visualizar la imagen de Pablo Casado en Bruselas mencionando el declive de la economía española.
Por su parte, desde el PP, reiteran que no variarán su discurso sobre Argelia. Describen las palabras de Feijóo como ajustadas a los hechos. La secuencia fue la siguiente: los argelinos suspendieron el tratado de amistad con España. O lo que es lo mismo: bloqueaban las relaciones comerciales y el suministro del gas.
Conocida la noticia, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, viajó a Bruselas. Tras su reunión con las autoridades de la Comisión Europea, la Unión emitió un comunicado que amenazaba a Argelia con sanciones coercitivas en caso de seguir con esa actitud.
A continuación, los representantes de Argelia en Bruselas anunciaron su recapitulación. Restablecían el comercio y la venta de gas a España. Lamentaban los "comentarios precipitados" y se quejaban de que Europa hubiera intervenido en lo que ellos llaman "un conflicto bilateral" con Sánchez.