“A veces es mejor perder el Gobierno que ganarlo desde el populismo”, dijo Alberto Núñez Feijóo cuando aún no era presidente del PP, a propósito del pacto de Alfonso Fernández Mañueco con Vox que se negociaba entonces.
El ahora líder de la oposición nunca ha ocultado su rechazo a Vox y, de hecho, en Galicia logró mantener al partido de la extrema derecha fuera de todas las instituciones y con una implantación irrelevante.
A la dirección del PP le incomodan actuaciones de Vox, como las del vicepresidente de Castilla y León, Juan García-Gallardo, hasta el punto de que algunos dirigentes se plantean la conveniencia de forzar su salida de ese Gobierno autonómico antes de las próximas elecciones.
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La forma de tratar y relacionarse con Vox es parte esencial de la estrategia del equipo de Feijóo para lograr buenos resultados en las municipales y autonómicas del 2023 y, sobre todo, para intentar llegar a la Moncloa tras las generales.
Especialmente, porque la aspiración del equipo de Feijóo es llegar a la Presidencia del Gobierno sin necesitar a Vox. Para eso, le es imprescindible reforzar su hegemonía en todo el espectro político a la derecha del PSOE.
Todas las encuestas publicadas y sus estudios indican que los populares están en condiciones de hacerse prácticamente con todos los votos que logró Ciudadanos, ayudados por el giro a la izquierda del PSOE que deja libre el espectro del centro.
Con esos votos, el PP podría dar un salto notable en escaños, por efecto de la ley D'Hont que castiga la división y penaliza en circunscripciones pequeñas. Pero el PP necesita además hacer lo mismo hacia su derecha, mirando hacia electores que aún mantiene a Vox como opción probable para esas elecciones.
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Según fuentes del PP, la estrategia es la de evitar cualquier confluencia, foto o coincidencia con Vox, incluso eludir la confrontación y funcionar como líneas paralelas con mensajes y posiciones distintas. La única excepción fue la reunión de Feijóo con Santiago Abascal que, significativamente, no fue hecha pública por el PP y, además, se camufló con otras con Yolanda Díaz y más adelante con Andoni Ortuzar.
En esa estrategia, está ayudando la crisis interna evidente que vive Vox desde la salida de Macarena Olona a la sustitución de Javier Ortega Smith y, sobre todo, la decisión de Pedro Sánchez de confrontar directa y únicamente a Feijóo.
El presidente del Gobierno, según el análisis del PP, está convirtiendo a Feijóo en el único líder de la oposición y oponente del Ejecutivo. Por ejemplo, al líder del PP le favorece notablemente la decisión de Sánchez de celebrar debates en el Senado que, prácticamente, se convierten en cara a cara entre los dos, reforzando el bipartidismo y dándole tratamiento de “líder único de la oposición”.
Ya hubo un primer debate y el 18 de octubre se repetirá, con un resultado que ya es favorable para el PP antes de celebrarse, siempre según el análisis de los populares.
Vox, además, ha quedado fuera del debate sobre los impuestos, también como consecuencia del protagonismo de las comunidades donde sí tiene presencia el PP.
De esa forma, el PP puede reforzar la idea de que sólo Feijóo garantiza el voto útil para “sacar a Sánchez de la Moncloa”.
Este efecto ya se produjo en las elecciones autonómicas en Andalucía y es una de las claves del éxito de Juan Manuel Moreno y de su mayoría absoluta. No en vano, Elías Bendodo fue uno de los cerebros de esa campaña y ahora es mano derecha de Feijóo, como coordinador general del PP.
El radicalismo casi histriónico de Olona y la presencia de Giorgia Meloni en la campaña electoral favoreció ese mensaje de voto útil a Juanma Moreno Moreno.
Al alza en las encuestas
En esas elecciones, según el estudio postelectoral del CIS, el PP logró el 64,7% de los votos de Ciudadanos y un 31,4% de votantes de Vox en 2018 se decantaron por la papeleta de Moreno. Ese efecto no fue detectado por las encuestas antes de la campaña, pero sí en el último momento. Ese precedente lleva al PP a pensar ahora que pueden hacerlo en generales en el último momento y que, por eso, sus expectativas pueden estar muy por encima de lo que señalan ahora las encuestas.
En esa relación con Vox, hay una parte del PP que entiende que es bueno que se vea que el partido de extrema derecha “no es fiable para gobernar”, es decir, que es mejor que, por ejemplo, se les vea actuar en Castilla y León por más que las polémicas de Juan García-Gallardo irriten a la dirección nacional del partido y al propio Mañueco.
Otros destacados dirigentes, por el contrario, empiezan a barajar la idea de buscar cómo sacar del Gobierno autonómico de Castilla y León de esa polémica permanente que, según entienden, desgasta a Mañueco y al PP, porque no pueden salir permanentemente a desautorizar a su vicepresidente.
La opción más extrema sería que Mañueco convocara elecciones anticipadas en Castilla y León coincidiendo con las del resto de comunidades en mayo, algo que baraja el PSOE como posibilidad. Pero según el PP, Mañueco no es partidario de esta opción porque le supondría arriesgarse en las urnas a perder el Gobierno.
"Hacerse un Aragonés"
Las otras opciones que defienden dirigentes del PP serían que Mañueco sacara a Vox del Gobierno autonómico antes de las municipales y autonómicas o que, al menos, cesara a Gallardo y dejara en manos del partido de la extrema derecha la decisión sobre la continuidad.
Según el PP, sería “hacer un Aragonès”, en referencia a la decisión del president de la Generalitat de Cataluña de destituir al vicepresidente designado por , para que sea este partido el que decida si quiere seguir o no con el Gobierno de coalición. Incluso, podría hacerlo después de aprobar los Presupuestos de la comunidad.
Explican los partidarios de esta opción que Mañueco cuenta con la ventaja de que no hay una mayoría alternativa en las Cortes de Castilla y León y, por tanto, no habría riesgo de moción de censura o similar.
Serviría para dejar en evidencia, precisamente, que Vox no es un partido fiable en las instituciones. Y, por tanto, para reforzar la llamada del “voto útil” en torno al PP de Feijóo.
Tensión en Madrid
Gallardo ha protagonizado episodios como los insultos a otros portavoces en las Cortes de Castilla y León, declaraciones negando la violencia de género o la burla a una procuradora con discapacidad, entre otras polémicas que irritan al PP.
A esta situación se ha sumado sorprendentemente en la última semana el distanciamiento con Vox en la Comunidad de Madrid, como consecuencia de la decisión del partido de la extrema derecha de votar con la izquierda a favor de una comisión de investigación sobre lo ocurrido en las residencias de ancianos durante la pandemia.
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