Sumar, el proyecto electoral de Yolanda Díaz, "no llegará a tiempo para las municipales". No importa que queden 10 meses para que se celebren: su líder se pone la venda antes de la más que posible herida, tras el "giro a la izquierda" de Pedro Sánchez y la reacción de Ione Belarra reforzando a Podemos como núcleo del "espacio del cambio".
Lo cierto es que en el entorno morado ya había serias dudas a propósito de "cómo va a armar el paraguas para todos" en mayo de 2023: "No sabemos nada, no ha activado nada... y no se puede repetir lo de Andalucía".
Y si además el PSOE da un paso firme a la izquierda, como hizo en el Debate sobre el estado de la Nación, la vicepresidenta segunda pierde pie político, porque las banderas principales del "espacio del cambio", de repente, se ven izadas y por manos socialistas: los impuestos a las energéticas y a la gran banca.
"Ahora es lo que toca", admitían fuentes del Gobierno aquella tarde. "Y si además esto les descoloca", en referencia Unidas Podemos, "tanto mejor". Aunque la única descolocada fue Díaz, que no cambio su mal gesto en todo el debate, mientras del lado de Belarra se aplaudía, como un triunfo, que Sánchez comprara las ideas moradas.
Cumplir órdenes
Díaz ve cómo zozobra su proyecto político recién lanzado. Hace apenas dos semanas que Sumar echó a andar, reuniendo a varios miles de personas ilusionadas en el recinto de Matadero-Madrid. Sólo hablo ella, a pesar de que dice promover un proyecto "sin egos ni personalismos". Y no quiso que la acompañaran líderes del "espacio del cambio".
Belarra aceptó, pero no cayó, y reveló en público que cumplía órdenes.
Antes de las declaraciones de Díaz, este domingo en la Ser, fuentes de Podemos explicaban a este diario que seguían a la espera de saber cómo actuar a la vuelta de verano.
"El partido tiene estructura, tiene logística, tiene dinero, tiene cuadros y tiene militancia... lo que no tiene es instrucciones, porque estamos a la espera de saber qué pretende hacer la líder". Y con la líder se referían a Yolanda Díaz.
Porque la otra líder, Belarra, la del partido, sí tiene claro lo que quiere. Que Podemos se mantenga vivo como núcleo de ese "espacio del cambio". La herencia dividida que dejó Pablo Iglesias ha permanecido indefinida más de un año desde que se ejecutó. Y ella ha ido reaccionando, para defender su legado, el partido, "y a quienes se han partido la cara por Podemos".
Mientras gobernaba su Ministerio y lidiaba con Moncloa, por un lado, y Podemos, por el otro -primero para no gastar su proyecto, y después para no gastar su imagen-, Díaz fue demorando su "proceso de escucha". Y con otro Ministerio, pero supeditada a una líder sin estructura política, ni organización -"ni comunicación, ni coordinación"-, Belarra fue tratando de abrirse hueco y merecer su cargo al frente de Podemos.
"Es un proyecto estatal"
Ahora, fuentes del entorno de la vicepresidenta tratan de quitar hierro al anuncio de Díaz de que "no llega a las municipales". La versión oficial es que a lo que se refería la vicepresidenta es a que "su proyecto es estatal". Es decir, sólo una marca para ir a las generales. "Pero no es un partido, no va a presentar candidaturas municipales".
Lo cierto es que desde Más Madrid, Compromís y los Comunes ya habían transmitido al entorno de Díaz que no iban a diluir sus marcas electorales -muy potentes en esos territorios- bajo la del experimento del nuevo movimiento político.
Y que desde Podemos se lamentaba que "Yolanda se ponga de perfil tantas veces" en polémicas de Gobierno con el PSOE. O que esté jugando a que todo el torrente de votos de Podemos y sus confluencias se decante hacia ella por inercia y "sin tomar las riendas de nada".
