En España "hay poderes oscuros" que tratan de boicotear al Gobierno, porque les resulta "molesto", "incómodo". Esos poderes "añoran un viejo orden". Y cuentan con "terminales mediáticas y políticas", que no dudan en usar para "desmovilizar al electorado" y "golpear" al Ejecutivo de coalición, hasta que "los progresistas se den por vencidos". No conocemos sus rostros, pero son "señores con puros" reunidos en los "cenáculos de Madrid".
El párrafo anterior podría ser uno de los comentarios con los que Pablo Iglesias da arranque, cada tarde, a su pódcast La Base. Pero no es así. Los entrecomillados son declaraciones ofrecidas por el presidente del Gobierno durante varias entrevistas la pasada semana. La más reciente, de este domingo. Y que constatan que Pedro Sánchez esgrime un discurso en el que parece haber absorbido las tesis de quien fuese su vicepresidente, ministro y socio en la Moncloa.
Precisamente, uno de los argumentos más repetidos por el propio Iglesias —ya retirado de la primera fila de la política— es que "los poderes mediáticos son actores políticos". Así lo reitera cada vez que puede frente a los micros y en las columnas, charlas, entrevistas y tertulias que ocupan hoy sus días.
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El nuevo discurso de Sánchez quizá tampoco sea tan nuevo. Tiene ecos anti-establishment de aquel secretario general del PSOE que renunció a su acta de diputado en el Congreso en 2016 y se deshizo de ambos cargos cuando el PSOE facilitó a Mariano Rajoy convertirse en presidente del Gobierno.
Aquel año, durante una entrevista en La Sexta, Pedro Sánchez aseguró que el periódico El País le amenazó con "ir en contra" de cualquier entendimiento entre PSOE y Podemos. Y lamentó haber sufrido una línea editorial que tachó de "abusiva". "Hubo responsables empresariales que trabajaron para que hubiera un Gobierno conservador", denunció también en su entrevista con Jordi Évole.
Precisamente, en El País, ya con una nueva dirección y orientación ideológica, el presidente del Gobierno ha insistido este domingo en alertar de los "poderes oscuros" que buscan derrocar al Ejecutivo que él encabeza.
No obstante, avisa: "Lo que quieren estos poderes es (...) que los progresistas nos demos por vencidos y no lo vamos a hacer. Lo que quieren es que bajemos la cabeza. Y no vamos a bajar la cabeza. Vamos a tener la cabeza bien alta en la defensa de los intereses de la mayoría social de este país".
Este discurso —que o nace ahora o renace tras más de cinco años en barbecho— se produce tras las elecciones andaluzas, en las que una amplia victoria de Juanma Moreno (PP) ha mandado a la irrelevancia los votos de Vox en el Parlamento autonómico. El candidato del Partido Popular ha obtenido otros cuatro años más en el Palacio de San Telmo.
Sin embargo, durante la campaña electoral del 19-J, no fueron pocas las alusiones de los socialistas a los peligros de "la ultraderecha". Tal y como publicó EL ESPAÑOL, en el primer acto al que Pedro Sánchez acudió a arropar su candidato, Juan Espadas, ambos dirigentes invocaron a Vox un total de diez veces.
El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, instó este sábado al líder socialista a "dejar de inventarse conspiraciones". Sánchez no ha desvelado quién o quiénes forman parte de la conjura de los puros. Sí ha advertido de que "la derecha política, en nuestro país, no es autónoma de esos poderes". Y ha acusado al Partido Popular de beneficiar a una minoría privilegiada. Pero hasta ahí, sin aclarar a qué responde esta nueva política discursiva, más próxima a la línea dura de Iglesias que a la tradicional del PSOE.
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