Las crónicas del día en que recibió la cartera de ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, hace ahora un año y dos semanas, destacaron que José Manuel Albares recibía un legado enrevesado y convulso. Y un Ministerio desmantelado, perdido en un conflicto enorme con Marruecos, a quien el nuevo jefe de la diplomacia española citó expresamente cómo "vecino, socio y amigo" en su discurso.
Tras un año en el cargo y, sin un minuto en calma alrededor del globo, Albares ha renovado casi la mitad de las embajadas. Bajo su mando, todos los altos cargos salientes de la anterior administración han sido recolocados "al frente de legaciones diplomáticas, en casi todos los casos, en las que ellos mismos eligieron", según fuentes de Exteriores. Y se ha apostado por la profesionalidad de los miembros de la carrera diplomática a la hora de asignar destinos.
No ha tenido un día de calma el ministro en el flanco sur. El tema marroquí lo ha ido persiguiendo todo el ejercicio, y ha sido sin duda el más peliagudo, con sus derivadas saharauis, parlamentarias, argelinas... y las consecuencias posteriores, una vez llegada "la guerra de Putin".
La sorpresa se la ha ido llevando el ministro. O las sorpresas.
Un duro trabajo con EEUU
Porque en este ejercicio no sólo ha tenido que desmadejar el lío con Rabat, el Polisario y Argel. Nada más llegar, hubo de afrontar una "derrota de Occidente" tras 20 años en Afganistán, y hubo de recomponer las relaciones con EEUU tras el ridículo del paseíllo de Pedro Sánchez detrás de Joe Biden en la Cumbre de la OTAN en Bruselas, y recibió el encargo de organizar la de este año, que ya se presumía clave.
Aunque no tanto. Nadie se esperaba la invasión de Ucrania, la alianza soterrada del gigante imperial chino con la vieja superpotencia, ni las consecuencias económicas, sociales, migratorias o mismamente nutricionales en el centro de África. Con todo, los tres días de cónclave en Madrid se saldaron con "un éxito absoluto y rotundo", no sólo en palabras del propio ministro, "por haber alcanzado todos los objetivos prefijados", sino de todos los asistentes.
Además, si había algo que recomponer con Washington, el éxito de la operación de evacuación de Kabul, con las bases españolas sirviendo de hub internacional, le valieron el reconocimiento global a España. Ursula von der Leyen visitó las instalaciones alabando a nuestro país como "el alma de Europa", y el mismo Biden telefoneó a Sánchez para agradecerle la ayuda española.
A la vista quedó en la cita de Moncloa con el presidente de Estados Unidos, con la firma de una declaración conjunta que "profundiza y amplía las relaciones entre los dos países", y con el acuerdo de un aumento del 50% en la presencia de destructores norteamericanos en Rota. Esos hitos "fueron los frutos de mucho e intenso trabajo".
Evidentemente, la relación de Albares con Antony Blinken, su homólogo de EEUU, se ha afianzado en estos meses. El presidente de EEUU, de hecho, comentó a Sánchez que la charla se había "quedado corta" y que tendrán que "seguir hablando".
Menos políticos
El empeño del equipo al frente de Exteriores ha sido el de apostar por los candidatos precisos para los destinos adecuados. Por eso, se ha reducido la anterior inflación de embajadores políticos. Sólo dos de los 59 nombramientos de Albares lo son. Ambos, exministros: Isabel Celaá, ante el Vaticano y José Manuel Rodríguez Uribes, que sustituyó a Juan Andrés Perelló (otro político) ante la Unesco.
Es más, fuentes del Ministerio destacan que "se han respetado los nombramientos del anterior Gobierno, del PP", algo que no siempre fue habitual. "Antes, con los cambios de Gobierno, se cambiaban los lugares más jugosos y al que pedía ventana... le daban pasillo".
Así, el exministro Alfonso Dastis permanece al frente de la Embajada en Roma; y Jorge Moragas, exdirector de Gabinete del presidente Mariano Rajoy, siguió como embajador en Filipinas y luego "recibió el destino que él solicitó" en Tanzania. Ambos son diplomáticos de carrera, en todo caso. A día de hoy, embajadores que no son miembros del Cuerpo Diplomático hay cinco: los de Cuba y la Santa Sede en Embajadas y los representantes permanentes ante la OEA, la OCDE, y la UNESCO.
Aun así, las continuas pruebas que le han ido asaltando cada día en este año al frente de Exteriores no le han impedido tomar las riendas y poner el departamento en orden. Albares ha renovado 59 embajadas, prácticamente la mitad de las que tiene el Reino de España, que suman 128 incluyendo las Representaciones Permanentes ante organismos internacionales.
Cuando tomó posesión, en julio de 2021, había cinco legaciones diplomáticas vacantes, o sin titular. Y no eran plazas de segundo nivel. A saber: Reino Unido, la India, Rusia, Irán y Bosnia-Herzegovina. Todas tienen ya a su titular en el terreno.
Según fuentes de su Ministerio, es "casi seguro" que haya sido el ministro que haya impulsado una renovación más voluminosa en su primer año, "pero es que se encontró con muchos nombramientos pendientes de un embabombo anterior".
Así es como se llama, en la terminología de la casa, al proceso objetivo por el que se adjudican los puestos. "A partir de determinada categoría y en función de los años de carrera, los puestos y el rango, se adjudican los destinos". Albares, en realidad, sólo ha convocado un embabombo, para renovar 36 puestos, en diciembre de 2021.
Entretanto, y según ha podido confirmar este diario, se continúa trabajando soto voce en la evacuación de más colaboradores afganos. Se están trazando acuerdos con países del Sahel y su entorno para colaborar en materias de seguridad, migración e institucionalidad, y se mantienen abiertos contactos permanentes con China, la clave principal, del otro lado de nuestras alianzas, para la estabilidad global.