La campaña de Vox en Andalucía ha sido un fracaso. Así lo admiten internamente los dirigentes del partido. Los de Santiago Abascal esperaban un resultado cercano a los 25 escaños que les permitiera entrar en la Junta, pero se tendrán que conformar con 14 diputados y, sobre todo, con la irrelevancia ante la mayoría absoluta de Juanma Moreno Bonilla.
La señalada tras la decepción andaluza es Macarena Olona. La candidata paracaidista contaba con la confianza de Abascal y su círculo íntimo, pero, según le consta a EL ESPAÑOL, ha terminado por enfadarlos con una actitud díscola. Su extraña campaña habría estado alejada de las directrices pautadas desde la madrileña calle Bambú, donde se ubica la sede nacional del partido.
De hecho, son muchos quienes consideran que el almeriense Rodrigo Alonso, líder del sindicato Solidaridad, debiera haber sido el escogido como cabeza de lista. Algunos lo defendieron así desde el principio, otros hablan a posteriori, pero todos convienen en que el almeriense goza de la suficiente aceptación en la región como para haber apostado por él.
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Su liderazgo, además, hubiera evitado centrar gran parte de la campaña en dejar patente la "identidad andaluza" de Olona para enfocarlo en propuestas programáticas. Y es que esa ha sido una de las grandes carencias de Vox en su carrera hacia el 19J: la falta de ideas. Sobre todo, en clave laboral y agro-industrial.
Ése fue precisamente uno de los ejes discursivos de Juan García-Gallardo, un candidato entonces desconocido que, sin embargo, logró la suficiente fuerza en Castilla y León (17,64% de los votos y 13 escaños) para exigir la vicepresidencia de las Cortes a Alfonso Fernández Mañueco. También por la fuerza ahí de la marca.
Pero no ha sido el único error de una campaña extraña, confiada al periodista Álvaro Zancajo, que ganó peso en la toma de decisiones en detrimento de Kiko Méndez-Monasterio. El exdirector de informativos de Canal Sur hizo del cierre de la televisión autonómica uno de los ejes discursivos de Olona. Un error, de muchos otros, para Méndez-Monasterio y el resto de asesores que conforman el núcleo duro de Abascal.
Pero un error que evidencia que la campaña de Olona no fue confeccionada ad hoc para las andaluzas, sino que se limitó a copiar la hoja de ruta a nivel nacional, incluso en aquellos puntos que tienen difícil traslación al contexto autonómico.
Se quedará en Andalucía
La abogada del Estado en servicios especiales era uno de los principales activos de la formación en el Congreso de los Diputados, donde destacaba por sus duras intervenciones hacia el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. Así que sorprendió que decidieran desprenderse de ella para irrumpir en la campaña andaluza.
En el fondo, esa parece que va a ser la tónica a seguir por el partido de derecha radical: la de colocar a sus cabezas visibles en aquellos enclaves en los que se vean con posibilidades de forzar a los populares a conformar un gobierno en coalición.
Así las cosas, lo previsto en estos momentos es que Javier Ortega Smith deje el Ayuntamiento de Madrid para presentarse por Castilla-La Mancha en las elecciones autonómicas de 2023. Y que le sustituya, con toda probabilidad, Rocío Monasterio, que abandonaría una batalla que desde Vox dan por perdida con Isabel Díaz Ayuso.
Olona generó ruido desde el primer momento. Pero la polémica por su empadronamiento en Salobreña (Granada) no surtió el efecto deseado en Vox, donde confiaban en que aquel ataque a su candidata sirviera para presentarla como víctima de una campaña de la izquierda. Tampoco su empeño en denunciar el "adoctrinamiento" en las aulas exhibiendo manuales sobre la masturbación.
Olona también intentó deshacerse de la imagen de futurible muleta del PP, y por eso utilizó el primer debate televisivo para plantearle una llamativa propuesta a Juanma Moreno Bonilla: ser su vicepresidente. Nada más lejos de lo que terminó acaeciendo.
Tras conocer sus resultados electorales, en un intento casi desesperado por esquivar la sensación de fracaso que impregnaba el ambiente, Olona se congratuló por "la derrota sin paliativos del PSOE", y pareció lanzar la promesa de quedarse en la región: "Te voy a querer, Andalucía, cada día y cada noche".
Pero con el transcurso de las horas su discurso se volvió mucho más ambiguo. Este pasado lunes, al ser preguntada sobre su estancia en el Parlamento autonómico, contestó: "No puedo asegurarles los designios de Dios".
Este periódico tampoco puede conocerlos, pero sí ha podido saber que la dirección nacional de Vox no es partidaria de una retirada de su candidata en Andalucía. El remedio sería entonces, entienden, peor que la enfermedad. Y su relación con Santiago Abascal y la cúpula ha quedado deteriorada tras esta campaña electoral.
La entrada en la Junta de Andalucía era la primera piedra en el camino pergeñado por la cúpula nacional de Vox para entrar en 2023 en el Gobierno de España, pero los resultados del 19-J han sido un duro golpe de realidad a sus expectativas.
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