Como, por ejemplo, en las elecciones anticipadas de Andalucía, que ella lideró de lejos, "sin mojarse en las negociaciones", dejando hacer a su entorno más cercano. Éste maniobro para colocar a IU, el PCE y Más País en los mejores puestos... pero la carrera electoral se hizo con la logística, el dinero y los voluntarios de Podemos.
Una campaña sin organizar previamente, mal planteada y peor ejecutada en Andalucía. Unas alianzas traicioneras ante el 19-J, un resultado calamitoso y, al cabo, una excusa para la reacción de Belarra.
[Belarra forzó el relevo de Santiago por Lilith Verstrynge para reforzarse frente a Yolanda Díaz]
Hábil y en plato frío, como las venganzas: un mes después, el líder del PCE, Enrique Santiago, fue obligado a dimitir como secretario de Estado. ¿El motivo? Nunca se reconocerá oficialmente, pero este periódico puede afirmar que Belarra perdió la confianza en él tras comprobar que, de cara al 19-J, maniobró en favor del PCE, IU y Más País en detrimento de Podemos.
"Una mala racha en el Gobierno"
Además, es que Yolanda Díaz "está pasando una mala racha en el Gobierno", explican fuentes de su entorno. "Con el presidente... en realidad, con Moncloa y con algunos ministros del PSOE". ¿Un mal momento qué es? "Que hacen lo posible por ningunearla, quitarle foco, dejarla al traspiés".
La vicepresidenta segunda lleva más de un mes sin reuniones con Pedro Sánchez. Ni siquiera le han atendido su llamamiento "urgente" para convocar la comisión de seguimiento de la coalición, tras colarle 1.000 millones de más en gasto para la Defensa.
Y entretanto, ésa y otras decisiones de calado en el Gobierno del que ella es líder (minoritaria pero líder) que le han pillado con el pie cambiado. Y no por casualidad, sino por decisión de Moncloa. Adrede.
Cuando llegó el discurso del Debate sobre el estado de la Nación, todavía no sabía las medidas que anunciaría el presidente. Y de hecho, mientras el banco azul se rompía las manos aplaudiendo, y los más de 150 diputados socialistas y morados hacían lo propio, Yolanda Díaz ponía mala cara y, sólo una vez o dos, juntó lentamente las manos. Pedro Sánchez le estaba madrugando el programa electoral.
El motivo de que el presidente llegara al Debate de la Nación sin consultar ni informar a la vicepresidenta segunda era precisamente ése, el contenido.
El "giro a la izquierda" del líder del PSOE, anunciando la creación de impuestos a la banca y a las grandes energéticas, los trenes gratis de corta y media distancia y el refuerzo de las becas, por ejemplo, eran banderas de Unidas Podemos. Iniciativas que, de una manera u otra, habían defendido Díaz y Belarra en las reuniones semanales de Moncloa antes de los dos primeros decretos contra la inflación.
"Hace una semana nos decían que lo del 100% de subvención a los ferrocarriles era imposible. ¡Que si estábamos locos, nos decían!", explicaba exultante una fuente parlamentaria de Podemos a este diario al acabar el discurso de Sánchez. "¡Un impuesto a los bancos, por fin! Eso sí que no lo esperábamos".
Y de inmediato, se defendía: "Nos da igual que nos copie el programa... lo importante es que aplique estas medidas. Todo el mundo sabe que son nuestras".
¿Pero son de Yolanda Díaz? En Podemos están convencidos de que ella es la única líder posible. "Al menos, de momento". Pero que su empeño en "cuidar la coalición" se confunde demasiadas veces con "dejar al PSOE hacer". Y que si antes Pablo Iglesias "alguna vez, se pasaba por exceso", ahora ocurre, "sin duda, que Yolanda Díaz se pasa por defecto muchas veces".
Pero aplauden el "giro a la izquierda" de Sánchez, igual que el PP. Los de Feijóo porque, dicen, "nos deja todo el centro". Los de Belarra porque, afirman, "si alguien sigue pareciendo una pesada exigiendo más y más es Belarra... no Díaz".
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