Pedro Sánchez lanzará este sábado en el Comité Federal del PSOE una etapa que se supone que terminará con el ciclo electoral de 2023, primero en las municipales y autonómicas, y luego a final de año en las generales.
Así será salvo que vuelva a hacer cambios dentro de unos meses de la misma manera que ahora convierte en fallido el congreso federal de octubre, porque rectifica todo lo que entonces decidió.
Ahora ha creado un equipo en el que mezcla Gobierno y partido, con un núcleo operativo, reducido y compacto. Puede permitírselo porque no tiene la más mínima resistencia interna.
Incluso Felipe González la tuvo en su momento, pese a ser presidente del Gobierno con mayorías absolutas casi hegemónicas. Entonces había corrientes como guerristas, renovadores, Izquierda Socialista… y dirigentes con posiciones críticas propias como Alfonso Guerra o Juan Carlos Rodríguez Ibarra, entre otros.
Hoy Sánchez puede hacer y deshacer como, de hecho, hace. Incluso, puede recuperar a quienes formaron parte de los equipos a los que derrotó en primarias en 2014 y en 2017. Todos ellos ahora son fieles al presidente del Gobierno y secretario general del PSOE y algunos los ha recuperado tras abandonar la política o dedicarse a su comunidad o su municipio.
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Una de las características de ese grupo que ha creado es no sólo la culminación del proceso de eliminación de los “sherpas” o colaboradores que le ayudaron a ganar primarias y llegar a la Moncloa, sino que finalmente ha aupado a los que entonces confrontaron con él dentro del partido.
Hoy hay en su entorno muchos más exadversarios en esos procesos internos que colaboradores de esa etapa en la oposición y en el camino a la Moncloa. De hecho, sólo queda Santos Cerdán, secretario de Organización del partido, que ha ganado la batalla que mantenía desde hacía meses con Adriana Lastra. Margarita Robles sigue como ministra, pero no está en su círculo más estrecho.
Los próximos al presidente del Gobierno y líder socialista aseguran que es una prueba de integración, que es una manera de cerrar el círculo y eliminar heridas. También de presentar un equipo sólido con capacidad de comunicación, frente a un PP con un líder veterano y que vende gestión. Otros entienden que hay una excesiva prisa de Sánchez por “devorar” colaboradores y que no premia la fidelidad en los momentos peores.
Hay también otra característica objetiva y es que no se produce un relevo generacional ni se utilizan los cambios para promocionar nuevos valores o futuros dirigentes. Un dato objetivo es que ninguno de los secretarios generales de Juventudes Socialistas ha llegado luego a un puesto de relevancia en el partido.
Había algunos nuevos valores en la Ejecutiva Federal, pero este órgano queda de hecho vaciado de sentido al crear el nuevo comité de dirección con sólo nueve miembros.
Por ejemplo, hace sólo nueve meses nombró portavoz en el Congreso a Héctor Gómez, joven valor que quería promocionar, y ahora le sustituye por Patxi López pese a que en este tiempo no se ha producido ninguna disfunción en el Grupo Parlamentario y no ha perdido votaciones.
López supone un salto generacional hacia atrás, se premia la trayectoria de quien ha sido lehendakari y presidente del Congreso. Es el diputado del PSOE actual con una carrera institucional más relevante.
López se enfrentó a Sánchez y a Susana Díaz en las primarias de 2017. Sánchez busca su buena imagen entre la militancia, pero en esas primarias sólo tuvo el 9,86% de los votos de los afiliados, frente al 50,20% de Sánchez y el 39,94% de Susana Díaz.
De aquellas primarias se recuerda el debate entre los tres candidatos en el que López espetó al ahora presidente del Gobierno: “Vamos a ver, Pedro, ¿sabes lo que es una nación?”. Sánchez perdió esa parte del debate.
Con Pilar Alegría ocurre algo parecido, porque por dos veces ha formado parte de los equipos que se han enfrentado a Sánchez en esas primarias. Primero con Eduardo Madina en 2014 y luego con Susana Díaz en 2017.
(Sólo 1 de cada 4 españoles conoce a Pilar Alegría, la ministra que negó dos veces a Sánchez)
Para su sorpresa, en febrero de 2020, Sánchez hizo que la designaran delegada del Gobierno en Aragón, cargo en el que permaneció hasta que la nombró ministra de Educación. Esa designación era una especie de vuelta atrás en su relación tras las negaciones de las dos primarias.
En julio de 2021, fue nombrada ministra de Educación y Formación Profesional.
María Jesús Montero, nueva número dos del PSOE, sólo se incorporó al equipo de Sánchez cuando este llegó a la Moncloa en 2018 como ministra de Hacienda. Antes fue consejera del Gobierno de Susana Díaz y se le consideraba del equipo de la entonces presidenta de Andalucía. Tanto que se decía que si Díaz ganaba las primarias a Sánchez, Montero podría ser su sustituta.
Además, en los días tormentosos de 2016 que acabaron con la destitución de Sánchez en un Comité Federal, la nueva número dos del PSOE fue quien presentó en 2017 el escrito de la Comisión de Ética que admitiría como “máxima autoridad del partido” a Verónica Pérez.
El nuevo equipo lleva también aparejada la vuelta a la sede de Ferraz de Óscar López, ahora jefe de Gabinete de Sánchez en la Moncloa, y desde ahora integrado en la nueva comisión de dirección del PSOE.
López, junto con Antonio Hernando, empezó su carrera con Pedro Sánchez a la sombra de José Blanco. Fue secretario de Organización entre 2012 y 2014, aún con Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario general.
Acompañó a Sánchez en las primarias de 2014 y fue su portavoz en el Senado, hasta que ambos se distanciaron y abandonó la política. En 2018 le nombró presidente de Paradores y hace un año le recuperó como jefe de Gabinete en sustitución de Iván Redondo.
Algo parecido aunque con una ruptura más traumática ocurrió con Antonio Hernando hasta que hace menos de un año rehicieron las relaciones, le nombró número dos de su Gabinete y forma parte de su equipo más cercano.
Hace un año, Sánchez incorporó también a su equipo a Francesc Vallés como secretario de Estado de Comunicación. Vallés fue diputado del PSC y coincidió en el Congreso con Sánchez como parlamentarios de a pie.
En 2014, Vallés apoyó a Madina e incluso fue su “representante” en Cataluña durante la campaña. Luego dejó la política y Sánchez le recuperó hace un año para incorporarle en su círculo más estrecho.
En ese círculo está como portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez. También ha sido incorporada al nuevo comité creado en el PSOE con sólo nueve miembros. Coincidió con Sánchez en el Congreso cuando ambos eran diputados rasos, en tiempos de Zapatero y de Rubalcaba. También fue susanista y ejerció como portavoz de la candidatura que se enfrentó a Sánchez en 2019.
Luego fue alcaldesa de Puertollano entre 2019 y 2021, hasta que Sánchez de forma sorprendente también la recuperó para el Gobierno y para el relevante cargo de portavoz.
Con este equipo, Sánchez pretende una voz única y potente, admitiendo que el cambio de hace un año que sacó del Gobierno y el partido a José Luis Ábalos y a Carmen Calvo no le ha funcionado, y con el objetivo apremiante de dar la vuelta a las encuestas desfavorables.
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