Después de cuatro años de cultivar un perfil institucional y de “estadista”, Pedro Sánchez vuelve ahora a intentar mudar la piel para aparecer como un dirigente próximo a los ciudadanos.
Y después de que las encuestas muestren desde hace meses un importante desgaste de la imagen personal y política del presidente del Gobierno, Sánchez asume el reto de echarse el partido a la espalda para intentar dar la vuelta a los pronósticos y salvar los resultados de las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023 y luego las generales de diciembre del próximo año.
Al menos ese es el espíritu de la campaña “El Gobierno de la gente” que ha organizado el PSOE y que supondrá la celebración hasta diciembre de más de un centenar de actos en toda España, una treintena de ellos protagonizados por Sánchez. El resto de miembros socialistas del Gobierno también participará intensamente en esos actos.
Desde el punto de vista político, esta decisión de Sánchez supone hacer caso omiso a los barones regionales y candidatos a alcaldes que entendían que les podía arrastrar el desgaste del Gobierno central y del presidente. No ocultaron durante meses que les podía perjudicar que esa campaña electoral de mayo se desarrolle como una campaña de política nacional.
De hecho, las últimas grandes derrotas del PSOE han tenido lugar en Madrid, Castilla y León y Andalucía. En las tres, el presidente del Gobierno ha tenido un papel muy destacado e incluso las tres campañas fueron diseñadas y ejecutadas desde la Moncloa.
La movilización se iniciará en septiembre en Toledo y Sevilla. Es decir, el primer acto será en la comunidad de Castilla-La Mancha, uno de los objetivos del PP para las autonómicas, y en una ciudad que ya gobierna el PSOE, pero que corre el riesgo de ser arrastrada por la ola de los populares en Andalucía.
Sánchez muestra confianza en sus posibilidades, además de desoír las conveniencias de sus candidatos de las territoriales por convertir esos comicios en una especie de primarias de las generales de diciembre.
La campaña de “El Gobierno de la gente”, según explica la nueva cúpula del PSOE, se basa primero en su desconfianza hacia “los poderes fácticos” y los medios de comunicación que, como ha sostenido reiteradamente Sánchez, no reflejan como a él le gustaría lo que hace el Gobierno.
Y por eso, siempre según los responsables de Ferraz, se ha diseñado esa campaña para que “los españoles conozcan la gestión del Gobierno sin intermediarios”.
Según explica abiertamente el PSOE en los documentos de explicación de la campaña, incluirá el mensaje que dice que “las medidas que adopta el Gobierno son incómodas para determinados poderes que quieren ver intactos sus privilegios y por eso sufren, especialmente su presidente, los embates de las terminales mediáticas y políticas de esos poderes.
"Humanización" del candidato
En los cuatro años que lleva ya en La Moncloa, Sánchez ha desplegado un perfil muy institucional y alejado de los ciudadanos. Un ejercicio fácil que refleja esa situación es recorrer su cuenta de Instagram o las fotos de la web oficial de la Moncloa para comprobar que la inmensa mayoría de las imágenes son con dirigentes o élites y sólo muy raramente con ciudadanos de a pie, con la única excepción de sus visitas a lugares donde se han producido catástrofes, como la erupción del volcán en La Palma o los incendios forestales.
Es reconocido su papel en reuniones europeas o en la cumbre de la OTAN, pero al tiempo esa pretendida imagen de “hombre de Estado” le distancia de los ciudadanos. Por eso ahora sus asesores se vuelcan en la “humanización” y el “acercamiento” del candidato.
“Que le vean fuera de las paredes de Moncloa, recorriendo las calles, que lo toquen”, explican fuentes oficiales de la dirección socialista. La base es lo que llaman “contacto con la gente” para explicar “sin intermediarios” la gestión del Gobierno.
Fuentes de Moncloa y del PSOE admiten ese alejamiento de los ciudadanos, aumentado por la imagen del uso del Falcon que aviva la oposición. Oficialmente, lo atribuyen a las dificultades para recorrer España por la pandemia y por la guerra.
Sin embargo, hay que recordar que en los dos primeros años de esta legislatura, Sánchez repitió un esquema de grandes actos rodeado de destacados empresarios y de lo que se podría llamar la élite.
En esos actos presentó planes como el de recuperación, o el de perspectiva para 2050. Durante tres años seguidos inició el curso político con eventos de ese tipo. El año pasado lo hizo en la sede de Casa América y este año no hay nada convocado aún. Fuentes de la Moncloa se niegan a informar de si se mantendrá en las próximas semanas.
En todo caso, es evidente que Sánchez ha pasado de buscar el apoyo y ser arropado por los grandes empresarios a denunciar a los poderes fácticos.
Otra de las claves de la campaña naciente es la conmemoración, el 28 de octubre, de los cuarenta años de la primera victoria electoral de Felipe González, la de los 202 diputados.
El PSOE busca recuperar al viejo partido, que se había distanciado de Sánchez, para movilizar a sus votantes. De hecho, la mayoría de sus estudios electorales indican que su gran problema es la falta de movilización, como se vio en las tres últimas elecciones autonómicas. A ese viejo partido suele apelar el PP de Alberto Núñez Feijóo para arrebatar votos al PSOE.
El planteamiento de los actos, que no serán exactamente mítines según Ferraz, tiene puntos coincidentes con el llamado "proceso de escucha" de Yolanda Díaz.
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